Efemérides de Juan Manzanares García del 17 de septiembre
17 SEPTIEMBRE
La frase de hoy.
Lo que llamamos en otros pecado, para nosotros es experiencia.
RALPH WALDO EMERSON
PERSONAJE DEL DÍA
JUAN ANDREA DORIA
Juan Andrea Doria nació en Nápoles en el año 1540, falleciendo en Génova el 2 de febrero de 1606.
Almirante, asentista y hombre de Estado genovés al servicio de España.
Sobrino del gran almirante genovés Andrea Doria (y por el que, en ocasiones, se le ha confundido), Juan Andrea Doria fue un personaje destacado en el ámbito del eje mediterráneo de la política de Felipe II y, en menor medida, de Felipe III. Al final de su vida, escribiría una autobiografía, que abarca hasta 1562 y que será una fuente fundamental para el conocimiento historiográfico de su evolución política y militar; especialmente ante el escaso conocimiento que hoy se tiene sobre este controvertido armador y marino, y a pesar de que muchas de sus cartas inéditas hayan sido publicadas recientemente.
Era lógico que fuera Juan Andrea a desempeñar importantes papeles políticos y militares en su época. A su condición de descendiente de una familia de grandes marinos unía su entronque con los hombres de negocios y banqueros genoveses.
Llamado, pues, desde muy joven, a grandes designios, a la edad de diez años ya se le había programado un contrato-matrimonio de esos de la época que buscaban, ante todo, la acumulación de poder. La esposa elegida para las correspondientes capitulaciones matrimoniales fue Zenobia, hija de Marco Antonio Doria del Carretto (hijo, a su vez, de Peretta de Mari, esposa en segundas nupcias de Andrea). Uno de los principales fundamentos de este matrimonio era que el Principado de Melfi, transferido de Andrea a Marco Antonio, sería pasado por sucesión a Zenobia, como modo de volver a la familia de origen a su muerte. El matrimonio se llevará a cabo finalmente en 1558, y Juan Andrea, independientemente de esta interesada operación matrimonial, se sentirá siempre muy inclinado a su esposa Zenobia, y, cuando en 1604 hizo un escrito para disponer sus funerales, dispuso que le fuera puesto un mechón del cabello de Zenobia, que había muerto en diciembre de 1590 en su mano izquierda.
Contribuirá de forma importante, con sus medios marítimos, a transportar los tercios españoles a diversos frentes en la guerra que el duque de Alba, bajo las órdenes de Felipe II y en su calidad de virrey de Nápoles, estaba llevando a cabo contra el pontífice Paolo IV. Más adelante, en febrero de 1560, Juan Andrea, con sus galeras, va a llevar a efecto el envío de un gran contingente de tropas al norte de África en el contexto de la proyectada conquista de Túnez, que se tornaría en desastre. En el viaje a Trípoli, Juan Andrea enfermó gravemente, lo que mermó la unidad de acción de las galeras genovesas. Además, según la historiografía tradicional, Juan Andrea y los genoveses fueros acusados de buscar, ante todo, salvar sus intereses particulares, intentando convencer a los otros comandantes, especialmente al duque de Medinaceli, virrey de Sicilia en aquellos momentos y a cuyo mando iba la expedición, de la necesidad de apartarse de una posición en la cual era difícil defenderse.
Juan Andrea volvió a Génova con la intención de poner en orden la situación económica propia y organizar la flota, fuente importante de su poder.
El genovés decide viajar una vez más a España, y, en esta ocasión, su estancia en la Corte no sólo le va a reportar la mejora de su asiento de galeras con el Rey, sino que va a entrar en contacto con dos personajes que van a ser clave en la Corte madrileña de Felipe II: Gaspar de Quiroga y Antonio Pérez. Con este último le unirá una profunda relación, no se sabe si interesada o no, demostrable por la importante cantidad y calidad de regalos del genovés que se llegaron a encontrar en la famosa Casilla que Antonio Pérez tenía en Madrid. Su presencia en la ya capital de la Monarquía hispánica se debía sobre todo, y una vez más, a sus claras intenciones por ocupar un puesto importante dentro de la flota; pero dicho puesto, por el momento, no llegaba.
