Efemérides de Juan Manzanares García del 7 de julio
7 JULIO
La frase de hoy.
El que busca el cielo en la tierra se ha dormido en clase de geografía.
STANISLAW LEC
PERSONAJE DEL DÍA
JOSÉ MARÍA HALCÓN Y MENDOZA
José María Halcón y Mendoza nació en Lebrija el 3 de mayo de 1799, falleciendo en Sevilla el 29 de septiembre de 1872
Teniente general de la Armada y cartógrafo de Filipinas.
Fue nombrado comandante general del Departamento de Cartagena el 7 de julio de 1856.
Hijo segundo de Martín Halcón de Cala y Villegas, IV marqués de San Gil, y de María Antonia de Mendoza y González Torres de Navarra. Sucedió en el marquesado a su hermano primogénito el coronel Bartolomé Halcón y Mendoza, senador del reino y maestrante de Sevilla, que falleció soltero en Sevilla, el 8 de junio de 1863.
Creció en una familia numerosa de diez hermanos en un ambiente militar. Por gracia especial empezó su carrera siendo menor de edad en la clase de cadete con antigüedad en el Regimiento de Cazadores de Sagunto, con permiso para seguir los estudios en el Colegio Militar de San Telmo de Sevilla hasta salir de oficial. Inició su carrera militar en plena Guerra de la Independencia. El rey le confirió el empleo de teniente en el Regimiento Provincial de Sevilla en el año 1816). En 1819 fue promovido a capitán. Ya iniciado el Trienio Liberal, ingresó en la Armada de alférez de navío sin antigüedad, pendiente de examen de estudios elementales y de prácticas en la Academia de Guardias Marinas, sin derecho a usar el distintivo de capitán; fue asignado al Departamento de Cádiz.
Una vez aprobado, embarcó en prácticas en la fragata Perla, e hizo en ella un viaje por las costas de Italia en unión del navío Guerrero. Más tarde se incorporó a la Armada holandesa para formar parte de una escuadra combinada conforme al tratado de los gabinetes de ambos países denominado de Alcalá. Con la fragata Perla estuvo en comisión en Argel, donde después de relacionarse con aquella regencia volvió al puerto de Mahón, para salir de nuevo en unión del navío San Pablo llevando de transporte para Tarragona al 6.º Regimiento Ligero de Barcelona.
En octubre pasó a Cartagena y allí se le dio el mando del falucho Santa Clara con el que se incorporó al apostadero de Barcelona e hizo varias salidas de vigilancia por la costa del principado, donde apresó seis embarcaciones sospechosas. En enero de 1823 salió, junto con otros buques, escoltando un convoy con la guarnición de la plaza de Peñíscola, a cuyo peligroso fondeadero llegaron con viento declarado del Este.
En julio hizo otra salida con los buques menores del apostadero para proteger sobre Besós la retirada de una división que había salido de la plaza, y batió una batería que hostilizaba desde el citado punto de la playa. Esta misma división de lanchas cazó un bergantín francés de veintidós cañones y un pailebot que les salieron al encuentro, a la vista de un navío y una fragata de la misma nación.
Durante el Trienio Liberal se originó un ambiente enrarecido, con señales de alarma sobre las causas por las que se regía el desarrollo político español, produciéndose graves incidentes y alzamientos en varias ciudades, dando lugar a la formación de Juntas que cuestionaban la autoridad establecida. El 7 de abril de 1823 entró en España la expedición francesa al mando de Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema, futuro Carlos X de Francia, denominada los Cien Mil Hijos de San Luis, como desenlace de la actividad diplomática de las potencias absolutistas europeas en el marco de la Santa Alianza y en el Congreso de Verona, donde se decidió la invasión de España por Francia si la Constitución de Cádiz no se modificaba y restringía.
Terminada la guerra y reconocida la soberanía de Fernando VI, concluía así el Trienio Liberal y comenzaba la llamada Década Ominosa. Habiendo sido declarados nulos todos los actos del Gobierno Constitucional, Fernando VII revalidó a Halcón el empleo de alférez de navío. En la goleta Andaluza, de oficial de detall, salió éste en comisión para cruzar entre los cabos de San Vicente y de Santa María.
También estuvo en el bloqueo de los revolucionarios refugiados en Tánger y escoltó a un convoy desde Cádiz hasta los puertos del Mediterráneo. El 5 de septiembre de 1825 el Rey aprobó su purificación. Luego se le concedieron cuatro meses de licencia para disfrutar en Guadalajara. Siendo 2.º secretario de la Dirección General de la Armada, se le reconoció la antigüedad y ascendió a teniente de navío graduado el año 1826 y, al año siguiente, a teniente de navío efectivo. Por una Real Orden de 11 de mayo de 1827 declaró el Rey haberle sido grato el servicio que prestó Halcón en el naufragio del Intrépido con el falucho Santa Clara en el año 1823.
