Efemérides de Juan Manzanares García del 1 de junio
1 JUNIO
La frase de hoy.
Todas las cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo.
ANDRÉ GIDE
PERSONAJE DEL DÍA
ISAAC PERAL Y CABALLERO
Isaac Peral y Caballero nace en el callejón de Zorrilla, en Cartagena el 1 de junio de 1851, falleciendo en Berlín el 22 de mayo de 1895.
Inventor del submarino armado con torpedos. La apasionada controversia de que serán objeto su invento y su persona, darán a Cartagena el alto honor de haber servido de cuna a tan sabia e ilustre persona.
Nació en el seno de una modesta familia asentada en la plaza de Cartagena a mediados del siglo XIX. Fue el tercer hijo del matrimonio Peral-Caballero, nacido en el 2.º piso de la casa n.º 3 del callejón de Zorrilla, en el centro urbano de la ciudad.
Los primeros años de su infancia transcurrieron dentro del recinto amurallado de la plaza de Cartagena, fortificada en el siglo anterior. Sus incursiones se extendían a las atarazanas y depósito de pertrechos de la Armada. Frecuentaba la Muralla del Mar, frente al puerto, donde podía contemplar un amplio catálogo de naves mercantes y de guerra que despertaron su vocación marinera. Allí admiraba el sobrio y elegante palacio proyectado por Juan de Villanueva para Escuela de Guardiamarinas de Cartagena.
El joven Isaac Peral cursó su primera enseñanza en una escuela situada en la calle de Balcones Azules de Cartagena y dirigida por un profesor de gran prestigio en la ciudad, Luis Britz. Dicha calle debió de constituir un polo docente en torno al Colegio Politécnico situado en el edificio n.º 15 de la misma, dotado de importantes instalaciones para su época: aulario, biblioteca, hospedería, comedores, gimnasio, etc.
Destinado su padre al departamento marítimo de Cádiz en 1858, la familia se trasladó a San Fernando. Allí, el niño Isaac se reafirmó en los sueños iniciados en Cartagena sobre su vocación marinera.
ingresó en el Cuerpo General de la Armada. Verificados los exámenes, el tribunal llamó a su padre para notificarle que su hijo había superado brillantemente los exámenes.
Se le concedió el uso de uniforme desde 1861, aunque no ingresó hasta 1865, cuando cumplió la edad mínima reglamentaria. Cursó estudios hasta el 7 de diciembre de 1866 y por Real Orden de 26 del mismo mes fue nombrado guardia marina de 2.ª.
Isaac Peral, durante los siguientes años demostró su valor y sabiduría en los distintos destinos a los que fue mandado.
A principios de 1875, ya bajo el reinado de Alfonso XII, la Armada intervenía activamente en la pacificación del Norte de la Península, sometida a la acción de las partidas carlistas. El 22 de octubre el alférez de navío Peral, cuyo prestigio, conocimientos y experiencias en la Armada eran notorias, fue destinado a la fragata-escuela Blanca como profesor de guardia marinas, misión docente que ejercitó junto con otras actividades en posteriores destinos.
Por disposición del capitán general del departamento, desembarcó en Cádiz con licencia de dos meses por enfermo. Este descanso, tras diez años de permanente actividad, le permitió contraer matrimonio con una distinguida joven, María del Carmen Cencio, y con la que tuvo cinco hijos, compartiendo con ella éxitos e infortunios.
Peral solicitó y obtuvo plaza para la Escuela de Ampliación de Estudios en el Observatorio de Marina de San Fernando, donde ingresó el 1 de enero de 1877. Fue ascendido a teniente de navío el 21 de julio de 1880, cumplió veintinueve años y contaba ya con quince de servicios a la Marina. Se consideraba satisfecho de los logros alcanzados y gozaba ya de reconocido prestigio en el cuerpo. Recibió la Cruz de Mérito Naval por su Tratado teórico-práctico sobre los huracanes.
Se le destinó a Cavite el 1 de julio de 1881, donde se hizo cargo de las obras y reparaciones de buques y, donde desempeñó varias comisiones y levantamientos de planos.
Fue nuevamente propuesto profesor de la Academia de Ampliación de Estudios de Marina, encargándosele las Cátedras de Física, Química y alemán, idioma que hablaba y escribía con pleno dominio. El libro redactado por él a tal fin fue declarado más tarde texto oficial a estos efectos. Peral no dejaba de observar el panorama estratégico mundial.