El acontecimiento más importante de su vida llegaría con la famosa expedición de la Liga Santa (compuesta, a instancias del Papa, por las propias fuerzas de los Estados Pontificios, Venecia y España) y el enfrentamiento con el turco en Lepanto. El 5 de mayo de 1571, Felipe II va a nombrar a Juan Andrea tercero en el mando de la escuadra española, después de Juan de Austria, nombrado comandante en jefe de la escuadra de la Liga, y del comendador mayor de Castilla, Luis de Requesens. Además, como jefe de la flota de España, tenía como subordinados a Álvaro de Bazán, general de las galeras de Nápoles, y a Juan de Cardona, que mandaba las de Sicilia. Paralelamente a ello, Felipe II, que en aquellos momentos tenía un concepto más bien favorable de las acciones anteriores de Juan Andrea, le va a conceder licencia para exportar trigo de Sicilia, cosa que le ayudaría a resarcirse de sus cuantiosos gastos.
Juan de Austria encomendaría a Juan Andrea Doria el mando del flanco derecho de la flota de la Liga a mediados de septiembre de 1571. El lado izquierdo sería comandado por el jefe de las galeras del Papa, Marco Antonio Colonna, con el que Juan Andrea ya había tenido fricciones importantes por cuestiones de precedencia en el mando. El propio Juan de Austria se ocuparía de la parte central y el experimentado Álvaro de Bazán, de la retaguardia. Con esta formación entraron en el golfo de Lepanto aquel inmortal, como diría Cervantes, 7 de octubre de 1571 para luchar contra la imponente flota otomana comandada por Alí Baja, que culminaría con la descomunal y brillante victoria de las armas cristianas.
Sin embargo, desde el propio día de la batalla ya se pondría en cuestión la actuación en este combate de Juan Andrea Doria al mando de sus fuerzas en la batalla. El juicio general sobre su actuación que ha dado la historiografía hasta hoy ha sido contradictorio.
En los momentos posteriores a la batalla, las críticas fueron tan duras como para acusarle de cobardía. De cualquier forma, gracias al rotundo éxito cosechado por los otros jefes cristianos en los otros sectores de la batalla, se pudo aminorar el efecto de la separación de la escuadra de Juan Andrea del resto de la flota, con lo que se abrió un hueco lo suficientemente grande para que pasaran las cuarenta y nueve galeras y treinta y cuatro galeotas del bey de Argel, con objeto de envolver a las cuarenta y ocho que estaban bajo el mando del genovés. Tuvo que ser la oportunidad y la pericia de Álvaro de Bazán, que llegó a tiempo para socorrer este flanco derecho, lo que permitió reconstituir las fuerzas.
En las empresas posteriores se quiso eliminar por parte del Papa, el mando de Juan Andrea, cosa que se consiguió para el año siguiente de 1572 (se nombró en su lugar a Antonio Doria, con quien tenía precisamente Juan Andrea una cierta enemistad), aunque no se le pudo retirar el asiento de sus galeras con la Monarquía hispánica; cosa esta última que renovó con su presencia, una vez más en la Corte, en ese mismo año.
En 1573 comenzaron los problemas internos en la propia Génova, en la que, por supuesto, Juan Andrea estaba llamado a ocupar un papel protagonista. Su sistema de república mercantil aristocrática comenzó a entrar en crisis a partir de las pugnas entre la nobleza vieja, a la que pertenecía el propio Juan Andrea, y la nobleza nueva. En las negociaciones con el partido rival, Juan Andrea se mostró como un eficaz líder “natural” de su grupo, por cuanto procuró, y consiguió sembrar ciertas divisiones en el grupo oponente. No obstante, en 1575 estalló una insurrección en la que, además de caer algunos soldados de Juan Andrea, la nobleza vieja tuvo que huir de la república. Juan Andrea Doria tuvo que refugiarse en Nápoles, donde llevó a cabo una intensa labor en contra de los nuevos gobernantes de Génova, tanto en la política activa como en lo que se refiere a una acerba propaganda contra los “usurpadores”. Las cosas se pusieron todavía más peliagudas cuando, a raíz de las injerencias de Francia, parecía que el conflicto iba a tomar una dimensión internacional, toda vez que Juan Andrea estaba procurando una intervención armada española a su favor.