Durante los años siguientes se mantuvo Halcón en el mismo destino, recibió la Cruz Supernumeraria de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y, al día siguiente, el nombramiento de comendador de número de esta Orden; hasta que al organizarse la Comisión de Trabajos Hidrográficos en el archipiélago filipino, el Rey ordenó que se le diera el mando al teniente de navío Halcón y se le ascendiera a capitán de fragata en el acto de emprender el viaje a otro puerto. El 15 de julio del año siguiente salió para Filipinas, ya de capitán de fragata, en el navío Santa Ana de la Compañía de Filipinas, llegando a su destino el día 6 de diciembre. A los pocos días, el comandante general de Marina Pascual Enrile, le dio el mando de la goleta Mosca y dos falúas de fuerza para hacer los reconocimientos previstos y, para no retardar las operaciones, salió Halcón con una lancha y una falúa. Terminada la comisión, regresó a Manila y allí tomó el mando de la goleta y con ella y dos lanchas salió con orden de levantar una carta de recalada a la bahía de esta ciudad, en cuyos trabajos permaneció hasta que en mayo de 1836 se presentó una fuerte división de piratas moros sobre la costa de Capones y recibió orden de cruzar desde la boca de la bahía hasta la embocadura del estrecho. El 27 del mismo mes, cuando se hallaba a la vista de la isla de Corregidor, recibió orden de dirigirse a Manila, donde fondeó, dejando casi concluidos los trabajos de la carta encargada.
Realizó las gestiones tan a satisfacción que se le dieron las gracias por ello y se le notificó que se elevaba al Rey el mérito que había contraído. Recibidas órdenes de permanecer en aquella parte del archipiélago, se ocupó de las operaciones para levantar la carta del estrecho de Basilán y parte de la isla de Zamales. Al extinguirse la Comisión Hidrográfica se ordenó el regreso a la Península de todos los oficiales que la componían, pero, por orden del comandante, Halcón permaneció al sur del archipiélago hasta concluir los encargos del Gobierno de las islas, uno de los cuales era hacer una salida con el pailebot Tirol y las falúas 4, 11 y 38 para cruzar contra los moros y hacerse cargo del apostadero de Zamboanga; regresó en junio con el pailebote, una falúa y un barangayán de Burias. Estos servicios fueron considerados como muy meritorios y tendrían como premio el ascenso a capitán de navío en abril de 1837 y su continuación en Filipinas. En este año, recibió un aviso de Joló, donde la epidemia de cólera había ocasionado la muerte de los capitanes y maestres de dos buques españoles. Su conducta fue tan eficaz que, a pesar del contagio, que diezmó sus tripulaciones, concurrió y se mantuvo en aquel punto para proteger las expediciones, por lo que el Comercio le dio las gracias. Considerando cumplidas las comisiones al sur del archipiélago, decidió regresar a Manila con el pailebote Tirol y dos falúas, haciendo entrega del mando del apostadero; fondeó en Manila el 25 de octubre. Continuaron los trabajos hidrográficos y Halcón se encargó de ellos mientras no se presentara el nuevo jefe.
Por orden superior redactó una Memoria sobre los problemas del sur del archipiélago, trabajo que fue entregado en enero de 1838. El 14 de este mes los moros se presentaron sobre Manila y la Junta de Oficiales del Apostadero, presidida por el brigadier comandante, decidió darle a Halcón el mando de los cruceros. Las acciones no pudieron ser más brillantes; tres divisiones de moros que se presentaron fueron batidos con gran pérdida de gente y embarcaciones: apresamiento de dos pancos, sesenta prisioneros y varias piezas de artillería, hasta hacerlos desaparecer del archipiélago. El general gobernador publicó estas acciones en la orden del Ejército, concediendo grados y distinciones; para Halcón las aprobaciones más honrosas. Aun cuando se nombró su relevo en el mando de la Comisión Hidrográfica en marzo del 1839, se dispuso que permaneciera en estos dominios a las órdenes del capitán general y pagado por el Ejército, para pasar a encargarse del mando de la división naval de las Visayas, sin perjuicio de seguir atendiendo a los trabajos hidrográficos en el estrecho de San Bernardino.
Organizó un establecimiento militar y un apostadero en el sur de la isla de Marbate. Aunque por Real Orden de 25 de agosto se disponía que regresase a la Península, sólo se le relevó del mando de la división de las Visayas, a petición propia, el 21 de noviembre, y el 28 de diciembre se presentaba en la capital con los buques de la Comisión Hidrográfica.
