HOLA, PAPÁ

Eva

HOLA, PAPÁ

 

Hola, papá. Llevo varios días que escribo mentalmente cuando paseo, nado en la playa o simplemente observo los barcos desde el balcón. Pero después no consigo sacar fuerzas para sentarme delante de un ordenador que está cerrado por vacaciones.

¡Pero es que tengo tantas cosas que contarte, papá!

Hay muchísima gente que pregunta por ti aquí, en la playa. Caras de sorpresa al enterarse de que este año ya no estás, muestras de cariño y palabras bonitas para ti.

Y un montón de whatsapp que recibo de amigos tuyos de la Hermandad de veteranos, de Ginés el cartagenerico, de tu amigo de Oviedo… 

¿Sabes una cosa?, el otro día enciendo la radio en Onda Regional de Murcia y menuda sorpresa, ¡un homenaje de Paco Franco, nuestro cronista de Cartagena para Paco de la Mufla! Fue súper bonito, nos hizo llorar a todos, pero claro, es que te describió igual que eres, así que como para no emocionarnos.

Ah, y otra cosa. ¡Quedan pocos libros de LA VENTANA DE EVA! Están circulando por toda España, algunas empresas lo están eligiendo como regalo a empresarios que llegan de visita a la ciudad. Ay, que veo tu cara, esa que asiente y sin decir nada muestra orgullo y un, “lo sabía”

Todavía me río cuando me acuerdo cuando llamaste a la imprenta, ja ja. Pero eso queda entre nosotros.

Te prometí que no me iba a volver a meter en un proyecto así, porque sólo tú y yo sabemos lo que he trabajado, bueno y algunos más… Pero creo que no voy a cumplir la promesa, papá. Mi cabeza está siempre dando vueltas y yo estoy feliz de ser parte de algo tan bonito como ayudar a los demás.

¿Sabes que los niños con cáncer estaban de campamento una semana, sonriendo, felices, gracias a mi trabajo y el apoyo de tantas personas, cuando decidiste descansar?

Así que seguro que no te enfadarás, lo sé. Porque lo haré más tranquila y con más experiencia.

Hemos traído un poquito de ti a la casa de la playa. Ya sabes cómo es tu nieta Paula, y si no, te lo recuerdo. Impulsiva y con un corazón de oro. Pues sí, aquí tengo un botecito con tus cenizas. No, tranquilo. Las principales están justo donde tú elegiste, que no sé si fue casualidad, pero es mi lugar favorito.

Pero ella se encargó de que le llenaran un botecito pequeño, para tenerte siempre cerca, y aquí estás, junto a esa ventana enorme del comedor con vistas al puerto deportivo.

Te estoy escuchando, “ esta Paulaaaa”

Llevo días que la observo en la playa. Baja con su red y el pan, pesca, pero no como antes. Y cuando entra algún pez en ese artilugio que creó hace tiempo para llevarte a casa pescado fresco, lo suelta con carita triste. 

Las dos ríen todo el día, son alegres, ya lo sabes. Y Paula dice que si ahora no estás tú para que la abuela te haga esa fritura tan rica, que ya no es lo mismo.

Y es que donde miremos, papá, es imposible no verte. 

Cuando paseo por Bahía y huele a jazmín, recuerdo cómo desde pequeña te veía coger algunos jazmines y ponérselos en el escote a mamá.

¿Sabes que Miguel también lo hace? En fin, corramos un tupido velo. Todo se pega, aunque ojalá y se le peguen muchas cosas tuyas.

Ah, se me olvidaba. Después de un montón de años, hemos estado en casa de tu primo Pedro y Ángeles. Y también en casa de la prima Anita.

Con la excusa de unos libros que querían, pasamos una tarde muy bonita. Y siempre con un protagonista especial, TÚ y SIEMPRE TÚ.

El primo Pedro me ha dado algunas ideas para escribir algo que ya te contaré más adelante. Pero es agradable recuperar el contacto con personas con las que siempre fuimos felices y a veces por el ritmo frenético de la vida…

Tengo que decirte que nos sentimos todos muy arropados, por el cariño y el apoyo de la gente. Y que… ¡he recuperado la sonrisa!

Pensé que nunca la volvería a dibujar, pero sí, ha vuelto. El halo de tristeza quizá no se vaya nunca, pero ese nadie lo nota. Te pienso, te sueño, te lloro en mi intimidad, y después recuerdo cada uno de los consejos que nos has dado. Así que salgo a la calle y me agarro a la vida.

Si te soy sincera, creo que algo dentro de mí coloca barreras: negación, ignorar… A ver si me explico. Que cuando me encuentro muy bien, creo que es por esos muros que levanto y que me hacen creer que todo esto no ha ocurrido. Aunque luego la vuelta a la realidad es dura.

Dicen que en septiembre vamos a hacer una misa. Hay muchas personas que te quieren, que se han enterado más tarde de tu marcha de este mundo terrenal, y que quizá sea una manera bonita de sentirte cerca.

Ahora me dirás, “Evaaaa, que te pierde la boca”. Pues sí, por eso voy a decirlo. Me han hecho perder la fe, estoy enfadada y decepcionada, quiero que vuelvas, borrar estos cinco meses y que tengas la vida que mereces. Así que iré, no quiero que te molestes, pero…

Me han dicho muchas personas que estás ahí para darnos fuerza, cuidarnos… Y yo que estoy en esta fase rebelde e injusta, les digo que no siento todo eso que me cuentan.

Hasta hace unos días que sentí algo especial. Fui a la casa, no había vuelto desde… Entré en tu habitación y me senté en tu sillón del último mes.

Sillón de confesiones, charlas, silencios con las manos entrelazadas, risas, historias, llantos. Y me senté, allí, en la penumbra de una habitación con las persianas bajas. Y entonces lo sentí, PAZ.

No puedo explicarlo, pero entre lágrimas noté esa paz tuya, tranquilidad, descanso.

En días como hoy pienso en volver y sentarme allí a leer, a escribir o simplemente a estar. 

Bueno papá, ya te iré contando. Porque después de verano brillarás como una estrella enorme. Porque ya sabes que quedaron cosas pendientes, pero aquí estoy yo, para no dejar que se apague.

Ja ja, veo tu cara. Sí, voy a ir a por todas, a rematar eso que dejamos a medias. Porque te lo mereces y porque quiero que te sientas muy orgulloso de mí.

TE QUIERO, PAPÁ.

 

LA VENTANA DEL CIELO

EVA GARCÍA AGUILERA