Aunque el Consejo de Estado en España estaba en principio dividido entre los que, como Alba, apoyaban la acción armada, y los que proponían la vía de la negociación, se decidió finalmente la intervención militar. Juan de Austria ordenó la acción bélica justo un día después de que Juan Andrea Doria, que había logrado realizar algunas maniobras de intimidación en el mar del norte de Italia y que había conseguido reunir una importante fuerza de infantería y una veintena de galeras, fuera elegido comandante de sus fuerzas genovesas. A pesar de los preparativos bélicos, al final, felizmente, se impuso una solución negociada del conflicto, y Juan Andrea se dedicará a partir de entonces, sobre todo, a aumentar notabilísimamente su patrimonio, al tiempo que su apoyo se iba a declarar importante para la elección del Dux.
Más adelante, en 1582, una vez que se había producido el viraje de la política exterior de Felipe II del eje mediterráneo al eje atlántico, Juan Andrea sí va a llevar a cabo esta vez una venta importante de galeras al rey de España; sobre todo porque este tipo de barcos era muy poco operativo en este nuevo escenario bélico marítimo (donde el galeón se va a enseñorear ahora de los mares), y porque había, dentro de la más alta administración española, una serie de personajes convencidos de la idoneidad de acabar con el sistema de asientos y controlar más directamente los medios del poder naval a partir del sistema de administración.
La falta de protagonismo como asentista la va a suplir Juan Andrea por el hecho de que ahora empieza a cobrar cargos importantes dentro del esquema de mando en el Mediterráneo de la Monarquía hispánica.
En 1583, Felipe II le va a nombrar capitán general de la Mar, cargo que ya habían ocupado nada menos que García de Toledo y Juan de Austria.
Ahora bien, la actividad en el Mediterráneo ya no era la misma que en los viejos tiempos del Emperador o en los relativamente recientes de Lepanto. De hecho, arrancaría de una nueva estancia en la Corte el puesto de consejero de Estado, además de otras sustanciosas prebendas, como el pago que se le hizo de setenta mil ducados que la Corona le había dejado a deber, la concesión de un codiciado hábito de la Orden de Santiago, la promesa de la concesión de una encomienda de las órdenes militares para un hijo suyo y la recomendación para otro, por parte de Felipe II, para que pudiera obtener el capelo cardenalicio.
A pesar de que la influencia del secretario próximo a la persona real, Juan de Idiáquez, pudo tener mucho que ver en estas generosas decisiones del Monarca, estaba claro, conociendo al, que no debía albergar un concepto demasiado negativo de él para mostrase tan liberal; o, por lo menos, Juan Andrea era lo suficientemente poderoso, o lo suficientemente rico, para que encontrara acogida en el afecto real.
Pero él seguía con sus negocios incrementando su patrimonio, así el 17 de septiembre de 1587, fondea en el puerto de Cartagena la escuadra de galeras, bajo el mando de Juan Andrea Doria, procedente de Italia, para embarcar, dinero, ropas y demás objetos que hay que enviar a Orán y Mazalquivir. Pero, por hallarse en las cercanías de estas costas el corsario argelino arráez Morato, con 17 navíos, se manda embarcar a 300 vecinos de Cartagena, Lorca y Mazarrón que sean buenos arcabuceros.
Durante el reinado de Felipe III, todavía Juan Andrea asistió a algunas acciones de interés. Pero, en una de ellas, se demostró que Juan Andrea no estaba llamado para la gloria: una tempestad le obligó a desistir de su empeño; por lo menos no al nivel de su tío Andrea, cuyo ejemplo, tuvo que pesar como una losa en su propia trayectoria vital. Al final, se vio inclinado a dimitir de su cargo, y el Senado de Génova le tributará honores especiales, como la erección de una estatua al estilo de la que se había levantado en honor del propio Andrea Doria. Falleció pocos años más tarde, el 2 de febrero de 1606 por causa de una mala salud que le acompañaba desde hacía años. Su herencia económica fue impresionante, con un patrimonio que superaba con creces el millón y medio de escudos de oro, aunque sus numerosos hijos (un total de cinco) no recibirían con ella el protagonismo que, como su todavía más afamado tío, llegó a ocupar en la escena internacional.
