La cordura del idiota es una historia muy negra y muy tierna, a la vez, que habla del amor incondicional entre hermanos, Toni Trinidad el único policía del pueblo, y su hermana Vega, con problemas con el alcohol y otros mucho más peligrosos. En el origen de esta historia hay una imagen, que bien podría ser de una película de Tarantino por el grado de violencia, o de los hermanos Coen, por sus esperpénticos personajes. «La cordura del idiota empieza con un plano cenital en mi cabeza. Una carretera en mitad de ninguna parte, un par de coches mirándose a los ojos y al menos media docena de cuerpos. La cámara se acerca y planea la escena. Se detiene en un cuerpo en concreto, Toni Trinidad. Sé que es el único que todavía vive. Se trata de un policía de pueblo que se ha desmayado en mitad de un amistoso intercambio de balas. Me pregunto por qué. La respuesta llega rápidamente: es hemofóbico y pierde el conocimiento si ve una sola gota de sangre. Después viene todo lo demás». Y todo lo demás es una potente narración en la que la violencia extrema y el tener que deshacerse de varios cadáveres, se combina con la crítica social, «siempre, sobre todo dentro de la novela negra, sea o no actual, no puedes abstraerte de la denuncia social. Ayuntamientos que miran para otro lado ante la especulación urbanística, corrupción empresarial y política, burdeles dados de alta como hostales que no engañan a nadie, impuestos abusivos como el de sucesiones, abusos sexuales… Suma y sigue». Los temas que aborda son graves, pero no así el tono de la narración, que algunos definirían como basado en el humor absurdo, una etiqueta con la que el autor no se siente cómodo, «más que un humor absurdo, yo diría que la novela nos lleva a forzar el límite de lo que entendemos por verosímil. Nos arranca una sonrisa en pleno acto dramático. Pero es que la vida es así. Evitarlo a la hora de escribir una novela lo considero un error. ¿Quién no ha oído contar un buen chiste en un velatorio?». El principal hallazgo de esta novela es su protagonista, Toni Trinidad, «en realidad, a Toni lo pensé como un policía buenazo, bobalicón y algo escaqueado en su trabajo. Pero a veces las apariencias engañan, ¿no? Luego entró en marcha el imaginario que todo escritor tiene en su cabeza y los matices del personaje llegaron poco a poco. En mi imaginario particular, tal y como dice Sergio Vera Valencia en el prólogo, están “los psicopaletos de la América profunda de Jim Thompson”. En este caso, de la Alcarria profunda, Pariente decide ambientar su novela en un pueblo con muy pocas almas, porque la buena novela negra no es solo urbana «yo me crie en un pueblo y vivo en un pueblo. Mi acercamiento a las grandes urbes en la novela, se produce como lo hago en la vida real. De visita, algo rápido y concreto. Algo casi obligado. Al final, imagino, uno escribe sobre que conoce. De otra manera es fácil errar el tiro. Ascuas, un pequeño pueblo camino de los pantanos, no existe. Las personas que allí habitan tampoco. Todas la demás localizaciones de la novela, sí». Marto Pariente no concibe su historia como un elogio de la idiotez, si no al contrario, «por muy simple que nos pueda parecer una persona, seguro que en determinado momentos es capaz de sorprendernos, de manera que no debemos subestimar a nadie. En ningún sentido. Personas a las que se les presupone (por posición, influencia y poder) un mínimo de inteligencia y sentido común, no dejan de sorprendernos a peor (muchos aquí verán identificados a sus jefes). Luego están los Toni Trinidad, que quizá no sean tan idiotas como habíamos supuesto en un principio. También están los locos como el viejo Triste. En cada pueblo hay uno. El loco oficial del pueblo. A veces más. Los juzgamos erróneamente desde la cordura sin pararnos a pensar que desconocemos por completo sus historias». Descubre las primeras páginas de esta novela de idiotas que no lo son tanto y de locos que están más cuerdos de lo que parece. |