PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA Y DEL LIBRO “SEMANA SANTA CARTAGENA LA GRAN DESCONOCIDA” DE TOMÁS ORTIZ MENDILUCES

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PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA Y DEL LIBRO “SEMANA SANTA CARTAGENA LA GRAN DESCONOCIDA” DE TOMÁS ORTIZ MENDILUCES

PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA Y DEL LIBRO “SEMANA SANTA CARTAGENA LA GRAN DESCONOCIDA”  DE TOMÁS ORTIZ MENDILUCES

 

Cartagena, “La Espiga Dorada”, 16 de noviembre de 2025

Esta mañana, la Sala de Exposiciones de la Espiga Dorada de la Cofradía California ha acogido la presentación del libro "Semana Santa de Cartagena, la gran desconocida" y la inauguración de su exposición conmemorativa.
La agrupación de la Santa Cena, de la mano del fotógrafo D. Tomás Ortíz, y en colaboración con la Cofradía California; son los organizadores de dicho acontecimiento que une arte, tradición y patrimonio, con el fin de rendir tributo a una de las manifestaciones más singulares de nuestra identidad colectiva.
Visita la instalación del 16 de noviembre al 16 de diciembre, con el horario de martes a sábado de 11:00 a 13:30 horas y de 17:30 a 20:00 horas.

Cada primavera, Cartagena nos sorprende con su puesta de largo más hermosa. Cada primavera, la ciudad se reviste de pasión, muerte y resurrección, engalanándose con los colores negro, encarnado, morado y blanco. Son colores que a esta vieja dama le sientan muy bien, como si siempre hubieran formado parte de su propia piel.

La Semana Santa de Cartagena es, para muchos, la más bella que nuestros ojos hayan contemplado. Así lo siento, así lo digo y así lo proclamo hoy, en el inicio de esta presentación, al abrir las puertas de esta exposición fotográfica que pretende rendir homenaje a esa belleza que conmueve y que permanece.

Y esa Cartagena tan bonita y admirada todo el año, pero sobre todo magnífica en Semana Santa, encontró quien la mirase y admirase con otros ojos: los ojos de las lentes fotográficas de alguien que, venido de fuera, quedó prendado de ella.

Hoy nos encontramos ante el fruto de la pasión de Tomás Ortiz Mendiluces por ese patrimonio religioso y cultural que hunde sus raíces en el corazón de esta ciudad. No se entiende Cartagena sin su Semana Santa, máximo exponente de su historia, su identidad y su tradición más profunda.

Hoy tenemos ante nuestros ojos una pequeña muestra del fruto de un trabajo apasionado de 17 años, los mismos que primavera a primavera han traído, desde su amada Torrevieja, que lo vio nacer, hasta esta no menos amada ciudad, a un Tomás cargado con sus cámaras fotográficas para llevarse en ellas parte de nuestro tesoro, que nos es devuelto ahora en bellas imágenes, fruto de un trabajo laborioso envuelto en un mimo exquisito, no exento de técnicas novedosas y elaboradas que dan como resultado este magnífico trabajo.

Han sido muchísimas horas recorriendo junto a nosotros los pasos que lenta y majestuosamente conducen a las imágenes de la Semana Santa por su recorrido procesional, pero también muchísimas horas de laboratorio con la ardua labor de escoger las mejores imágenes recogidas cada año.

Tomás, con raíces familiares en esta tierra, María Julia Fraile Perez-Cuadrado, su mujer, es cartagenera, encontró en Cartagena un lugar donde inspirarse y donde expresar su genialidad.

Fotógrafos en Semana Santa siempre hay, y siempre serán parte necesaria de ella. Pero Tomás posee un don especial: es de esos fotógrafos que están sin estar, que capturan lo esencial sin interrumpirlo, que saben encontrar su sitio, guardando un profundo respeto hacia lo que sucede ante sus ojos.

Las fotografías de Tomás no son fotografías cualquiera. Son imágenes con alma, con arte, con sentimiento y con pasión, como nuestra Semana Santa, de la cual esta colección constituye un bellísimo exponente.

Sus fotografías son explosión de color, como lo es también nuestra Semana Santa, pero al mismo tiempo son un juego de luces y sombras. Porque ¿qué Semana Santa, por grande y magnífica que sea, no guarda también en sí sus luces y sus sombras? Esa profundidad, ese contraste, esa verdad, están aquí recogidos.

