Montanaro: PARANOIA EN MONCLOA Y LAS VENTANAS ROTAS
PARANOIA EN MONCLOA Y LAS VENTANAS ROTAS
Moncloa y la teoría de las ventanas rotas. La teoría de las ventanas rotas es un concepto que sostiene que, el desorden visible y el deterioro de un entorno, como una ventana rota sin reparar, pueden generar un ambiente de anarquía que fomenta un aumento en infracciones y comportamientos crueles. La teoría sugiere que ignorar los problemas pequeños y visibles, normaliza y empeora las infracciones mayores y así estamos. Esta teoría se aplica, no solo a la delincuencia, sino también a ámbitos como el comportamiento organizacional, política y relaciones sociales, donde las "ventanas rotas" si no se abordan de inmediato, si se ignoran o si se rompen a conciencia, pueden escalar y llevar a problemas mayores, como un rendimiento deficiente donde se instala la corrupción, sesgos amplificados o incluso, fallos ideológicos sistémicos y este sistema político falla, pierde agua por los dos costados y cada día más aceite…, así la naturalización del “destrozo del Estado” llevado a cabo por el sanchismo es una clara evidencia, no por descuido sino por delincuencia.
“Franco en protagonista de la historia actual y curiosamente, de su progresismo evidente y verificable destacando contra el progresismo de la mentira sánchista”
Hoy en su descalabro, cuando estaba olvidado el franquismo, ya que estamos en el 2026 casi…, donde la protagonista debía ser la “democracia”, han convertido a Franco en protagonista de la historia actual y curiosamente, de su progresismo evidente y verificable destacando contra el progresismo de la mentira sánchista. Los signos visibles de desorden y descuido en un entorno como una ventana rota sin reparar, fomentan un mayor deterioro y, en última instancia, el crimen grave, la sedición o la insurrección. El mensaje implícito es la permisividad y la ausencia de control social, lo que invita a más vandalismo en este caso político y conductas antisociales.
“Paralelismo… La percepción de que algo está abandonado y de que su destino no le importa a nadie puede desencadenar comportamientos que incluso pueden contravenir las creencias de quienes las llevan a cabo”
El experimento de Zimbardo. Dos coches en perfecto estado de idéntico color, marca y modelo en dos puntos diferentes abandonados, el Bronx, barrio desestructurado y Palo Alto o área rica californiana. Una vez allí dejaría las puertas abiertas. Inicialmente, el comportamiento observado fue diferente. El coche aparcado en el Bronx fue rápidamente desvalijado. Por contra, el coche aparcado en Palo Alto permaneció incólume durante una semana. El experimento continuaba, pasado ese tiempo se decidió atacar el vehículo y causarle algunos daños, entre ellos la ruptura de una de sus ventanas. A partir de ese momento, viendo indicios claros de abandono del vehículo, los vecinos de Palo Alto tuvieron el mismo comportamiento que los del Bronx, lo saquearon y destrozaron. Paralelismo… La percepción de que algo está abandonado y de que su destino no le importa a nadie puede desencadenar comportamientos que incluso pueden contravenir las creencias de quienes las llevan a cabo, pudiendo llegar a la distorsión ética, a la negligencia e ignorancia respecto a lo que sucede realmente.
“Si queremos evitarlo, deberíamos plantearnos arreglar esa ventana rota cuanto antes. La ventana se llama “sanchismo””
Así, el hecho de mentir, puede llevar a la necesidad de elaborar cada vez mentiras más complejas o relatos para convencer a los demás y los crean. A nivel urbanístico la presencia de puntos concretos en los que existe abandono y descuido son proclives a generar a su alrededor un aumento de las áreas descuidadas e incluso de la comisión de delitos, degradando el lugar, muchos ejemplos en la España actual. De hecho, los barrios que, poco a poco ven reducido su prestigio social, en algunos casos hasta llegar a considerarse marginales y degradados e invadidos. La bola de nieve del abandono y el maltrato, así como la pereza implícita tiende a crecer rápidamente si hay signos externos que lo muestran. Si queremos evitarlo, deberíamos plantearnos arreglar esa ventana rota cuanto antes. La ventana se llama “sanchismo”.
