Semana Santa en otoño 26 de octubre de 2003

Andrés Hernández, Cuadernos Cofrades
Andrés Hernández, Cuadernos Cofrades
Semana Santa en otoño 26 de octubre de 2003

Semana Santa en otoño 26 de octubre de 2003

Un 26 de Octubre Cartagena despertó más alegre que de costumbre en un atipico otoñal día de octubre, la preocupación sobrevoló los corazones cofrades, blancos sobre todo, pero a la par los encarnados, morados y negros, el mal tiempo atmosférico, estigma de los cofrades, como en los propios días de primavera amenazaba con estropear el magno evento de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen en su advocación del Amor Hermoso, no era un acto estrictamente resucitado, era un acto cofrade y cartagenero, y hasta el cielo se rindió, poco tiempo antes de iniciarse el cortejo del traslado de la Santísima Virgen, el cielo se despejo, como por designio divino, nada podía empañar la alegría en Cartagena en este día otoñal de Semana Santa.

El Sol reinó, como en uno de los mejores días de marzo o abril en nuestra singular Semana Santa queriendo sumarse a tan regio acto, los cofrades cartageneros hoy despertábamos más alegres, casi nerviosos, las inquietudes parecían pasar a otra dimensión menos importante, como en un día típico primaveral de nuestra Semana Santa. Cartagena parecía adelantarse o retrasarse en el calendario, la gente por las calles, los bares y restaurantes repletos, las conversaciones características de Semana Santa, el bullicio nos animaba a todos recordándonos por unas horas nuestra “Semana Grande” por excelencia y sin posible replica, este contexto verifica que, Cartagena y sus fiestas de Semana Santa no son un binomio, sino una sola identidad.

Las túnicas de los portapasos argumentaban nuestro propio arco iris procesional, no solo representaban a la Santísima Virgen en sus diferentes advocaciones, en las distintas cofradías, sino a todos los corazones cofrades, a los presentes y a los ausentes, éstos, tanto en persona como en espíritu, todos estábamos tras esas túnicas, debajo de cada escudo mariano, se vivía un ambiente propio y añorado durante tantos meses del año, más bien ansiado.

Realmente se respiraba Semana Santa en la ciudad Departamental, la imagen de la Santísima Virgen del Amor Hermoso, fue coronada canónicamente, pero como en actos anteriores no solo ella, sino toda Cartagena, nuestra devoción mariana nos hace palidecer ante tan majestuoso evento, ante tan solemne estampa divina, a la que diera vida cofrade la gubia de Juan González Moreno, y que tras una mañana aguada, se estrenara en su procesionar cartagenero en la tarde del Domingo de Resurrección de 1946, imagen que presenta tal hermosura y ofrece tal paz espiritual tras recobrar a su hijo resucitado que, hasta los rubíes, esmeraldas y perlas de su sudario palidecen ante tal despliegue de divina ternura.

Suspirando durante “La Salve” y como en otro día festivo de Domingo de Resurrección eran todos los cartageneros, toda Cartagena quienes despedían en la puerta de Sta. María a la Santísima Virgen, esta vez sin palio, más hermosa que de costumbre, pero en esta ocasión, no durante un año, gracias a Dios hasta dentro de unos pocos meses, un corto paréntesis para volver a disfrutar de tan esplendoroso despliegue de hermosura y paz.