Lo que contemplamos hoy es una obra maestra de un gran maestro, elaborada a fuego lento. Han sido, como os he dicho, innumerables las horas dedicadas a este proyecto; y, aun siendo muchas, es todavía mayor la ilusión que ha sostenido cada paso de este proyecto. Porque la ilusión y la profesionalidad han sido los ingredientes principales tanto de este libro como de esta exposición. Todo realizado sin prisas, dilatándose en el tiempo, como se hacen las grandes obras: dejando que maduren, que respiren y que tomen cuerpo.

Si hoy nos hallásemos en una exposición de pintura, tendríamos que hablar de las pinceladas utilizadas para la terminación de un cuadro; pero aquí hablamos de gestos, de posturas, de escorzos casi imposibles a los que el fotógrafo, aun sin advertirlo, se somete para capturar no solo una hermosa fotografía, sino la imagen perfecta.

Un buen fotógrafo es aquel que se dedica a apresar una realidad que para muchos pasa desapercibida; a ver lo que los demás no vemos y a conservarlo para nosotros. A ver en colores lo que nosotros vemos en blanco y negro, y a revelar en blanco y negro aquello que el exceso de color nos impide apreciar.

Tomás ha sabido mirar donde otros solo pasaban de largo. Y eso, precisamente, es lo que hoy se pone de manifiesto.

Como os decía al principio, esta obra que hoy ve la luz nace de una deuda de amor con Cartagena, la tierra de la familia de su esposa y su intención es tan sencilla como grandiosa: el autor, nuestro querido y amigo Tomás, busca hacer historia, dejar memoria viva, dejar alma y sentimiento.

Detrás de las fotografías que engalanan y ennoblecen estos viejos muros, y de las páginas del libro que hoy presentamos, hay muchos años de contemplación y entrega, de trabajo meditado y exhaustivo, como a Tomás le gusta trabajar.

225.000 fotografías, como un mar inmenso de luz y de color, forman la base de su trabajo; de ellas, 25.000 fueron seleccionadas; 1100 se hicieron esenciales; y 105 coronan hoy esta exposición. Y todo ello reunido en dos kilos y sesenta gramos de arte, que es el peso material de este catálogo de imaginería, enseres procesionales y momentos místicos de la Cartagena cofrade, y que pesa infinitamente más en profundidad y significado que en materia.

El autor de esta exposición y de este libro no podía encontrar mejor escenario para su apasionada obra que esta Jerusalén del Mediterráneo, esta ciudad con más de tres mil años de historia, donde cada piedra y cada rincón parece latir con la Pasión de Cristo. Aquí la fe se respira, la historia se escucha y la Semana Santa no se cuenta: se vive, y muy intensamente, aquí tenemos pasión por celebrar la Pasión.

La obra que nos convoca esta mañana es una auténtica Biblia Fotográfica. Una narrativa visual donde la palabra camina, humilde y reverente, detrás de la imagen; porque aquí lo importante es la imagen, de tal forma que el texto acompaña a las imágenes, nunca al revés.

Al concebir esta obra bibliográfica y esta exposición era necesario hacer justicia a nuestras cuatro cofradías y a todas sus agrupaciones, y así se ha hecho: sin prisa, sin artificio, con verdad. Cuatro evangelios narran la Pasión del Señor; cuatro cofradías pasionarias le dan vida en esta ciudad; y hoy, una exposición y un libro dan testimonio de todo ello.

Cada año, cada uno de los diez días de nuestra Semana Mayor, las pesadas puertas de Santa María se abren de par en par para revelar a esta ciudad la historia de amor más bella jamás contada: la historia de un Cristo enamorado de los hombres, entregando su vida por nosotros. “Sálvate a ti mismo”, le gritaban cuando colgaba de la cruz, pero Él eligió salvarnos a nosotros.

Hoy, es esta sede de la Cofradía California, “La Espiga Dorada”, la que abre sus puertas para invitarnos a mirar de otra manera esa misma Semana Santa. Ya sabemos lo que esconde una espiga de trigo: una vida que está por nacer; cada grano de trigo debe morir para dar vida. Así es esta exposición: como un grano de cereal, pues aún repleta de imágenes inmóviles, está muy llena de vida.

Tradicionalmente, la Iglesia llama a Tierra Santa, la tierra que vio nacer, crecer, vivir, morir y resucitar a Jesús, el Quinto Evangelio. Yo me atrevería a llamar a nuestras procesiones de Semana Santa, el Sexto Evangelio, un evangelio hecho arte, belleza, devoción y tradición que cada primavera nos recuerda la Pasión de Cristo y su victoria sobre la muerte.

