Trabajadores orgullosos de serlo (con todas letras)
Jordi Margalef – Secretario de Comunicación del Sindicato de Trabajadores (STR)
En los últimos años, y en el contexto de la tendencia que nos lleva a un lenguaje que, con el objetivo de ser políticamente correcto, muchas veces cae en modas un poco absurdas, hemos podido observar cómo el término trabajador o trabajadores ha ido desapareciendo o suavizándose en algunos libros de estilo. Es el caso de ciertas empresas que prefieren llamarlos colaboradores. O de algunas organizaciones que optan por la fórmula de personas trabajadoras. Como si la condición de trabajador tuviera que ser disimulada, como si fuera algo peyorativo, incluso como si fuera necesario humanizar al colectivo, al que se identifica con una de las actividades más intrínsecamente humanas, por cierto. Sorprende este tratamiento que esconde la etimología del término cuando, por lo que aportamos a la sociedad y lo que representamos en el ámbito de la lucha para una sociedad más justa e igualitaria, ser trabajador debería ser considerado un orgullo.
Este 1 de mayo, desde el Sindicato de Trabajadores, queremos poner el foco justamente en este factor. Es muy importante mantener nuestra autoestima en las cotas más altas. El Día Internacional del Trabajador es una fecha que, más allá de ser un símbolo de lucha histórica, se ha convertido en una poderosa ocasión para reflexionar sobre los logros obtenidos por los trabajadores a lo largo del tiempo y, al mismo tiempo, resaltar los desafíos que aún persisten en el camino. En este contexto, el orgullo de ser trabajador cobra una relevancia crucial, especialmente en un momento en que las dinámicas laborales están experimentando transformaciones que afectan de manera directa las condiciones de vida y trabajo de millones de personas.
El trabajador ha sido, históricamente, la columna vertebral de la economía, el motor que impulsa el progreso. Sin embargo, a pesar de los avances que se han logrado en términos de derechos laborales, como la jornada de ocho horas o la igualdad de remuneración por igual trabajo, el camino aún no está libre de obstáculos. La globalización, la digitalización y la precarización del trabajo han hecho que las luchas sindicales sean más necesarias que nunca.
El sindicato, como instrumento de organización y defensa colectiva, sigue siendo un actor esencial para asegurar que los derechos de los trabajadores no sean vulnerados. Pero no es un secreto que los sindicatos se enfrentan a un panorama complicado: desde la creciente fragmentación del empleo, hasta la constante presión de los intereses empresariales que buscan reducir costos a costa de los derechos de los trabajadores. La externalización, el empleo a tiempo parcial, las condiciones de subcontratación y las reformas laborales regresivas son algunas de las amenazas que desafían la unidad y la fuerza del movimiento sindical.
Es aquí donde el orgullo de ser trabajador es fundamental, en contra de las retóricas, explícitas o no, que intentan disimular nuestra condición que nunca debería disimularse. Y esto no es una arenga de ninguna ideología política: es una definición de nuestra circunstancia, que no tiene por qué ser disimulada con artificios del lenguaje. Intentarlo es un movimiento estratégico de quienes tenemos enfrente, que, sin duda, intentan diluir al enemigo. Hoy más que nunca, las trabajadoras y trabajadores deben sentirse parte activa de un colectivo que lucha no solo por condiciones laborales dignas, sino también por un modelo económico más justo y equilibrado.
Juntos somos capaces de luchar por los derechos de siempre y por las formas de injusticia que van apareciendo, algunas muy sutiles. En trabajadores asalariados o en aquellos que no gozan de una estabilidad laboral formal, como los trabajadores autónomos, los de plataformas digitales o aquellos con contratos temporales. La precariedad laboral no discrimina, y el futuro del trabajo debe incluir a todos los sectores, asegurando que no quede nadie atrás.
Pero también es importante reconocer que el trabajo, además de ser un derecho, es una fuente de dignidad y de identidad. El orgullo de ser trabajador no solo debe ser entendido como un acto de resistencia frente a las adversidades del sistema laboral, sino también como un reconocimiento del valor que tiene la labor diaria. Cada tarea, por pequeña que sea, forma parte de un engranaje que permite que la sociedad funcione y que las economías se mantengan. Es por eso que debemos sentirnos orgullosos de cada esfuerzo, de cada jornada, y de cada conquista que se haya logrado en conjunto.
En definitiva, el 1 de mayo debe ser un recordatorio de que el trabajo no solo es un medio de vida, sino también una fuente de identidad. El trabajador es una pieza esencial no solo en la rueda económica, sino en el proceso de construcción de una sociedad más justa. Hoy, más que nunca, la unidad de los trabajadores alrededor de las organizaciones sindicales es básica para enfrentar los retos de la globalización y la precarización laboral, y para que el orgullo de ser trabajador siga siendo una bandera de dignidad y lucha.
Sobre el STR:
El Sindicato de Trabajadores (STR) es una organización creada en el año 2003 para defender los intereses de sus afiliados y de todos los trabajadores de los sectores en los que tiene representación. Actualmente, el STR cuenta con más de 6.000 afiliados, la mayor parte de los cuales en el sector del refino. El STR es mayoritario en el subsector petroquímico.