El Gobierno Regional focaliza en el acuífero para evitar actuar en origen

El Gobierno Regional focaliza en el acuífero para evitar actuar en origen
Si algo evidencian las consecuencias de la DANA Alice es que el principal problema sige estando tierra adentro, y las medidas en origen son las más necesarias, eficaces y urgentes.
Una vez más se retuercen los argumentos de manera torticera para justificar un proyecto de Colector Norte y batería de pozos públicos, que en realidad no es un proyecto ambiental sino agroindustrial.
Recuerdan que con episodios de lluvias de cierta entidad, la contaminación acumulada por meses o años en el terreno, entra de golpe al Mar Menor empeorando su estado eutrófico rápidamente
Ecologistas en Acción denuncia que el Gobierno Regional vuelve a retorcer los argumentos para eludir su responsabilidad y evitar las medidas en origen, tras los efectos de la DANA Alice en el ecosistema del Mar Menor. Por un lado, a pesar de la evidencia, vuelve a poner el foco en el agua y el acuífero, cuando el problema es lo que arrastran esas escorrentías y cuál es el estado previo de la laguna a la que llegan esas toneladas de suelos agrícolas y nutrientes, en su mayor parte agropecuarios.
Por otro lado, se sigue con la estrategia de pasar la pelota a la administración central, exigiendo costosos proyectos ineficaces de final de tubería, mientras la Comunidad Autónoma sigue eludiendo sus propias competencias, que precisamente son las principales para poder adoptar medidas eficaces y en el origen.
La CARM a vueltas con el acuífero y su proyecto de Colector Norte
Ecologistas en Acción critica que el gobierno autonómico mantenga su empeño en focalizarlo todo en el acuífero, para justificar el ineficaz proyecto de Colector Norte y batería de pozos perimetrales (“casualmente” competencia del Gobierno Central). Dicho proyecto, con la pretendida excusa de reducir la contaminación del Mar Menor, en realidad se trata de un proyecto más bien agrícola: conseguir agua con calidad para regar, a través de un costoso proyecto público, que además asume todos los riesgos y que redirige parte de la contaminación de un ecosistema a otro (toneladas de nitratos acabarían en el Mediterráneo). Y ese agua, se volvería a usar para mantener un sistema agroindustrial insostenible, que perdería cualquier incentivo de cambio, al dar por sentado que se elimina gran parte del problema.
Pero lo cierto es que este proyecto no podrá reducir significativamente la entrada masiva de suelos y nutrientes agropecuarios, que entra por diferentes ramblas, y dependiendo de dónde se centren las lluvias torrenciales, puede que en su mayor parte ni siquiera pasen por la Rambla del Albujón.
La organización ecologista lleva años denunciando que la administración regional parece más preocupada en salvaguardar los intereses privados empresariales, que en proteger el Interés General de la ciudadanía, es decir, salvar el Mar Menor.
La importancia del cambio del paisaje en la cuenca vertiente
Los dos principales cambios de paisaje de la cuenca vertiente que más afectan al ecosistema del Mar Menor, se han producido en las últimas décadas, y están relacionados con el sector primario y el urbanístico.
El cambio de cultivos de secano a un regadío intensivo industrial, con la llegada del agua del trasvase Tajo-Segura, no sólo trajo un aumento exponencial del uso de abonos, también un cambio importante en el paisaje, que tiene consecuencias nefastas. Mientras el secano estructura el terreno para retener el agua de lluvia y la fertilidad del suelo, mediante aterrazados, pedrizas, y barreras vegetales, el regadío industrial hace todo lo contrario: rotura brutalmente el terreno eliminando terrazas, desniveles y vegetación, unificando y allanando la superficie de cultivo para rentabilizar el uso de maquinaria, y facilitando la escorrentía y el drenaje del agua del terreno. Además, elimina ramblas o las transforma en canales de drenaje, eliminando gran parte de su funcionalidad frente a las lluvias. En el regadío intensivo, paradójicamente, es un problema que el agua encharque el terreno.
El otro cambio importante del paisaje tiene que ver con el urbanismo. Al desarrollarse el modelo de turismo residencial, que en realidad es un proyecto urbanístico más que turístico, encaminado a vender segundas residencias, se ha ocupado el territorio encauzando, estrechando, desviando y entubando muchos tramos de ramblas, especialmente tramos finales que antiguamente estaban ligados a humedales, que también se han reducido o eliminado para construir, o cultivar. Los humedales conectados con las ramblas, eran el último filtro que terminaba de reducir la carga de sedimentos y nutrientes que llegaba al Mar Menor.
Ambos cambios combinados, se retroalimentan: por un lado tenemos terrenos más erosionables, con un contenido muy alto en abonos, cuyas modificaciones favorecen la escorrentía y por tanto hacen que la lluvia viaje más en superficie y más de golpe. Combinado con la eliminación de la función de laminación y filtrado que tenían las ramblas, humedales y zonas de inundación, aumenta la entrada masiva de sedimentos cargados de abonos, en una laguna ya empachada. Si lo combinamos con la ocupación de terrenos inundables y de cauces de rambla, especialmente en tramos finales, tenemos además una población más expuesta a los riesgos de una riada: el agua viene más de golpe, con más fango a zonas más habitadas aumentando el riesgo y los daños materiales.
Para Ecologistas en Acción hay una responsabilidad clara en la administración autonómica y las locales, por no controlar ese cambio masivo del paisaje, que se ha llevado a cabo sin prácticamente ninguna evaluación previa. Tampoco la Confederación Hidrográfica del Segura ha hecho lo propio con la conservación de las ramblas, aunque existen proyectos recientes de recuperación de cauces.
Soluciones en el origen y basadas en la naturaleza
Por todo eso es tan importante que se elijan bien las soluciones necesarias, para usar los escasos fondos públicos con la mayor eficacia, y cuando nos acercamos a los diez años desde que se produjo la primera “sopa verde” que cambió para siempre al Mar Menor, y cinco desde que se aprobó la Ley 3/2020, de 27 de julio, de Recuperación y Protección del Mar Menor, la mayor parte de las soluciones en origen siguen sin implementarse, especialmente las que dependen de competencias autonómicas.
Desde Ecologistas en Acción exigen el cumplimiento urgente de las cinco medidas de la Ley 3/2020 con efectos más estructurales en el origen del problema:
Más ambicioso Programa de Actuación en la Zona Vulnerable por Nitratos.
Plan de Ordenación Territorial de la Cuenca Vertiente al Mar Menor. Que ponga orden en la cuenca vertiente, limite las transformaciones del paisaje y recupere capacidad de retención de agua y sedimentos.
Programa de prevención de la erosión y conservación de suelos, que incluya la obligatoriedad de setos realmente funcionales en los cultivos, entre otras actuaciones en toda la cuenca.
Plan de Restauración hidrológico-forestal de toda la cuenca vertiente, que reduzca las escorrentías, como ya se ha hecho con éxito en el pasado en otras zonas de la región.
Plan de Recuperación de Vías Pecuarias y de su ancho original en la cuenca vertiente del Mar Menor.
La organización ecologista, para terminar, insiste en que las soluciones para el Mar Menor deben evaluarse desde el punto de vista Coste/Beneficio, para elegir las más eficaces, y no dilapidar el escaso presupuesto en medidas mal enfocadas, como el Colector Norte, que benefician más al sector primario que al Mar Menor.