Rincón Literario Dominical de Paco Marín: "Los veinte días de Turín"
TÍTULO: Los veinte días de Turín
AUTOR: Giorgo de Maria
Traducción de Óscar Mariscal
EDITA: Hermida Editores (2024, septiembre) ‘El Jardín de Epicuro’
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 14 x 21,5 cm. Número de páginas: 168. PVP: 18,00 €. ISBN: 978-84-127868-8-0
La peor tragedia vivida en Turín en su historia reciente —los llamados «veinte días de Turín»— no fue una guerra ni una revolución ni una catástrofe natural, sino, como dio en calificarse oficialmente, un «fenómeno de psicosis colectiva». En aquella época, en medio de una asfixiante ola de calor y afectados por una epidemia de insomnio que había quebrado su equilibrio psíquico, miles de ciudadanos turineses se lanzaban cada noche a vagar como fantasmas por las calles del centro histórico. Pero no acababa todo ahí: un acre, espeso y penetrante olor a vinagre saturaba el aire nocturno que, de cuando en cuando, vibraba con el eco de unos horrendos e inexplicables gritos; se decía que unos personajes inverosímiles se mezclaban entre la multitud insomne y que ésta parecía acogerlos con toda naturalidad, y no había mañana que no apareciesen cadáveres horriblemente destrozados en los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Diez años después de aquel aciago período, sobre el que se impuso desde arriba un tupido velo de silencio, un solitario oficinista aficionado a la historiografía urbana decide investigar y escribir un libro. El protagonista, a fin de desenterrar los restos de aquellos misteriosos y terribles acontecimientos, deberá explorar la inquietante retícula urbana de una Turín que, en las postrimerías del siglo XX, encontrará desgarrada y secretamente enferma; para su desgracia, no tardará en descubrir que las oscuras fuerzas que desencadenaron aquella ola de violencia ciega permanecen en estado endémico y latente.
Los veinte días de Turín, novela escrita durante el apogeo de los «años de plomo» italianos —en la que se oyen claros ecos de Lovecraft, Borges y Calvino—, ha gozado de un ferviente culto en Italia desde su publicación en 1977 y constituye uno de los secretos mejor guardados de la moderna literatura italiana. Tal como se dijo en su época, nos hallamos ante «una profecía, un exorcismo o, más sencillamente, una trágica metáfora proyectada en un futuro preñado de actualidad».
Giorgio de Maria (Turín, 1924 – 2009). Artista multifacético, alternó la música con el teatro y la literatura de género. Fue crítico teatral en la edición turinesa del diario ‘L’Unità’ de 1958 a 1965, y, a partir de 1972, colaborador de la revista quincenal ‘Nouva Società’ —ambos ligados al Partido Comunista de Italia—. En 1958, junto con los músicos, musicólogos y escritores Sergio Liberovici, Michele Luciano Straniero, Italo Calvino, Franco Fortini, Emilio Jona y Fausto Amodei formó parte de la agrupación musical Cantacronache, la cual buscaba la renovación de la canción popular italiana. El grupo permaneció en activo cuatro años, durante los cuales cultivó la canción política y social y publicó cinco discos con viejas canciones de inspiración anarquista, socialista y partisana. En el verano de 1961, con algunos componentes de Cantacronache, recorrió España en busca de canciones antifascistas. En 1964 escribió —en colaboración con Eco, Straniero, Liberovici y Jona— el ensayo “Le canzoni della cattiva coscienza”. Es autor de cuatro novelas: “I trasgressionisti” (1968), “I dorsi dei bufali” (1973), “La morte segreta di Josif Giugasvili” (1976) y “Los veinte días de Turín” (1977); de una comedia en tres actos: “Apocalisse su misura” (1964), y de un guión para televisión que no llegó a realizarse: “Prova d’appello” (1978). «En la década de 1980 —escribe Ramon Glazov, traductor de varias obras de De Maria al inglés— sufrió una repentina crisis artística y de fe, y, dejando atrás décadas de anticlericalismo combativo, se convirtió en un ferviente católico tradicionalista. Desde entonces dedicó su pluma a la literatura religiosa, luchó contra la depresión que lo aquejaba y no volvió a escribir narrativa». De Maria falleció en Turín en 2009. En palabras de su hija Corallina, lo hizo «casi como un vagabundo, demenciado, alcoholizado y destruido por el Halcion», un medicamento para el tratamiento del insomnio.
Óscar Mariscal (Madrid, 1972). Tras un largo pulso entre la ingeniería y la filología, que tuvo como vencedor a esta última, ha traducido a grandes nombres del pulp norteamericano como Robert E. Howard, Henry Kuttner, y E. Hoffmann Price; y de la literatura fantástica: M. R. James, H. P. Lovecraft, Ramsey Campbell… “Los cuentos de hadas y los clásicos infantiles” —Louisa May Alcott, L. Frank Baum, Edward Lear…— ocupan un lugar destacado en su obra y en su corazón.