Rincón Literario de Paco Marín: “Nadie elige nada”
TÍTULO: Nadie elige nada
AUTOR: Miguel Ángel Gayo
EDITA: Tierra Trivium (2021) -Sangre y tinta-
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 14 x 21 cm. Número de páginas: 276. PVP: 18,00 €. ISBN: 978-84-123147-4-8
¿Es Justicia la que se ejerce a diario en los juzgados o tribunales?, ¿o mera venganza, disfrazada de Justicia?
Dos preguntas pertinentes para leer con cierta distancia “Nadie elige nada”. Teniendo en cuenta que todo el aparato judicial está regido por personas es normal que se cometan “errores” o “injusticias a sabiendas”. Por mucho que una persona sea juez ¿qué es más poderoso: el individuo con sus filias y sus fobias o la justicia simplemente? Son muchas las cuestiones que van surgiendo a medida que nos vamos sumergiendo en la lectura… por ejemplo ¿Cuánto influye el pasado personal en el presente profesional?
El misterio que rodea el retrato del asesino de una niña socavará los principios que rigen su labor como juez. ¿Acaso es Justicia la que ejerce a diario en su juzgado? ¿O solo venganza, disfrazada de Justicia?
Alejandro Araujo, juez penalista, recibe un mensaje en el que le informan de la muerte de su padre, un magistrado jubilado que alcanzó altas cotas de prestigio en su carrera. Cuando acude a la casa familiar, presencia una insólita escena: su madre ordena deshacerse de uno de los cuadros que pintó el difunto, el retrato de un desconocido de aspecto inquietante.
Alejandro impide que el cuadro acabe en la basura e inicia una investigación como si se tratase de uno de los muchos asuntos criminales que llegan a su juzgado. ¿Quién es el hombre de mirada oblicua y aspecto desaliñado que retrató su padre? ¿Qué vínculos unen a ese desconocido con su familia?
Pronto descubrirá que en la vida las acciones se encadenan unas con otras, que nada ni nadie existe aislado, y que el hecho, en apariencia trivial, de que el retrato de un desconocido haya colgado durante años en el despacho de su padre se entrelaza con su propia vida de manera inexorable.
Recomiendo encarecidamente la lectura de “Nadie elige nada”.
Miguel Ángel Gayo (Madrid, 1966) reside en Sevilla. Autor reconocido y premiado por sus relatos cortos en más de cuarenta certámenes de ámbito nacional e internacional, entre los que figuran el 1º premio en el Concurso Internacional de Relato Corto Elena Soriano (2009), el finalista en el VIII Concurso Literario Ángel Ganivet (Helsinki, 2014) y el XXVII Premio Internacional de Cuentos Max Aub (2013). El jurado del XLVIII Premio Internacional de Cuentos Miguel de Unamuno, de la Universidad de Salamanca, destacó que «… el trabajo de Miguel A. Gayo está bien urdido, es organizado, solvente e innovador en lo estructural».
Nadie elige nada narra una historia original y sorprendente, ambientada en el mundo judicial, y en donde la culpa y la venganza sobrevuelan el destino de los personajes.
En Sevilla departimos con Miguel Ángel Gayo… Un placer…
P.- Por favor, presente a Miguel Ángel Gayo:
R.- Nací en Madrid, pero unas oposiciones me llevaron transitoriamente a Sevilla. Allí conocí a una granadina, con la que me casé y formé una familia. En esta ciudad trabajo como funcionario de carrera y fue aquí donde pude desarrollar mi latente afición a la escritura. He finalizado varias novelas, aún inéditas. Mi dedicación al relato corto me ha procurado cierto reconocimiento, al ser premiado en más de cuarenta certámenes nacionales e internacionales.
P.- ¿Desde cuándo escribe y por qué?
R.- Escribo desde joven. Colaboré en varios periódicos barriales de Madrid y en alguna revista especializada de deportes. Con la escritura de ficción empecé hace 24 años, de manera intensa, quizás tratando de recuperar el tiempo perdido.
Crear historias me apasiona. Para mí, escribir un relato o una novela es crear una obra artística, más allá de la calidad que pueda o no tener. Un escritor es un artista. El arte modifica el mundo: lo hace un poco más bello, más interesante, más comprensible. Por eso escribo, entre otras razones.
P.- ¿Que tiene más dificultad: escribir relatos cortos o una novela?
R.- Son dos géneros muy distintos. Una novela requiere crear y mantener un mundo coherente. Toda obra de ficción, por muy ficción que sea, debe ser creíble una vez que el escritor ha construido el mundo donde la enmarca. Dentro de ese espacio inventado, los personajes y las situaciones deben ser creíbles, coherentes con ese mundo. Esa es para mí, la dificultad de la novela.
El relato corto se rige por otras leyes. Puede parecer incoherente, inacabado, imperfecto, pero si está bien escrito nos toca por dentro.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace “Nadie elige nada”?
