Fuente : www.torosnoticiasmurcia.com
Gavira nació el 15 de julio de 1890 en la calle de La Pólvora, y se educó en la Casa de Misericordia. Torero de profunda vocación y muy nobles y solidarios sentimientos, su carrera estuvo dificultada por inconvenientes desde sus comienzos.
En la plaza vieja de Madrid hizo su presentación como novillero el 7 de marzo de 1915, enfrentándose a serios astados de Félix Gómez, completaron la terna Algabeño II y «Corcito». Destacó Gavira como gran estoqueador, pero su concepto en el toreo de la época no fue debidamente valorado.
El 17 de Julio de 1923 confirmo alternativa con toros de Miura, en la desaparecida plaza de toros de la carretera de Aragón, aunque su primer toro fue de Buñuelos; Paco Madrid y Saleri II, respectivamente, actuaron de padrigo y de testigo.
No olvidó la influencia en su educación durante la infancia, y en sus paseillos en la tristemente desaparecida Plaza de Toros de Cartagena, exigía fueran invitados un grupo de niños de su colegio, la Casa de Misericordia. Enrique Cano “Gavira” era muy admirado y querido en Cartagena. Se significó Gavira por su gran humanidad y sensibilidad solidaria hacia los más necesitados, participando en muchos festivales benéficos.
Mantuvo una bonita y singular rivalidad comarcal con Rafael Rubio “Rodalito”, torero de La Roda, campo de Cartagena, dándose una bonita competencia llevada a las tendencias de la política; así, los conservadores eran seguidores de «Rodalito» y los contrarios, naturalmente, feligresía de «Gavira».
Trágico resultó su paseíllo en Madrid el 3 de julio de 1927, junto a Gallito de Zafra y Andaluz, para lidiar seis serios y ofensivos toros de Pérez de la Concha; el primero se lo cedió Gavira a Andaluz que confirmó alternativa. Y Gavira se encontró en el tercero de orden de lidia con un peligroso manso, de nombre «Saltador». El cartagenero ejecutó la suerte suprema con la entrega y verdad que le caracterizaba, resultando cogido y sufriendo una terrorifica cornada en la fosa ilíaca izquierda, entrando sin vida en la enfermeria.
La trágica noticia caló profundamente en Cartagena y en el mundo del toreo, una época en España tan distinta a la de hoy…
«Gavira» era muy querido, venerado, por su bondad y generosidad con los más necesitados, su muerte consternó y vistió de luto a la Cartagena de la época. Cerró el comercio, el velatorio se hizo en la sede del Club Gavira, entonces de la céntrica y procesionista calle del Aire, y el entierro constituyó una multitudinaria manifestación de duelo, con la asistencia del alcalde Don Alfonso Torres y otras autoridades.