EFEMÉRIDES DE CARTAGENA DEL 17 DE SEPTIEMBRE
©Juan Manzanares García
-1580. Acuerda el Ayuntamiento de Cartagena pedir licencia al rey para levantar una torre de defensa sobre la laja que hay a la entrada de este puerto, autorizándole para imponer un derecho a los buques que recalasen en el mismo mientras se cubría el valor de la obra de dicha torre.
-1587. Fondea en el puerto de Cartagena la escuadra de galeras al mando de Juan Andrea Doria procedente de Italia, para embarcar, dinero, ropas y demás que había que enviar a Orán y Mazalquivir, pero por hallarse en las cercanías de estas costas el corsario argelino, el Arráez Morato con 17 navíos, se mandó embarcar a 300 vecinos de Cartagena, Lorca y Mazarrón, que fueran buenos arcabuceros.
-1674. Es nombrado Regidor del Ayuntamiento de Cartagena, Don Jerónimo de la Llana.
-1696. Se emite Real Cédula concediendo licencia a Ginés Jiménez para beneficiar unas minas, al parecer, de plomo, con porción de plata y oro, que había descubierto en el pago de El Garbanzal y escoriales antiguos que lindan con la cueva de Don Juan, término de la ciudad de Cartagena, y las demás vetas que registrare en dicho término.
-1773. Ordena el rey que se remitan al emperador de Marruecos los cien esclavos moros más viejos e inútiles que hubiere en el Arsenal de Cartagena, que el Sultán había pedido al rey como compensación a la licencia que había dado para sacar trigos de su país sin pago de derechos. Se embarcaron en los jabeques para enviar a Marruecos, a los siguientes moros: 8 tullidos; 2 locos; 3 cojos; 4 muy ancianos; 16 mancos; 30 quebrados; 4 ciegos y 33 enfermos crónicos de mal de corazón, asmáticos, leprosos, perláticos y tísicos.
-1802. Por temor al contagio de la epidemia colérica reinante en muchas poblaciones de España, la Junta de Sanidad da órdenes para que todas las cartas que traiga la posta para la población sean picadas y pasadas por vinagre.
-1810. Con motivo de encontrarse fuera de la ciudad muchos regidores a causa de la epidemia, los pocos que concurren hoy a las salas capitulares acuerdan que, se celebren las sesiones con los que concurran, presidiendo el más antiguo, cuando falte el gobernador.
-1870. Con motivo de los temores que se tenían en Cartagena por la epidemia de la fiebre amarilla, se organiza una manifestación en favor de establecer un cordón sanitario en la ciudad, cuya petición fue aceptada por las autoridades. Al día siguiente salió para Madrid una comisión para recabar del gobierno el permiso, que es concedido.
-1873. El Cantón. Una columna que ha salido esta mañana de la plaza ha vuelto por la tarde trayendo 23 carros cargados de víveres recogidos en Los Dolores. Las tropas sitiadoras que estaban a la vista no han hostilizado esta expedición.
-1916. A consecuencia de una lluvia torrencial que duró demasiado tiempo, se inunda el Almarjal poniendo en grave peligro las vidas de las personas que allí residían, teniendo que acudir a salvarlas en botes. Durante más de quince días estuvo inundado el Almarjal.
-1993. Zarpa del puerto de Cartagena el buque de la Armada, Castilla, con un contingente de 650 soldados que el Gobierno español mandaba para colaborar en la pacificación de Los Balcanes que, llevando además ayuda humanitaria, se englobarían en las fuerzas de los “cascos azules” de la organización de las Naciones Unidas.
-1997. Abre sus puertas al público la oficina municipal de turismo ubicada en las antiguas puertas de San José.
-2006. Toma la alternativa en la plaza de toros de Murcia, el rejoneador Pedro Hernández Triviño, "El Cartagenero". Siendo el padrino, Pablo Hermoso de Mendoza y testigo, Andy Cartagena. El toro de la alternativa se llamaba "Malhechor" y era de la ganadería de Fermín Bohórquez. Cortó una oreja.