En la soledad de su sala de estudio, Peral meditaba sobre este asunto, le preocupaba profundamente la indefensión de las costas españolas. Pensaba que la solución estaba en dotar a un pequeño buque de flotabilidad negativa que le hiciera invisible a los adversarios. Nació en su mente la idea del “torpedero submarino”.
La crisis existente entre el imperio alemán y España con motivo de la ocupación temporal de las Carolinas motivó que Peral decidiera someter su proyecto a la Dirección de la Academia y profesores mereciendo la plena conformidad de todos ellos, aconsejándose que se elevara a la superioridad. Lo hizo de forma directa al ministro de Marina vicealmirante Pezuela y Lobo el 9 de septiembre de 1885.
Los estudios presentados por Peral a la Escuela de Ampliación fueron elevados por la Dirección al ministro de Marina con un informe que textualmente decía: “Este Centro opina que el proyecto de Peral no tiene un solo punto vulnerable. Científicamente el problema está resuelto por él”. El Gobierno aprobó su desarrollo, ordenando que se procediera a construir y probar el aparato de profundidades.
Peral resolvió, con muchos años de adelanto, cuestiones que, sólo gracias a los posteriores adelantos industriales tuvieron su uso práctico. Una de ellas fue la de la aguja para navegar con precisión. Una aguja magnética dentro del casco de acero de un submarino pierde toda su fuerza directriz y los errores en sus indicaciones son enormes. Peral instaló la de su buque en dicha torreta, que construyó de bronce, ideando un sistema de reflexión para que el timonel, en el interior del buque tuviese delante sus indicaciones. Nuestro inventor ya vislumbraba los fundamentos de las agujas giroscópicas, hoy de uso corriente.
La oposición a la realización del submarino se puso de manifiesto al descubrirse un intento de hacer fracasar las primeras pruebas del “aparato de profundidades” que, advertido a tiempo por Peral, pudo subsanarse tras una intensa búsqueda de algunos materiales en los comercios de la capital de España.
En tanto se desarrollaba el proceso de construcción del submarino, se fue caldeando la opinión pública, surgiendo dos grupos antagónicos, unos dispuestos a ensalzar al inventor y su invento, como asimismo los beneficios que podían alcanzarse para España, y otros, por el contrario, infravalorando su importancia y criticando despiadadamente a Peral. Todo ello enrareció el ambiente, creando una fuerte tensión que no contribuyó precisamente a mantener la serenidad y claridad de ideas que le exigía el desarrollo de su investigación.
No era ninguna novedad que la Armada recibiera donaciones de ayuda a su desarrollo, preferentemente de emigrantes movidos por sentimientos patrióticos. Un importante emigrante, Carlos Casado de Alisal, le envió una carta a Peral en la que, resumiendo su texto, le manifestaba: “Justo es que siendo español y amando las glorias de España, le ayude a Vd.”. El capitán general del departamento interesó urgentemente informe a Peral sobre esta donación, contestando éste que ya la había enviado a él y al ministro de Marina copias de la carta del señor Casal y documento bancario correspondiente, proponiendo que, si ello lo estimaban procedente, se concediera la Gran Cruz Blanca al Mérito Naval. Congelado el donativo, le fue denegada autorización para adquirir los materiales que precisaba el submarino. Casal vino desde Argentina para conocer a Peral y éste consideró, en reconocimiento a su gesto, invitarle a visitar su buque. Ello le valió un correctivo de la superioridad, paradójicamente por los mismos que permitieron la inspección del submarino por los agentes británicos y no atendieron las denuncias públicas formuladas por tales hechos.
Cuando ya parecía despejado el curso del proyecto Peral, ocurrió un luctuoso acontecimiento nacional: el fallecimiento del monarca reinante Alfonso XII. Cánovas y Sagasta se apresuraron a intervenir adoptando un acuerdo que estabilizara el régimen, lo que dio lugar a la constitución de un gobierno presidido por Sagasta y en el que formó parte como ministro de Marina José María Beránger, personaje clave en la decisión de cancelar el proyecto.
El 20 de abril de 1887 se dio comienzo oficialmente a las obras de construcción del submarino. No constituyó una sorpresa, dado el clima de tensión provocado por los enemigos de Peral, el que surgiera otro sabotaje dirigido a entorpecer las pruebas como la rotura de una de las hélices.
La botadura del submarino fue fijada para el 8 de septiembre de 1888 ante la expectación general. Entre las más entusiastas manifestaciones de reconocimiento y admiración de los asistentes al acto no faltó alguna insidiosa crítica, indicativa de posteriores campañas en contra de Peral y su submarino.
