El antiguo paso de «La Cena» atribuido a Salzillo en Cartagena aparece como obra de Antonio Riudavest Lladó (1851)
El antiguo paso de «La Cena» atribuido a Salzillo en Cartagena aparece como obra de Antonio Riudavest Lladó (1851)
Una profunda investigación iniciada en el año 2000, continuando trabajos e indicios de antiguos estudiosos del arte en la zona culminó, a falta de descubrir en los archivos unos documentos inmersos en los confines de la desconocida historia de la escultura levantina y de los hechos en la provincia vecina de Alicante, se publicó en el año 2003 en la revista “El Flagelo”, un año después se publicaba en fechas de Semana Santa simultáneamente en la Revista Anual de Semana Santa de Alicante y en el libro “Oro viejo de pasión california” un dilatado articulo sobre el periplo de unas imágenes que formaron parte del patrimonio escultórico de la Cofradía California desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, donde se sustituyeron por las de García Talens y se vendieron a una cofradía de Badalona.
El periplo de aquellas imágenes fue cuanto menos desconcertante y digno de un estudio como el que fue efectuado, lo cierto es que un documento que acreditaba a Francisco Salzillo Alcaraz, insigne imaginero murciano, la autoria de las mismas estaba, cuando menos perdido, se especulaba con la posibilidad de haber sido quemado en el conflicto bélico nacional del 36 en la ciudad de Alicante, allá en la Parroquia de San Nicolás.
Fueron varios los personajes de notable credibilidad, investigadores y eruditos de las letras, tanto cartageneros, murcianos como alicantinos los que daban fe de ese documento, así en Alicante el cronista de entonces, Vidal Tur, daba fe de unas cartas misivas encontradas entonces. Más tarde fue el estudioso José Crisanto Lípez Jiménez el que daba fe de su veracidad. A finales de los años ochenta Rubio Paredes se quejaba en un artículo de que nadie hubiera seguido las pistas de este grupo atribuido a Salzillo y que hubiera supuesto un importante patrimonio de no haberse desprendido de él.
“Haciendo protohistoria debo citar los archivos que verifican la compra a Francisco Salzillo, en 1775: éstos son las cartas misivas de ese mismo año, en el archivo de la parroquia de San Nicolás, de Alicante, folio 52. Este documento, en su búsqueda actual, no ha sido hallado hasta la fecha, quizás debido a los crueles expolios acontecidos en la contienda civil posiblemente desaparecieron entre los años 1936-1939, aunque también hacen referencia a él alguna obra sobre la Semana Santa ilicitana, al igual que los documentos que daban fe de la venta del gremio de alpargateros de Elche a la Cofradía California en 1883 (libro 91 de cuentas de la parroquia de Santa María de Elche, folio 42, vuelto). De éstos si se conoce de su desgraciado destino, al arder, en una zona de la parroquia donde se encontraban los archivos en la citada contienda bélica.”
Fue este artículo y sobre todo el publicado en la Revista de Semana Santa de Alicante en 2004 el que encendieron las alarmas de los investigadores levantinos y se pusieron a la búsqueda del desaparecido documento o, de alguno similar que pudiera situar de forma veraz la autoria de las imágenes que durante medio siglo desfilaron por las cales de la ciudad de departamental, de Cartagena.
Si la proto historia y los datos que se manejaban hasta entonces lo situaban como una posible obra de Francisco Salzillo, un reciente hallazgo documental permite asignarlo con cierta lógica documental a la producción del escultor e imaginero levantino Antonio Riudavest, escultor de inmensa actividad artística en la provincia de Alicante durante gran
parte del siglo XIX.
La historia y posible conocimiento en datos sobre la creación del antiguo paso de La Cena de Alicante, Elche y Cartagena resultaban difusas e imprecisas con un notorio desconocimiento del mismo, fue de forma taxativa ignorado en la bibliografía artística tanto local en Alicante, Elche y Cartagena como a nivel nacional, el numeroso grupo escultórico de trece imponentes imágenes de talla y lienzo sufrió excesivos trasiegos y desgraciados abandonos que dificultaron su optima conservación y lo condenaron al suplicio imaginero; los sombríos, oscuros y callados almacenes en el mejor de los casos y su destrucción en el peor de ellos, negando en todos los casos un análisis que arrojara luz sobre su paternidad y evitara las siempre interesadas especulaciones de poseedores y autores. Propio de la inherente desdicha del paso desde su construcción su destino, así como su periplo imaginero, como se refleja en la publicación de referencia no pudo ser más lúgubre y lamentable.