No obstante, el Gobierno de la isla lo mandó a China a tratar directamente con el Gobierno de este país sobre lo ocurrido al bergantín comercial Bilbaíno en el año 1840, y obtuvo la libertad de la dotación, que se hallaba detenida. La misión era delicada y exigió frecuentes conferencias y convenciones con el embajador plenipotenciario británico y los funcionarios chinos. Se halló en las factorías y con los buques de la escuadra inglesa en el ataque a la ciudad de Cantón. Al celo con que se comportó se debió el que en las capitulaciones se estipulara la indemnización de la propiedad española del bergantín Bilbaíno, del comercio. Por los méritos contraídos en las comisiones de China, el regente del reino, Espartero, le concedió la Cruz de comendador de la Orden Americana de Isabel la Católica. En octubre de 1842 aún estaba en Filipinas cuando una Real Orden le destinó al Servicio de Matrículas, y otra dispuso que regresara a la Península sin excusa ni demora, entendiéndose que, de no salir en el primer buque para España, sería dado de baja en el Cuerpo y no se le haría abono ninguno en aquellos dominios. Salió Halcón el 15 de diciembre de 1843 vía Egipto presentándose en Cádiz el 29 de mayo de 1844.
A petición de la Junta de Comercio de Manila, se le concedieron en agosto seis meses de licencia para Francia con objeto de comprar un fanal giratorio para la isla de Corregidor sita en la entrada de aquella bahía; llevaba Halcón otro encargo: “Aprovechar las ocasiones que se le presentasen para visitar los arsenales y fábricas, y adquirir noticias de los adelantos hechos en los diferentes ramos de la marina francesa”.
A este respecto, remitió sus notas por carta; además mandó copia del Reglamento de sueldos y una Memoria sobre los nuevos calibres adoptados en Francia e Inglaterra para la artillería de marina y su comparación con los españoles. Esta licencia se le amplió hasta ocho meses para darle tiempo a visitar algunas fábricas y arsenales.
Se presentó en Madrid y durante su estancia ascendió a brigadier el 7 de octubre de 1846, se le concedió la Cruz de San Hermenegildo y se le nombró director-primer jefe del Colegio Naval Militar de Aspirantes de Marina de San Fernando. En este Colegio construyó la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Una Real Orden del 22 de febrero recoge que “S. M., la reina Isabel II, queda satisfecha del celo de este jefe por la Memoria en que se ha ocupado sobre Artillería Naval y de Costa”. Se le ascendió a jefe de escuadra “en consideración a los servicios, buenas circunstancias y al particular mérito que está contrayendo como director del Colegio Naval” el19 de diciembre de 1852 y se le concedió la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica.
El 9 de marzo se presentó en Madrid, y por Real Decreto, en atención a sus méritos y servicios se le nombró comandante general del departamento de Cartagena, del que tomó posesión el 25 de octubre de 1853 y cesó en el mando el 3 de enero de 1855. Ya en Cádiz, pasó a disfrutar dos meses de licencia para tomar los baños de aguas minerales.
Una Real Orden le destinó de nuevo como comandante general del departamento de Cartagena, donde tomó el mando el 7 de julio de 1856. Siete meses después se le nombró capitán general del mismo departamento y el 22 de abril se le designó comandante general de buques, matrículas y aprestos de expediciones. Cesó en Cartagena este año y el 29 de septiembre estaba de encargado del Despacho de la Dirección General de la Armada; más tarde, de presidente de la Junta Consultiva de la Armada (11 de septiembre de 1857), habiendo cesado en los anteriores destinos. Se le concedió entonces la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo en junio de 1859 y la Gran Cruz de la Real y muy Distinguida Orden de Carlos III el 24 de junio de 1862. En atención a su mal estado de salud se le relevó de su cargo el 13 de febrero de 1863 y se dispuso que pasara a Cartagena a esperar órdenes; pero luego se anuló este decreto y se le encargó que siguiera interinamente en la presidencia anterior, hasta que, hallándose la Junta ya organizada se dispuso su cese definitivo.
En este año ascendió a teniente general en agosto de 1863. Por Decreto de 26 de octubre Su Majestad le expidió Real Carta de sucesión en el título de marqués de San Gil, por haber fallecido su hermano mayor Bartolomé, senador vitalicio del reino.
Nombrado senador vitalicio, siguió de consejero de Estado de la Sección de Ultramar y pasó a mandar el departamento de Ferrol como capitán general, del que tomó el mando y arboló su insignia en la fragata Almansa para trasladarse a Zarauz, siguiendo una Real Orden recibida, para encargarse del mando de las fragatas Almansa, Gerona y Concepción, las goletas Santa Teresa y Caridad y el vapor remolcador n.º 1, concentradas durante la permanencia de los Reyes en aquel puerto. El 19 de septiembre desembarcó de la Almansa y se hizo cargo del departamento. Al año siguiente disfrutó de una licencia de dos meses para tomar las aguas medicinales en Chiclana (Cádiz). Se le concedieron asimismo 600 escudos anuales por la Cruz de San Hermenegildo.