R.- La novela «Nadie elige nada» surgió hace dos años. Tardé un año en escribirla y otro en perfilarla. Sentí la necesidad de crear una historia entretenida pero que a la vez tocara, aunque fuese de pasada, temas esenciales. El «argumento» es de ámbito policial y detectivesco; el «tema» toca la libertad (o no) de las acciones personales, la culpa que acompaña a las acciones criminales y el sistema de castigo establecido por las sociedades. De ahí surge la pregunta que acompaña el texto: ¿es Justicia la que se ejerce a diario en los juzgados o tribunales?, ¿o mera venganza, disfrazada de Justicia? La alusión a estos temas conecta «Nadie elige nada» con la mejor tradición de las novelas negras, donde la resolución del «acto criminal» da pie a abordar asuntos de la sociedad en la que participan los personajes de la trama.
P.- ¿Por qué un juez como protagonista?
R.- La profesión de juez me parece una actividad extrema, casi un imposible. Curiosamente, un juez que conozco me confesó que él cada día se esmeraba en aplicar la ley en su juzgado, pero que sentía que rara vez hacía Justicia, así, en mayúscula. ¿Acaso la persona que delinque, con otras condiciones de partida, con otras oportunidades, hubiese elegido delinquir?
Estos asuntos subyacen camuflados en la rutina que viven los jueces, los fiscales, los policías y demás juristas durante el ejercicio de sus respectivas profesiones. He personificado a estos profesionales en la novela y les he puesto en situación.
Un tema complicado que espero no soliviante sensibilidades en ese mundo en el que, por cierto, trabajo de forma auxiliar desde hace más de veinte años.
P.- ¿Cuáles son los mimbres de la novela? ¿Cómo se ha documentado?
R.- La documentación me llevó varios meses. El mundo judicial resulta complicado y extraño para el ciudadano común. Curiosamente, aún mantienen ceremonias antiguas, con sus códigos y ropajes propios, con símbolos solo comprensibles para los iniciados. ¡Algunas veces parecen una secta! (lo comento en plan jocoso).
P.- En sus escritos prefiere, ¿psicología o sangre?
R.- En el acto criminal, en la «sangre», hay mucho de psicología. La historia que se quiera narrar impone en cierta medida la prevalencia de una sobre la otra. En cualquier caso, me interesa mucho el aspecto psicológico de la conducta criminal.
P.- ¿Tiene algún referente en la novela negra?
R.- Leí en su momento a Montalbán, un autor patrio que conectaba muy bien la historia que narraba con el momento de la sociedad que le tocaba vivir. La novela negra se ha desarrollado enormemente. Los autores nórdicos han sabido revitalizar el género. El sueco Henning Mankell es todo un referente por la amplitud de temas que abordó en sus novelas y la visión crítica de la sociedad contemporánea europea.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
R.- El relato corto, la novela realista y la novela negra. Como escritores interesantes pondría a García Márquez, Bolaño, Céline, Bukowski, Lucia Berlin, Cortázar… Actuales, destacaría a Juan Manuel de Prada, Mónica Ojeda, Ana María Shua, Antonio Tocornal…
P.- Como lector, se decanta por ¿libro electrónico, papel o audio libro?
R.- Sigo con el libro impreso, pero avanzo cada vez más con el libro electrónico. El audio libro todavía no lo he disfrutado.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo? Por favor, recomiende un par de títulos.
R.- “Las voladoras”, de Mónica Ojeda y “Panza de burro”, de Andrea Abreu.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- La preparación del espacio físico y mental. No puedo escribir de cualquier manera, a saltos, con desorden… Necesito saber del tiempo que dispongo y ajustarme internamente para el proceso de la escritura.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no haya desvelado hasta ahora… si la hubiere.
R.- Una vez fui a recoger un galardón literario en un pueblo pequeño de la Mancha. Llegué con el coche y me dirigí a la biblioteca. Allí aguardaba medio pueblo, con el alcalde al frente, los concejales, los vecinos… al estilo «Bienvenido Mister Marshall». Pasé de largo y me fui al bar a tomar un vino, para coger fuerzas.
P.- Venda su libro, ¿por qué hay que leer “Nadie elige nada”?
R.- «Nadie elige nada» es una novela de ficción ambientada en el mundo judicial, con una trama de suspense interesante y un misterio por resolver. Encontraremos a jueces, fiscales, abogados, forenses y policías ejerciendo sus funciones, pero también atisbaremos algo de las personas que palpitan bajo esos roles.
P.- ¿Cómo está «toreando al bichito»? Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Por suerte, ya estoy vacunado. No he perdido a ningún ser querido por este asunto, aunque me ha rozado, como a todo el mundo. Mis planes parten de una esperanza: la esperanza de que el ser humano siempre ha sabido sortear los inconvenientes que se ha encontrado en su camino. No soy pesimista con respecto al ser humano; todo lo contrario. Hemos cometido barbaridades, eso es cierto, pero también hemos sido capaces de las mayores proezas.
En lo personal, mis planes pasan por corregir una novela que escribí hace tiempo y publicar un libro con relatos inéditos.