La imprudente publicidad con la que se difundió el invento despertó gran interés en la industria extranjera. Así, mientras Peral esperaba en la antesala del ministro de Marina, le fue ofrecida la compra de su proyecto por M. Thompson, titular de un importante astillero británico y que cortésmente fue rechazada por éste. Más tarde, Sir BasilZaharoff, agente del industrial sueco Nordenfelt, promotor del submarino de su nombre, le hizo análoga oferta o en su defecto la venta del “aparato de profundidades”, que, asimismo, no fue aceptada por el inventor español. Mr. Zaharoff visitó el Arsenal de La Carraca y, al parecer, pudo examinar el prototipo Peral, visita que despertó gran indignación, exigiéndose responsabilidades a través de la prensa.
Estaba próxima la clausura de la Exposición Internacional de París donde podía adquirir algunos aparatos para sus experiencias (siempre a su costa, según costumbre). Sólo informó de palabra, sin tramitar el correspondiente permiso por conducto reglamentario. Peral justificó este viaje al final, pasando por Madrid para informar al ministro de Marina. Fue arrestado por el capitán general permaneciendo dos meses en una inhóspita celda del Penal de Cuatro Torres (San Fernando), que su hijo describió como “abandonada y sucia”. El recio espíritu del inventor no se quebró y, pese al arresto, siguió la dirección de las pruebas del submarino hasta finalizar el programa que debía examinar la Junta Técnica designada a tales efectos. Con el auxilio del aparato de profundidades se sumergió hasta siete metros, operación que repitió tres veces, continuando las pruebas con análogo éxito.
El 12 de marzo de 1890 quedaba constituida la Junta Técnica bajo la presidencia del capitán general Montojo. La mayoría de sus miembros constituían un grupo sin profundos criterios sobre el asunto y fácilmente manipulados por los interesados en conseguir un fallo desfavorable, según se comprueba al consultar las actas de la Junta.
Como consecuencia del éxito obtenido en las pruebas realizadas, Su Majestad la reina María Cristina le regaló un sable de honor que había pertenecido a su augusto esposo el rey Alfonso XII.
A partir de un borrador, se trató de incluir las numerosas objeciones formuladas por las distintas corrientes aportadas a la Junta.
A lo largo de posteriores sesiones de la Junta se manipularon anteriores informes parcialmente considerados, se formularon falsas afirmaciones, no consideradas en documento alguno, como que el “Peral” no gobernaba bien. La Junta “se mostró draconiana con el inventor, exigiéndole unas pruebas muy superiores a las que entonces se podía pretender con un submarino, pero que, a pesar de ser impropias para un buque de ensayo, fueron, en gran parte, llevadas a cabo con éxito. El ‘Peral’ maniobró perfectamente y lanzó sus torpedos a plena satisfacción.
Finalmente, el ministro de Marina le trasladó a Peral la siguiente Real Orden: “Por todo lo expuesto, y después de la más amplia y extensa discusión, el Consejo Superior de la Marina se halla conforme con que el torpedero eléctrico submarino, no llena las condiciones que su autor prometía”.
Meses después de la apoteosis nacional del éxito de las pruebas finales del submarino y las felicitaciones de la Reina Regente, Cámaras, instituciones nacionales y extranjeras, la situación cambió radicalmente. Peral fue desautorizado y su proyecto cancelado.
Peral consideraba su deber rechazar adecuadamente dichas críticas formuladas contra su persona y obra con entera libertad. Para ejercer libremente estas facultades solicitó su licencia de la Armada.
La rigurosidad de la Junta Técnica llegó a extremos esperpénticos. Finalmente, Peral lamentó una vez más que se hubiera quebrantado el pacto de mantener en secreto la documentación y planos del submarino, publicados después en la Gaceta Oficial, acto que sorprendió a las potencias militares de aquella época.
Con el fin de superar la precaria situación económica en la que se vio sumido Peral al tener que renunciar a sus ingresos profesionales para mantener a su numerosa familia, tuvo que buscar trabajo en la industria privada. Inicialmente fue contratado como ingeniero en la firma alemana Lewy & Kogherthaler y, tras trabajar un año en ella, causó baja para crear su propia empresa, Centro Industrial y de Consultas Electromecánicas Isaac Peral, a través de la cual realizó numerosos proyectos industriales. Creó, asimismo, una fábrica de acumuladores con su patente en Madrid y más de treinta centrales eléctricas en diversos puntos de la Península. En agosto de 1893 fundaba la Electra Peral-Zaragozana, que aportó un gran impulso a la industria eléctrica española.
