La Universidad de Murcia desarrolla un sistema pionero para secar alimentos con energías renovables y generar fertilizante sin contaminar

Equipo de investigación del proyecto Alichar

La Universidad de Murcia desarrolla un sistema pionero para secar alimentos con energías renovables y generar fertilizante sin contaminar

 

El proyecto ALICHAR busca transformar subproductos agrícolas en alimentos deshidratados de alto valor añadido y, al mismo tiempo, generar biochar, un fertilizante natural que ayuda a reducir emisiones

 

 

La Universidad de Murcia participa en el desarrollo de un innovador sistema de secado de productos vegetales que funciona exclusivamente con energías renovables y consigue una huella de carbono negativa. Este trabajo se enmarca en el proyecto ALICHAR, financiado por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia con fondos europeos Next Generation EU, y se desarrolla junto a las empresas Innogrowth S.L. y José Sánchez Aranda S.L.

 

El sistema, aún en fase de validación, combina eficiencia energética, aprovechamiento de residuos y sostenibilidad ambiental. La tecnología desarrollada permite secar alimentos como el pimiento pimentonero, la calabaza o el bagazo de cerveza —productos que a menudo se desperdician por motivos de calibre o excedentes de producción—, transformándolos en productos deshidratados de alta calidad nutricional, larga conservación y bajo impacto ambiental.

 

El secado de alimentos es una técnica muy antigua —y hoy muy perfeccionada— que consiste en eliminar la mayor parte del agua que contienen los alimentos mediante aire caliente o fuentes de energía controladas. Al disminuir la humedad, se previene la proliferación de microorganismos y las reacciones químicas que deterioran los alimentos, prolongando su vida útil y conservando gran parte de su valor nutricional.

 

En este proyecto se está diseñando y probando un secadero híbrido, un sistema innovador que combina cuatro fuentes de energía renovable: biomasa, energía solar térmica, energía solar fotovoltaica y la energía residual generada durante la producción de biochar, un tipo de carbón vegetal. Gracias a esta combinación, el secadero puede operar de manera continua y eficiente, reduciendo el consumo energético y aprovechando al máximo los recursos disponibles.

 

El proceso completo parte de un sistema que integra estas fuentes de energía de forma automatizada. La biomasa agrícola se quema en un sistema de combustión aerobia y parte de ella se somete a tratamiento térmico (torrefacción y pirólisis) en un reactor cilíndrico, donde se transforma en biochar. Durante este proceso se liberan gases combustibles y aceites que se aprovechan como fuente de calor. Además, se ha desarrollado un captador solar mixto —fotovoltaico y térmico— que permite generar electricidad para alimentar motores eléctricos y calentar el aire que se utiliza en la cámara de secado.

 

El biochar obtenido se puede aplicar como fertilizante agrícola, con la particularidad de que contribuye a fijar carbono en el suelo, convirtiéndose en una herramienta eficaz frente al cambio climático. Al integrar la producción de biochar con el sistema de secado, se logra un equilibrio energético que permite operar con huella de carbono negativa: no solo se evita emitir CO₂, sino que se elimina parte del que ya está presente en la atmósfera.

 

Desde la Universidad de Murcia, el proyecto cuenta con la participación del profesor de Tecnología de los Alimentos Fulgencio Marín Iniesta y la investigadora Asunción Hidalgo Montesinos, del Departamento de Ingeniería Química, responsables del diseño del sistema, la optimización del secado y la evaluación de la calidad de los productos obtenidos. Entre otros parámetros, se estudia el comportamiento de nutrientes como la vitamina C, la capacidad antioxidante, el color y la textura, así como indicadores energéticos y de sostenibilidad.

 

Durante este último año de proyecto, que concluirá en octubre de 2026, se están ultimando las pruebas para validar el funcionamiento del sistema en condiciones reales. El objetivo final es que esta tecnología pueda ser transferida al sector agroalimentario, ofreciendo a cooperativas, industrias y explotaciones agrícolas una solución rentable, eficiente y comprometida con el medio ambiente.