“Un gobierno que no sanciona el nepotismo o el uso indebido de recursos podría estar creando las condiciones para que se normalicen infracciones más graves, ya, si lo genera como es el caso es una trasgresión letal”
Cuando todo el mundo hace algo que se normaliza socialmente a pesar de ser crítico, hacen falta unos valores muy férreos para no dejarte llevar por la marabunta. El caos y el orden se alimentan de sí mismos, ambos. De ahí la importancia de mantener el orden para que el caos y la entropía no se hagan dueños del lugar, de la nación o de la política como ahora. Así, la Corrupción y la transparencia en el ámbito de la gobernanza, ignorar pequeñas faltas éticas o administrativas, ya no digo provocarlas, genera un ambiente que tolera la corrupción a gran escala. Un gobierno que no sanciona el nepotismo o el uso indebido de recursos podría estar creando las condiciones para que se normalicen infracciones más graves, ya, si lo genera como es el caso es una trasgresión letal.
“La corrupción política no es solo el resultado de que "malas personas" lleguen al poder, sino que el propio sistema puede corromper a individuos que ingresan con buenas intenciones”
Hago énfasis en las contribuciones de Zimbardo a la perspicacia de la corrupción política que, se derivan principalmente de su investigación sobre la psicología situacional, especialmente de ejemplos como el de la cárcel de Stanford o los abusos en la Prisión de Abu Ghraib y de su concepto del "efecto Lucifer", al que me quiero remitir por la calidad humana del personaje, irónicamente claro, dónde sistemas corruptos pueden moldear a individuos que, de otro modo, se considerarían cómo "buenos". Así destaco, la pérdida de la identidad individual dentro de un grupo, lo que reduce la responsabilidad personal. Obediencia a la autoridad como seguir órdenes de figuras de autoridad, incluso si son dañinas. Una conformidad social como la presión para ajustarse a las normas y roles impuestas y sobre todo, una deshumanización en el proceso de ver a las víctimas como seres inferiores, lo que facilita el maltrato.
“el "socialismo corrupto" analiza cómo la corrupción sistémica en un modelo socialista como el actual deteriora la confianza y el orden social”
La corrupción política no es solo el resultado de que "malas personas" lleguen al poder, sino que el propio sistema puede corromper a individuos que ingresan con buenas intenciones. Un entorno que fomenta el abuso de poder, la falta de responsabilidad y la deshumanización de los demás puede llevar a funcionarios a tomar decisiones inmorales. En política, los líderes y funcionarios corruptos utilizan la deshumanización -acto de negar a otras personas o grupos sus cualidades humanas, tratándolos como objetos, animales o enemigos- de sus opositores o de ciertos grupos sociales para justificar las acciones y evadir la culpa. La relación entre la teoría de las ventanas rotas y el "socialismo corrupto" analiza cómo la corrupción sistémica en un modelo socialista como el actual deteriora la confianza y el orden social, de manera similar a cómo los signos de desorden visible, pueden conducir a un aumento de la delincuencia institucional.
El desorden se manifiesta en la impunidad de actos de corrupción, el nepotismo en la función pública o la falta de transparencia en la gestión. Cuando la sociedad observa que estos actos corruptos no son castigados, se erosiona la creencia en la honestidad del sistema. La percepción de que "todo el mundo lo hace" fomenta que la corrupción se extienda y se normalice.
De la corrupción menor a la corrupción a gran escala sólo hay un paso, la indiferencia ante la corrupción genera un entorno de permisividad que alienta a funcionarios y sobre todo a políticos a cometer fraudes mayores, desvíos de fondos y otros delitos de cuello blanco.