Peral luchó hasta el último minuto de su vida activa para dejar asegurada la subsistencia de su familia, pero, lamentablemente, pese a esfuerzos sobrehumanos, calmando el dolor con progresivas dosis de morfina, trató de ganar la partida a la muerte que presentía ya próxima.
Dada la gravedad de su estado, se decidió su traslado a Berlín con el fin de someterle a una última operación en la clínica del doctor Bergman. Allí recibió toda clase de atenciones, entre ellas las constantes visitas del ayudante del emperador Guillermo, preocupado por su salud. En principio se estimó que la operación tuvo éxito, pero una inesperada infección dio lugar a una meningitis que acabó con su vida el 22 de mayo de 1895. Embalsamado su cadáver, se le trasladó a la Embajada de España en Berlín, donde desfilaron representantes del Imperio alemán, cuerpo diplomático, autoridades de Marina y numerosas personalidades que quisieron ofrecerle tributo de admiración y respeto al inventor español.
La familia de Peral, con cargo a sus limitados recursos, construyó una modesta tumba en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena en espera de que se desarrollaran los penosos y macabros episodios que todavía sufrirían los restos del inventor.
Quizás los últimos coletazos de la oposición a su obra o un incalificable intento de justificar lo injustificable impidieron que se depositaran sus restos en el Panteón de Marinos Ilustres. Su familia aceptó el consejo del entonces director de ABC: “La mejor sepultura para un hombre es la que constituye el amor de un pueblo”, y por ello aceptaron el vehemente clamor de Cartagena para acogerlos en su seno. El tren hubo de hacer una parada antes de la llegada a esta capital del departamento marítimo para que el cadáver de Peral recibiera el multitudinario homenaje del barrio de su nombre, rebautizado en vida del inventor. Cartagena le tributó un impresionante recibimiento, pueblo y autoridades le acompañaron hasta su sepultura provisional en el Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios. Más tarde, ya sus restos en el sobrio y bello mausoleo, constituye lugar de peregrinaje de las dotaciones de buques que visitan Cartagena y que iniciara la Escuadra de Instrucción de Alemania.
Los desastres de Cuba y Filipinas de 1898 salpicaron a los responsables del fallo adverso de la Junta Técnica que impidió la realización del submarino Peral. Como quedó de manifiesto en los posteriores conflictos mundiales, a España se le privó de un importante medio defensivo con los que otros países, como Alemania entre ellos, utilizaron después con todo éxito.
Esta “arma secreta” que España no supo aprovechar ni usar fue un submarino que funcionaba y del que disponía este país hacia el año 1890, como recordaba el capitán de navío Carl H. Hilton, en United States Naval Institute Proceedings en noviembre de 1956. Y añadía: “Fue el prototipo de todos los submarinos que ambas guerras mundiales hasta la época del snorkel y del radar”. El casco vacío del submarino “Peral” permanece en Cartagena, como un monumento de sí mismo, en el flamante Museo Naval de la Ciudad.
Significativamente, en uno de los cerros que abrigan las dársenas de Cartagena se encuentra el mausoleo de Peral. Próximo a él, los astilleros trabajan ya en la nueva y sofisticada serie de los sumergibles españoles S-80.
EFEMÉRIDES DE CARTAGENA DEL 1 DE JUNIO
©Juan Manzanares García
-1533. Después de varias expediciones, tras obligar a internarse a los indios en la jungla, Pedro de Heredia descubre una laguna a la que se entraba por una estrecha bocana. En su interior aparecían tres dársenas sucesivas a las que los españoles bautizaron con los nombres de Boca Grande, Caldera y Boca Chica. Al fondo aparecía una península arenosa unida a tierra por un istmo que fue bautizada como La Caleta. La bautizó, en recuerdo a la patria chica de la mayoría de sus marineros, con el nombre de Cartagena de Indias.
-1568. Es nombrado Don Juan de Austria, General de la Mar. Esto equivalía al grado de almirante, con mando sobre todas las fuerzas navales del Imperio español en el Mediterráneo, es decir, no solo de las fuerzas peninsulares de galeras, sino de las escuadras de nuestras posesiones en Italia, de los potentados italianos y de los estados protegidos y amigos.
Para realizar la ceremonia de la toma de posesión del mando, que según las costumbres navales de todos los tiempos se han de realizar solemnemente, se eligió como puerto de la concentración Cartagena, lo que supuso un síntoma del aumento progresivo de la importancia de este puerto.
