LA FAROLA DEL LAGO LORENZO VERGARA PAGÁN (LOREN) “RECUERDOS INOLVIDABLES DE CARTAGENA DE ESPAÑA”

Lorenzo Vergara
Lorenzo Vergara
LA FAROLA DEL LAGO LORENZO VERGARA PAGÁN (LOREN) “RECUERDOS INOLVIDABLES DE CARTAGENA DE ESPAÑA”

LA FAROLA DEL LAGO

LORENZO VERGARA PAGÁN (LOREN)

“RECUERDOS INOLVIDABLES DE CARTAGENA DE ESPAÑA”

Como dice el titulo de este pequeño articulo de mi “Farola del Lago”, siempre está en mi cabeza mi querida Cartagena de España, y…siempre acudo a mis recuerdos, para intentar trasladaros a través de unas letras que… casi de manera automática pasan del armario de mi cerebro al ordenador) a aquella época feliz de mi adolescencia, cuando… todos los sábados me “emperifollaba”, y me dedicaba a pasear por nuestra querida ciudad, era un placer que no podía ni quería evitar, en ese placer, me estuve recreando hasta que abandoné la casa de mi abuela (mi mamá Concha) para casarme. Ese placer que tantas veces os he contado, y que no me abandona, aunque critiquen a mi querida ciudad, yo, no le encuentro defectos, solo veo virtudes, y extraigo de cada edificio su solera, por viejo que esté, siempre…siempre le encuentro virtudes, y…no digamos nada cuando después de una pequeña “peregrinación” me asomo al mar, mirando de frente a los dos faros, me relamo de placer, y bendigo el día que mi padre y mi madre se unieron,  para que yo naciera en Cartagena España, en la Calle Palas nº 2.

Bueno querid@s lector@s de mis FAROLAS DEL LAGO, en esta ocasión, retomó la escritura en el mismo punto que la dejé en mi último artículo, en la calle del Aire, de nuestra Cartagena de España, o sea en la puerta del Club billares, propiedad del Sr. Pepe y de sus hijos Pepe y Luis. Miré a uno y otro lado, y opté por irme hacia la izquierda, es decir en dirección a Calle del Cañón. Abrí mucho los ojos, para empaparme de esa parte de nuestra querida ciudad, que me tocaba esa tarde recorrer. Sabía…intuía que… algún día os relataría mis andanzas juveniles, y quería guardar las imágenes nítidas, para que…al trasladarlas al ordenador, os transmitiera todo el sabor que desprendía mi querida ciudad, en aquellas fechas, y que yo (pobre de mí) inhalaba con fuerza inusitada, para guardar ese aroma que… ¡ahora mismo!, al soltar ese soplo de aire que aún conservo, os llegue entrelazado en estas letras, y podáis comprender mi emoción al escribirlas. 

Enfilé la Calle del Cañón, esta  Calle, siempre (ahora también), me trae grandes recuerdos unos muy buenos, y otros muy tristes e imborrables. Ahí estaban los celebres almacenes de D. Rafael Valls, que abastecían de ropa a casi toda la marinería. También estaba el Hotel España, que era donde se concentraba nuestro equipo de futbol el EFESÉ cuando estaba en 2ª división, allá por los años cincuenta, de vez en cuando servidor iba al Hotel para ver a mis ídolos, y que me firmaran autógrafos los “adorados” Amaro, Cabillo, Coves, Cabañas, Pacheco, Aurelio, Jover…para mi eran “Dioses” del futbol, y… cuando me firmaban me volvía a casa más contento que unas Pascuas. Pero… la mayor alegría que me deparaba aquella calle era que… ahí se encontraba el estudio fotográfico de Abellán. A ese estudio me llevó mi madre (mi querida e inolvidable madre) para hacernos una fotografía. Esa foto (que me acompañará toda la vida), representa a un niño (servidor) de cuatro años besando en la mejilla a su madre, creedme si os digo que tengo… como un “flash” en mi cerebro, en el que se “dibuja” a mi madre cogiéndome por la cintura para subirme al taburete y poder así darle el beso en la mejilla.

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Calle del Cañón en Cartagena España

 

En esa misma calle presencié (cuando era niño) un accidente horrible, que ha dejado en mi mente una huella imborrable, veréis, por aquel entonces, las calles de nuestra querida Cartagena España, eran transitadas en casi todas las direcciones, yo, bajaba como para el Ayuntamiento, desde el mismo Ayuntamiento subía para la calle del Cañón un camión, en el lado derecho de la calle una niña muy pequeña (8-9 años) llevaba una lechera en la mano, e iba saltando con un pie en la cera y otro en la calzada pegando “brinquitos”, en uno de esos brincos se trastabilló, y…cayó de lado a la calzada, en ese momento pasaba el camión, y… delante de mis ojos ocurrió la terrible escena que nunca olvidaré, la lechera…rodó, y la niña… dejó su recuerdo inolvidable para siempre. Sé que es muy triste, y que…quizá no debía contarlo, pero…¡ocurrió! y forma parte de la historia de esa calle, y…de mi vida.

Bueno la vida sigue, y…¡yo! trato de relataros aquellos momentos, casi todos felices, y propios de una edad juvenil, donde todo se ve desde el lado positivo. Continué andandico hasta la dársena de botes, (lo que ahora es cola de ballena) recordé a mi amigo Paco Raja, su padre, tenía un bote de paseo y…en el nos paseaba de vez en cuando por el puerto. Y…recordé la cantidad de veces que atravesé a nado esa maravillosa dársena. Volviendo por mis pasos me dirigí al paseo del puerto, no sin antes contemplar a mi izquierda el extraordinario monumento a los Héroes de Cavite, y pensar en esas vidas sacrificadas, en pos del ideal de defender a tu patria, Servidor es muy imaginativo, y las ideas que tengo las transformo en imágenes reales, idealizándolas según me conviene. 

Como os decía seguí andando hasta el paseo del puerto, y…¡aquí!, si que esbocé una y mil sonrisas. Resulta que… en mis años juveniles, en el puerto actuaban artistas de mucho renombre durante el verano (en aquella época nadie veraneaba), el que más tenía era una cabaña en la Algameca jeje. Venían artistas como Antonio Machín, que cantaba aquello de Angelitos negros, también actuaba Chiqui Rodri, exuberante mujer que nos traía “locos” a los chavales solo de verle las piernas, y cantaba aquello de …“Allá en Santiago de cuba le conocí bailando” y actuaba el gran Ciriaco, que cantaba… “Yo quiero un T.B.O. yo…quiero un T.B.O. si no me lo compras rabio y pataleo. Como resulta quever a esos artistas costaba dinero pues había que sentarse en sillas y pedir helados, nosotros (los chavales) no podíamos, porque no teníamos ni dos reales. Lo que hacíamos era mirar por debajo del toldo que ponía la empresa, para impedirnos la visión, y claro… todos terminábamos con tortícolis, de tanto inclinar el cuello para poder ver algo, de ahí lo que os he dicho antes, que estábamos enamorados de las piernas de Chiqui Rodri, eso era porque por desgracia, solo podíamos verle las piernas, el resto, nos lo imaginábamos.

¡Qué tiempos! ¡Madre mía! y…que felices éramos con tan poco. Bueno amigos, ojalá os ayuden estas “letricas” a pasar con una medio sonrisa unos minutos, que son… los que dura su lectura. Un abrazo a todos y…”FELIZ VERANO.

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