COMO UN PADRE A UNA HIJA

Ana Belén Nicolas
Ana Belén Nicolas

 

COMO UN PADRE A UNA HIJA

El amor incondicional de un padre es como un faro en la oscuridad, una luz que siempre nos guía y nos protege. Es uno de los mayores regalos que podemos recibir en la vida. Es un amor que trasciende el tiempo y el espacio, que no tiene límites ni condiciones, un amor que perdura más allá de la vida misma.Su amor siempre vive en el corazón, en el lugar donde nunca se olvida. Su presencia permanece en cada recuerdo, en cada gesto, en cada momento compartido. Y cuando ya no está en cuerpo, su amor sigue siendo la palanca que da impulso a seguir adelante.

En este universo eterno, en el que todo está en constante movimiento y transformación, la materia se convierte en energía, y la energía en materia, en un ciclo infinito de creación y destrucción. Pero en medio de todo esto, hay algo que siempre permanece, algo que no se puede medir ni cuantificar, algo que es el motor de todo lo que existe: el amor.

El amor es la fuerza que mueve la existencia del ahora, la que nos impulsa a seguir adelante, la que nos da fuerza para superar los momentos más difíciles de la vida. Y como un padre a una hija, ese amor es incondicional, no tiene límites ni fronteras, no se agota ni se desvanece, es un amor que siempre está ahí, presente y dispuesto a todo. Este amor nos da la seguridad de que nunca estamos solos, de que el universo nos apoya y siempre se nos ama por lo que somos, sin importar nada más. Y en medio de este amor incondicional, la eternidad es una realidad, un horizonte que se extiende más allá de la vida misma, una promesa de que este amor perdurará por siempre.

Por eso, como en un tiempo circular, los anillos que se entrelazan en una danza cósmica se funden en un abrazo puro. Donde el tiempo rota sin fin replegándose en curvas eternas. Donde el destino nos lleva hacia el principio porque las fuerzas del universo no tienen rival. Sino que todo lo gobiernan como hilos que tejen la trama que encierra la esencia misma del ser y del todo. Donde la materia en un instante puede colapsar y convertirse en luz, en calor, porque la materia y la energía son la misma cosa. Es el juego cósmico de la existencia, todo cambia, todo fluye, todo está presente. Y en este mundo que es un todo, el padre es eslabón, pieza fundamental del gran motor de la existencia, de la vida. Así, en este aquí y ahora que es el único lugar, seguimos viviendo en la verdad y haciendo que nuestra luz brille sin cesar.

Siempre juntos en el amor, en la vida y en la eternidad.

A mi padre, a todos los padres.

Ana Belén Nicolás Salas

[investigadora^redactora^profesora]