“cleptocracia o, poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político desacreditando la promesa de una sociedad más justa”
Un gobierno socialista que tolera la corrupción rompe su promesa de promover la justicia social y la igualdad, un hecho en España con este gobierno. La ideología que busca el bienestar colectivo, se ve traicionada por el enriquecimiento personal de unos pocos y el poder de otros como Sánchez y su horda. La corrupción sistémica en un modelo socialista no sólo mina la confianza en los ciudadanos, sino que, de hecho, hoy se percibe el socialismo como una máscara para la cleptocracia o, poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político desacreditando la promesa de una sociedad más justa entrando en un desorden visible del socialismo corrupto con hechos. Falta de servicios públicos eficientes en la gestión como la sanidad, la educación e infraestructuras puede manifestarse en el despilfarro de recursos y la ineficacia. Estas deficiencias son las "ventanas rotas" que la ciudadanía percibe directamente y que erosionan su fe en el sistema.
“quedan los juicios del hermano, el de Ábalos y Koldo, el de Santos Cerdán, Las fontaneras, su mujer y otras cosas de meter…,”
El insulto es notable. "Fachas con Toga". Cuando Juan Ramón Berdugo, miembro del tribunal que ha votado a favor de la condena al fiscal general del Estado, escribió la sentencia de la Gürtel que destruyó el crédito del Partido Popular y acabó expulsando a Rajoy de la Presidencia del Gobierno, no consta que la miserable a la sazón, mantenida inútil de Ione Belarra haya dicho que era una maniobra promovida por jueces fascistas, "asesinato civil" y "puro golpismo judicial" o desmantelarlos como pide la arrodillada cajera de polígono industrial nocturno en Galapagar. Y cuando Antonio del Moral, otro integrante del tribunal que ha dado su voto condenatorio a o contra García Ortiz, fue ponente de la sentencia contra Urdangarín, por el Caso Noos, tampoco nadie de la izquierda lo criticó, necios cínicos. Entonces, la justicia era estupenda. Ahora ya no. Porque han condenado a uno de los suyos y suma y sigue, el temor es que se les rompa el cántaro de agua.
“Todos cedieron por el bien de las generaciones futuras, fue el mejor momento de España, pero han vuelto a dividirnos y enfrentarnos.”
El nerviosismo que existe en Ferraz es porque se trata de la primera sentencia condenatoria del sanchismo, quedan los juicios del hermano, el de Ábalos y Koldo, el de Santos Cerdán, Las fontaneras, su mujer y otras cosas de meter…, quizás otro por presunta financiación ilegal y blanqueo de dinero del Partido Socialista. Ya veremos.
La condena del fiscal general no sólo cierra un capítulo oscuro de la historia de la Fiscalía española, sino que abre una cuestión mucho más grave sobre la legitimidad política de quien lo nombró y rehúye su responsabilidad.
“La dictadura que yo y muchos conocimos fue la de ETA, con asesinatos, amenazas y familias con la vida partida y desplazadas de su tierra.”
A vueltas con el medio siglo de democracia hay que recordar que el pasado es historia, y la historia pasado es... Franco no fue un demócrata, fue un dictador o un autócrata, mejor dicho, pero murió de viejo, respetado por la mayoría de los españoles, dejando como legado una España unida, próspera y en paz, con una clase media fuerte que fue la que hizo la transición. España estaba preparada para la reconciliación y la democracia. Todos cedieron por el bien de las generaciones futuras, fue el mejor momento de España, pero han vuelto a dividirnos y enfrentarnos. Se quejan de que la juventud ha vuelto la mirada al franquismo, quizá porque ansía lo que tuvieron sus padres y abuelos, trabajo en relación con el esfuerzo, calidad de vida y de futuro, seguridad, vivienda y ocio sano, hoy negado por la corrupción política e ideológica. La dictadura que yo y muchos conocimos fue la de ETA, con asesinatos, amenazas y familias con la vida partida y desplazadas de su tierra. Nada de aquello estaba en el pasado, era el día a día y era brutal. Me desconcierta esta memoria selectiva que ahora se promociona. Franco aparece en todas partes como si acabara de morir y ETA debe caer en el olvido como si nunca hubiera existido. Si de verdad se quiere memoria, tendrá que ser memoria histórica y no inventada ni selectiva. Mientras haya víctimas vivas intentando recomponerse, el borrado del terror de ETA no puede ser convivencia porque es puro cinismo, paseábamos por la calle con miedo de que estallará una bomba. Y ya estábamos en democracia. Tiros cobardes en la nunca, niños asesinados por esos que hoy están blanqueados por el gobierno como hombres de paz y dictan leyes en el Congreso a un gobierno corrompido, pútrido y espurio, SÍ tengo memoria.