A modo de resumen recordar que, desde el momento de su realización, hasta ahora ignorado y que según datos que más adelante se desarrollarán lo sitúan en 1851 y hasta 1880, formó parte de la cofradía alicantina de La Sagrada Cena que lo encargó. Sin conocimiento acertado de los motivos de entonces, decidieron los alicantinos su venta a la Cofradía de alpargateros de Elche, para poco tiempo después, en 1883, ser de nuevo vendido a la Cofradía California de Cartagena, integrándose en el Miércoles Santo de ese mismo año. Fue hasta 1957 donde estuvo integrado en el patrimonio de la Cofradía California, con el paréntesis de la guerra y su retirada por falta de patronazgo desde 1906 hasta el año 1935. Sí hay que destacar que no suscito ninguna admiración por el grupo ni interés artístico, a pesar de la leyenda salzillesca que le acompañaba, sustituido por el paso actual de García Talens fue vendido a una cofradía de la ciudad catalana de Badalona y allí se dispersaron la mayoría de ellas.
Esta investigación establece parámetros actuales y reales quedando siempre en el limbo documental la historia y el proceso de su encargo, de su autor y del proceso del mismo, acertando más o menos con las intuiciones de los investigadores de turno, entre los cuales sin duda alguna me incluyo.
Si algo estableció con relativa claridad la atribución de la paternidad de Salzillo a la obra, fue sin duda la aparición en su momento y ratificada por estudiosos y cronistas de la época, basadas siempre en la incuestionable realidad de ese documento presumiblemente aportado por Vidal Tur.
Se incorpora por fin, tras escritos reiterados e investigaciones un documento encontrado y publicado por Sáez Vidal en el que se resuelve con lógica documental, contrastada con las figuras del autor hoy procesionadas en desfiles alicantinos e ilicitanos, entre otros y, la concordancia de los hechos de acuerdo con el escrito que más adelante se refleja.
El documento que se aporta descubierto en el Archivo Histórico de Alicante, donde dormía durante siglos ajeno a lo que su descubrimiento podría aportar a un paso nómada que fue la Cena del Señor y el acto perpetuamente plasmado de su traición con lujosa plasticidad. Trata pues del contrato ante notario efectuado entre el escultor Antonio Riudavest y uno de los cofrades de la alicantina Hermandad de La Cena, Antonio Garrigós, a la sazón patrocinador del proyecto, por el que el artista se compromete a realizar para dicha cofradía el paso del mismo título en el plazo de un año, documento que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Alicante. Obra, que, sin duda, desde ahora se incorpora a su producción conocida en el campo de la escultura y en Cartagena se podrá hablar del antiguo paso de “La Cena de Riudavest”.
En este importante documento archivístico, firmado el 29 de julio de 1851, figuran todos los pormenores del encargo hecho a Riudavest, escultor y pintor del siglo XIX no muy conocido y del que consta su presencia en tierras alicantinas e ilicitanas.
Sin duda se establece una relación muy sugestiva al relacionar el documento como base de la obra la indicación según; «dicha Cena será sacada de la composición de Leonardo Davinchi (sic) gravada por Morgan”, nacido en 1758 en Nápoles.
El autor no es una mera figura de fortuna que apareciera en el momento propicio, no podemos negar que fue Riudavest un maestro influenciado por la corriente salzillesca de la época, establecido el de alicante en un tardo barroquismo plástico, y continuado hoy en día por numerosos artistas que siguen las pautas del murciano, de hecho en el XIX y en el Levante, Riudavest puedo establecer una alternativa valida a las imágenes de Salzillo, a la representación de la imaginería procesionista y de culto, si bien más tosca y alejada de los cuidados esmerados del maestro murciano, de ahí la gran cantidad de obras que su gubia realizó para la provincia de Alicante y aledaños.