Y me atrevería aún más: me atrevería a llamar a esta obra que se inaugura y presenta hoy, el Séptimo Evangelio, pues se trata de una colección fotográfica que, si me permitís la broma, que no quiere ser irreverente, bien podría ser llamada el Evangelio según Tomás… Tomás Ortiz.

Tras recorrer la exposición y adentrarse en el libro, “Semana Santa Cartagena, la gran desconocida” su título se desvanece. Porque gracias al autor y a sus fotografías, nuestra Semana Santa ya nunca más podrá llamarse desconocida. Quien quiera conocerla, aquí encontrará un testimonio fiel y ardiente, que nos acerca al tesoro espiritual de esta ciudad: su Semana Santa.

La obra de Tomás Ortiz está plagada de recursos y técnicas fotográficas, para mi imposibles de explicar, fruto de miles de horas y de una composición inédita que aspira a recoger emociones y sentimientos: hay momentos en que, con una sola foto, se cuenta una procesión entera.

Es un libro de categoría internacional donde la calidad es su sello, con imágenes hechas para meternos de lleno en la Semana Santa. Son imágenes creadas no solo para ver, sino para sentir, para orar, para guardar siempre en el recuerdo.

Detrás de todas ellas está un hombre apasionado, que ama la fotografía y ama el trabajo bien hecho.

Este libro nos muestra una verdad profunda: La Semana Santa no son solo imágenes de personajes bíblicos y de santos, de bellos hachotes y hermosas túnicas; la Semana Santa es, sobre todo, un pueblo que cree, que se emociona hasta las lágrimas y que espera la Redención.

Es devoción hecha arte. Arte hecho oración. Oración hecha imagen.

La calidad de esta obra es casi insuperable; y digo “casi”, porque la perfección pertenece solo a Dios.

Tomás no busca solo mostrar, sino sorprender y conmover, y creedme: lo consigue. Sus fotos explican cada momento con exhaustividad; sus fotografías son palabras sin voz, catequesis sin sermón, latidos del corazón sin sonido. Y cuando hablas con él, te transmite un entusiasmo desbordante que no deja indiferente a nadie metiendote de lleno en su proyecto.

Detalle a detalle, mirada a mirada —que para la mayoría pasan desapercibidos—, Tomás nos muestra la Semana Santa que no se ve. Miradas que reflejan el alma de las personas y de las imágenes, detalles que constituyen la esencia de lo que celebramos y sentimos.

Baste como muestra de lo que digo algunas pinceladas entresacadas de esta hermosa obra tras una contemplación, casi reverente: la mirada suplicante al cielo del capellán ante la presencia del Cristo del Socorro; las abundantes viandas de la mesa de la Última Cena; la mirada llena de mansedumbre del Cristo del Ósculo; o la impresionante y majestuosa imagen del Cristo del Prendimiento elevando sus ojos al Padre con gesto de aceptación de la voluntad divina; la mirada llena de odio y maldad de los sayones; el reflejo en el ánfora de la niña samaritana… y así un sinfín de detalles.

En definitiva, ante nosotros tenemos la obra de un Tomás reconocido internacionalmente, con multitud de premios y reconocimientos, sin duda merecidos, y una meta clara: la perfección en su oficio; pero también la obra de un Tomás creyente que ama la Semana Santa y que ha querido hacernos un gran regalo: poder ver la Semana Santa de Cartagena, no con sus ojos, no con sus lentes, sino con su corazón.

Hoy, con profundo y sincero reconocimiento, inauguramos esta exposición, invitando a quienes la contemplen a detenerse, a dejarse conmover y a reencontrarse, a través de estas imágenes, con la solemnidad, la emoción y la belleza que la Semana Santa de Cartagena guarda dentro de sí.

Que esta exposición —pequeña muestra de un gran libro— nos invite a detenernos, a conmovernos, dispuestos a dejarnos tocar por la belleza y a reencontrarnos con aquello que, en lo más íntimo, nos pertenece.

Gracias, Tomás, por este gran regalo en forma de preciada reliquia que has hecho a Cartagena, a su Semana Santa y a los que tanto la amamos.

Lázaro Gomariz López

Capellán del Cristo del Socorro

Capellán de la Junta de Cofradías de Cartagena

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