MOMENTOS QUE DAN VIDA INUNDA DE MAGIA MONTESOL

La Ventana de Eva
La Ventana de Eva
MOMENTOS QUE DAN VIDA INUNDA DE MAGIA MONTESOL

MOMENTOS QUE DAN VIDA INUNDA DE MAGIA MONTESOL

Domingo, diez de la mañana. Abro los ojos. He dormido fresquita, de un tirón. El silencio y la paz me acompañan. Salgo al jardín. El olor a hierba mojada me acaricia la piel bronceada que tenemos los del sur. Al fondo una ventana abierta, blanca, tratada con cariño me da la bienvenida. No es una ventana cualquiera, es La ventana de Eva. Bueno, en realidad es la ventana de todas las personas bonitas que en unas horas irán llegando a este lugar especial.
Escucho jaleillo. Ese jaleillo de risas y alboroto. De ilusión y nervios. La voz de una mujer especial va organizándolo todo.
El oso encima del banco, los girasoles a un lado. Que no se os olvide colocar el casco dentro de la mina.
Las flores están preciosas y el detalle de los baúles y los sombreros ha quedado genial.
Cuidado con la pancarta, súbela un poco más. Vamos a terminar de colocar los libros.
¿Has tenido en cuenta que haya chorizos de León para todos?
Voy a ver si los melones están fresquitos.
La mujer especial se llama Sonia. Sonia es increíble. Mueve montañas si algo le ilusiona. Y tiene mucha suerte, porque está rodeada de un grupo de mujeres que la apoyan, se ilusionan con ella y tiran adelante cuando sus ideas brotan sin parar.

 

Todas ellas son MOMENTOS QUE DAN VIDA. Un grupo de mujeres unidas por la lectura, las emociones, la cultura, las cosas bonitas.
Sonia es generosa. Me ha abierto la puerta de su casa y me ha dicho, aquí eres una más. Y así me he sentido estos días que he pasado en su casa, una más. Porque tiene una familia increíble. Paula y Víctor son educados, cariñosos… Félix, el hombre de la casa, el chicarrón del norte que igual cuida de los chopos del pueblo de al lado que mira a Sonia con admiración cuando ve lo que es capaz de hacer. Porque ella une a personas de verdad, y consigue que todo fluya.
Eso sí, tiene carácter. Así que rápidamente me sacó de mi ensoñación y me dijo, viene un coche a buscarte, demasiado estás viendo tú aquí esta mañana, venga, fuera, que tenemos mucho que preparar.


Estoy algo nerviosa, tengo que reconocerlo. Sé que voy a vivir muchas emociones, que nos vamos a dar muchos abrazos y que va a haber reencuentros muy deseados.
Pero Sonia y las chicas no me dejan tiempo para pensar. Ya son más de las doce y media de la mañana y me animan a bajar por una escalera desde la que ya escucho la música. Soy una de las invitadas a este encuentro cultural, que ya va por su tercer año, pero que como es el primero para mí…
Para mí y para tres escritores maravillosos, Javier Pérez, Melchor Riol y Paula Pérez.
A ellos los veo tranquilos pero yo estoy como un flan. Abajo esperan los veteranos del encuentro de MOMENTOS QUE DAN VIDA. Fernando Portolés, al que las chicas le llaman su capitán, Susana Gil y Marina Díez.
Y junto a ellos más de una veintena de chicas que sonríen, cantan, aplauden y las respaldan algunos de sus chicos que serán los encargados de que comamos de maravilla.
Y es entonces, queridos lectores, cuando todo fluye. Bebida fresquita y picoteo de bienvenida para saludarnos, una presentación de Sonia y un consejo especial, que disfrutemos del día. Bea, la chica de la sonrisa dulce prepara algo precioso para hablar de esos siete privilegiados que estamos sentados en un rincón precioso que Ana ha decorado con cariño.


Las chicas de Momentos empiezan a hacernos preguntas. Nosotros respondemos, sin extendernos mucho, porque hay un cencerro que suena si nos dispersamos. Son increíbles, ja, ja.
Allí cada uno habla de sus libros, de lo que siente al estar esa mañana allí. De la vida, de las experiencias. Y todos, todos, coincidimos en no haber sentido nunca haber estado en un lugar donde todo fluye y podemos ser nosotros disfrutando de la vida bonita y del cariño. Porque MOMENTOS QUE DAN VIDA es único. Porque todas ellas son increíbles, porque los ojos brillan de alegría, porque celebramos la vida, las historias que cada uno cuenta, los detalles que a esas mujeres las hacen distintas.
Los versos flotan en el aire con Marina. Las risas espontáneas de todos al escuchar la frescura de Paula. La expectación cuando Javier habla, no le conocíamos y fue todo un lujo. La palabrería de Melchor y la emoción que le pone al hablar de esos siete libros que mima y quiere. Un inciso, con él tuvieron que utilizar el cencerro, entre risas y jolgorio, porque escucharle es un lujo.

La luz de Susana, que con su voz radiofónica estaríamos todo el día escuchándola. Fernando Portolés… ¿Qué queréis que os diga de Fernando? Se cruzó en mi vida hace unos años y vino a Cartagena movido por mi interés en presentar sus libros en mi ciudad. Yo nunca había hecho nada igual. Por aquellos años me iniciaba contando relatos en Cartagena Actualidad, un periódico local desde donde hoy os escribo. Y el cielo de Cartagena aquel día se pintó de amarillo. Y no, no es un juego de palabras, literalmente el cielo se puso amarillo para recibir a Fernando. Y aquella noche todo fluyó. Fernando fue mi nexo de unión con Sonia, y estaré agradecida siempre.

Fernando, el hombre de pocas palabras cuando lo tienes delante, pero que cuando nos habla sobre el papel… Coloca cada palabra en el lugar exacto y todo se convierte en música.
Y yo. Pues yo todavía no sé qué hacía sentada allí con ese elenco. Porque yo soy una ilusionada de la vida que un día decidió dejar la banca y contar historias. Y con esas historias crear un proyecto precioso para ayudar a los niños con cáncer. Y pronto llegará el segundo. Y mientras tanto participo activamente en los eventos culturales de mi ciudad, me rodeo de artistas extraordinarios y mejores personas, presento algunos eventos, entrego algunos premios y entrevisto a personas que sé que tienen una historia bonita detrás.
La vida es maravillosa cuando estás al lado de las personas adecuadas. Y el domingo 6 de julio, fue un día que nunca olvidaremos.


Los intercambios de libros, los detalles de las chicas hacia nosotros que nos emocionaron, las sorpresas, el teatro, la música, el baile, los reporteros improvisados, la sencillez, la humildad, el trabajo en equipo, los brindis y los abrazos.

 

Esos abrazos de última hora, cuando cae la noche, vamos quedando poquitos y no queremos que el día termine. Nos sentamos a charlar, estirando el tiempo para evitar las despedidas. La noche está estrellada, sigue oliendo a hierba mojada, la infusión calentita con conversación pausada marca el preludio de ese hasta luego.

Y llega el abrazo. Ese abrazo en silencio que contiene todo lo que no nos hemos dicho durante el día, apretadito.
Me volveré a cruzar España sin pensarlo, aunque tenga que volver a hacer un puzle de mil piezas. Porque con MOMENTOS QUE DAN VIDA, mi mundo se pinta de mis colores favoritos.
Ah, y si no lo habéis vivido, es imposible sentirlo. Y menos con la de gente que somos, así que como Ana la vecina no derrumbe el muro…
¡FELIZ VIDA! ¡OS QUIERO!

EVA GARCÍA AGUILERA
LA VENTANA DE EVA

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