Volvió a Ferrol a hacerse cargo de la Capitanía General y embarcó en el vapor Isabel II con el que se dirigió a Zarauz, permaneciendo allí durante la estancia de Sus Majestades.
El 29 de septiembre de 1872 falleció en Sevilla, soltero y de muerte natural, y fue enterrado en el panteón familiar del conde de Peñaflor y marqués de San Gil en el cementerio de San Fernando de aquella ciudad.
José María Halcón era un buen profesional, laborioso y de una gran disposición, perspicacia y tino para realizar misiones delicadas.
Como aficionado a la pintura, solicitó en 1819 el título de académico de mérito de la de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y para ello presentó un cuadro, que permanece en la institución madrileña como Retrato del general Downie, manifestando que ha estudiado pintura en la Academia de la capital sevillana, y fue aprobado. En el Museo Naval de la Armada, en Madrid, existe una pintura sobre papel titulada Combate de Trafalgar. Sostenido el 21 de octubre de 1805, con el número de inventario 419, pintado en presencia de datos reales por José María Halcón hacia 1831 por orden del conde de Salazar, entonces secretario del Despacho Universal de Marina.
EFEMÉRIDES DE CARTAGENA DEL 7 DE JULIO
Juan Manzanares García
-1571. Se dispone por el Ayuntamiento de Cartagena en reunión de Cabildo que, puesto que por voluntad de Su Majestad la capilla o ermita de los Cuatro Santos deberá hacerla Francisco García conforme al modelo dado por Bautista Antonelli, se ajuste la obra y se pague en tres plazos, el primero al principio, el segundo a mitad de obra y el último al finalizarla.
-1601. Una galeota de piratas apresa a la vista del puerto y en presencia del vecindario, dos bergantines cargados de mercancías que venían de Orán. Fue imposible prestarles auxilio por no haber en el puerto ninguna embarcación.
-1603. El capitán de artillería encargado de las piezas que hay sobre las Puertas del Muelle, manda a todos los vecinos de las casas cuyas ventanas dan a la plazuela que forma la batería, que cesen de tirar aguas sucias y basuras a dicha plaza, bajo pena de 15 días de cárcel.
-1612. En el Cabildo celebrado éste día se autoriza al maestro cantero Pedro Milanés a traer muestras de mármol de una cantera descubierta en Cabo de Palos. Con una de las muestras se labró la pila de agua bendita para la capilla municipal.
-1615. En el Cabildo de ésta fecha, los miembros del mismo, Juan Calatayud, Pedro Ráez y Francisco Ortega presentan una moción para que se disminuya el excesivo número de tabernas que hay en la ciudad. Se genera un fuerte debate teniendo que cortarlo el alcalde mayor diciendo que estudiará las ordenanzas sobre taberneros y él decidirá.
-1814. Nace Bartolomé Spottorno y María. Fue elegido tres veces, alcalde de Cartagena.
-1823. Por la tarde es fusilado fuera de la puerta de San José un miliciano de 20 años de edad, por el delito de haber desertado dos veces.
-1856. Llega a Cartagena el jefe de escuadra Don José María Halcón, nombrado comandante general del departamento de Cartagena siendo recibido con júbilo por las autoridades y el vecindario.
-1864. Una monja venida de Francia, Sor Massol, perteneciente a la congregación de las hijas de San Vicente o también hijas de la Caridad, fundó el Colegio Asilo de San Miguel, en el que únicamente serían admitidas niñas. Había dos clases de alumnas, las del pensionado que pagaban una cuota y vestían bonitos uniformes que las distinguían de las otras, las gratuitas, de familias pobres. Entraban y salían del Colegio por distintas puertas y tampoco compartían las aulas.
-1921. Se inaugura en la Muralla del Mar el monumento a Cristóbal Colón.
La estatua tiene su historia. En el año 1882 se encargó la escultura al artista Juan Sanmartín Serra el cual se fue a Carrara en Italia a tallarla allí. La estatua llegó a Cartagena el 26 de agosto de 1883 y se guardó en un almacén del Arsenal y allí quedó olvidada. En el año 1899, el alcalde Mariano Sanz Zabala pidió a las autoridades del Arsenal la estatua, siendo guardada en unos almacenes de la Casa de Misericordia. Finalmente, a los treinta y ocho años de haber llegado a Cartagena fue colocada en una coqueta placita de la Muralla del Mar.
-1943. A las cuatro y media de la tarde, tiene lugar una fuerte explosión en la fábrica de explosivos de Alumbres conmocionando a toda la población. Resultó muerto el obrero Elías Torres Martínez y herido Pedro Caparrós Galindo.