-1583. Se hallaba el regidor Juan de la Jara en la pescadería de la ciudad con el corregidor, repartiendo la parte de pescado que le correspondía a los vecinos del total capturado en el término, según lo dispuesto en la ordenanza, cuando se presentó un miembro de la Inquisición pidiendo su pescado, a lo que el regidor contestó que el pescado para la Inquisición se daba, tal y como estaba estipulado, los martes y los jueves, por lo que no se lo podía dar aquel día. La respuesta del Santo Oficio a este argumento fue contundente: prenden al regidor y se lo llevan a Murcia, advirtiendo al Ayuntamiento que no lo piensan soltar hasta que no esté dispuesto a aceptar que, los miembros de la Inquisición puedan coger su pescado cuando quieran, siempre que haya.
-1603. Ante la falta de maestros de escuela, ya que no encontraba ninguno que supiera leer y escribir dignamente, el regidor Gaspar de Salafranca realiza gestiones para encontrar, fuera de los límites de Cartagena, a un buen maestro de escuela.
-1604. El Ayuntamiento de Cartagena acuerda la imposición de un derecho de anclaje sobre todo navío que entre en el puerto. Serían 12 reales los que tengan más de 3.000 toneladas métricas y 8 reales los que estén por debajo, quedando libres de dicho arbitrio, los buques de la Armada.
-1616. Es condenada la ciudad de Cartagena por el rey a pagar diez ducados por haber puesto trabas y no dejar que los recaudadores nombrados por el Juez Almojarife de Murcia vinieran a la ciudad a cobrar determinados impuestos.
-1642. Es nombrado Regidor del Ayuntamiento de Cartagena, Don Fernando Romero y Sepúlveda.
-1749. Entra en la iglesia del convento de San Diego la nueva imagen de San Antonio de Padua, obra de Francisco Salzillo, y es colocada enseguida en su camarín. La antigua imagen es, de orden del Hermano provincial, entregada al rico comerciante don José Casal, que costeó la nueva imagen sin entenderse por esto, haberse enajenado de ella la comunidad.
Meses después, por el mismo escultor se hicieron y colocaron en sus altares la de San Benito de Palermo y la de Nuestro Padre San Francisco.
-1766. Salen del puerto de Cartagena los tres jabeques al mando del capitán de fragata Don Antonio Barceló, con rumbo a Ceuta, para conducir a Algeciras al embajador de Marruecos.
-1810. Se comisiona a D. Francisco Ximénez de Cisneros para que, bajo su dirección, se proceda a la demolición del convento de San Francisco del que se han retirado ya todos los enseres y utensilios.
-1849. Toma posesión de la Comandancia general de este Departamento, el jefe de escuadra Don José Ruiz de Apodaca, el cual reemplaza a Don José del Río Eligio.
-1851. Nace, en el callejón de Zorrilla de Cartagena, Isaac Peral y Caballero, que posteriormente inventó el submarino armado con torpedos. La apasionada controversia de que han sido objeto su invento y su persona, han dado a Cartagena el alto honor de haber servido de cuna a tan sabio e ilustre cartagenero.
-1852. Nace en Ledenon, un pequeño pueblo francés en la región del Languedoc-Rosellón, la que posteriormente fue Sor Marie-Antoinette Mailham-Pagés, Hermana de las Hijas de la Caridad. Mujer de gran iniciativa y de una incuestionable personalidad, fundaría, con fondos propios y junto al Padre Trinitario Marturana y a José María Artés, en Patronato del Sagrado Corazón de Jesús en 1900, ubicado en la calle Saura de Cartagena.
-1900. En la plaza de San Francisco se inaugura el Banco de Cartagena.
-1950. La Corporación Municipal declara a Don Manuel Wssel de Guimbarda, hijo adoptivo y predilecto de la ciudad.
-1977. En la batería de Castillitos se realizan sus últimos disparos. Cada pieza hizo un disparo de fogueo. Actualmente, esta batería está declarada Bien de Interés Cultural.
-1993. Se inaugura la piscina municipal, siendo alcalde José Antonio Alonso Conesa. El edificio fue proyectado por el arquitecto Julio César Ratón.
-1998. En virtud de los méritos adquiridos en su trayectoria en Cartagena, el Pleno del Ayuntamiento, por unanimidad acuerda nombrar Hijo Adoptivo de Cartagena al sacerdote Francisco Montesinos Pérez -Chirinos.
-2009. La directora del Centro de Educación Especial Primitiva López, María José Puerto Candela, es elegida cartagenera del año 2008.