Soy consciente de que no se permitía la discrepancia ideológica, pero quienes nos gobiernan ahora, van por ese mismo camino, nunca he visto, hasta la llegada de Zapatero y después con la llegada de Sánchez, que se hablase tanto de Franco, ni que se quisiese enfrentar a la ciudadanía recuperando el triste y peligroso concepto de las dos Españas.
“El problema no es que Franco no fuera un demócrata, que es obvio. El problema es que los que han venido después tampoco lo son y eso no parece tan obvio.”
Hoy es más parecido a la España del 34 donde las libertades eran prácticamente una ilusión y las represalias estaban a la orden del día. Cierto es que entonces directamente te pegaban un tiro a la primera de cambio y ahora te machacan en redes o en medios, pero la base es la misma. Memoria reciente es la de Mariano Rajoy, que con la mayoría absoluta que se le dio, no hizo nada para impedir lo que hizo ZP. El problema no es que Franco no fuera un demócrata que es obvio. El problema es que los que han venido después tampoco lo son y eso no parece tan obvio.
Así, en el vasto edificio del Estado español se ha producido un nuevo episodio irreverente, la ventana rota más fuerte no la quebró un vándalo, ni un vecino revoltoso, ni siquiera un funcionario aburrido. La rompió el propio vigilante del orden, el hombre que, según el cartel de la entrada, debía mantener los cristales limpios y los secretos bien guardados, se le cayó la gamuza.
España, acostumbrada a vivir con agujeros en el pavimento y farolas apagadas, se queda sin palabras. No por la ventana rota —que a estas alturas ya forma parte del ajuar nacional— sino porque el autor del estropicio es el mismo que recitaba el catecismo del orden institucional. Mientras tanto, desde la suite presidencial, que luce perfecta a distancia, pero cuyos pasillos resuenan como si crujieran, se asegura que todo está bajo control. Que lo de la ventana es un pequeño incidente, casi artístico, digno de exposición contemporánea y un acoso del virtuoso de la derecha con toga. En un país donde cada ruido se convierte en rumor, y cada rumor en profecía, el eco del vidrio roto se escucha por todas partes, en el metro, en los mercados, en las sobremesas y sobre todo en las ruedas de prensa lémures y de fantasmas.
“Porque la ironía de este país es que el único que rompió la ventana se marchó dejando un letrero que dice “Yo no fui”.”
Si el vigilante rompe las ventanas, ¿quién se supone que las arregla? Mientras encuentran la respuesta, las alimañas critican, las gallinas cacarean y las golondrinas ya planean instalarse dentro del edificio, los vecinos comienzan a poner cortinas de plástico para que no entren las corrientes de incertidumbre. Si algo nos enseña la teoría expuesta, es que cuando nadie repara el daño, el abandono se vuelve tendencia. Y aquí, como todos saben, las tendencias duran años. A estas alturas, el edificio del Estado luce tantas ventanas rotas que cualquier turista podría confundirlo con una instalación artística titulada “Autorretrato de un país en modo mantenimiento pendiente”. Porque la ironía de este país es que el único que rompió la ventana se marchó dejando un letrero que dice “Yo no fui”. Por una suerte de denigración moral esta basura que limita en la izquierda se creen por encima del resto, con derecho a establecer la justicia que crean conveniente, estos sujetos y sujetas, como todo el gobierno en pleno deberían de estar obligados a dejar los cargos y estar inhabilitados de por vida por ser una lacra democrática, un cáncer político con metástasis terminal. Esta gente puede insultar, puede odiar, puede maltratar y puede prevaricar, puede prostituir la Constitución y las leyes, pueden delinquir y no pasa nada, son sus derechos y nuestras obligaciones bajo su poder es ser borregos…
Andrés Hernández Martínez