¡YA HUELE A SEMANA SANTA!

Eva
¡YA HUELE A SEMANA SANTA!

¡YA HUELE A SEMANA SANTA!

 

Ummm, ¡parece que huele a Semana Santa!, los días se alargan, nos vestimos súper guapos, aprovechamos para ir a la playa por la mañana y de procesión por la noche.

A mí la Semana Santa me traslada a momentos felices de mi infancia. Con las visitas de familiares, disfrutaba con mis primos de las procesiones en esas sillas de madera tipo tijera que te dejaban las posaderas hechas una piedra. Allí nos sentábamos todos juntos, disfrutando de un sepulcro de caramelo, que por muy largo que fuera, finalizaba la procesión y aún quedaba para  otro día. Nos colgaban las piernas con esas calcetas hasta las rodillas, porque aquí en Cartagena a todos nos ponían bien guapos para ir de procesión.

 

 

¿Sabéis que los sepulcros fueron elaborados por primera vez por la empresa cartagenera Licor 43? Ese caramelo largo envuelto en papel con el dibujo de un capirote que hasta que no lo abrías no sabías qué sabor te había tocado.

¿Y que los capirotes de caramelo, de ese auténtico que no podías parar de chupar los fabrican en confitería San Vicente y los distribuyen por el resto de confiterías de España?

 

¿Y esos carritos que pasaban al inicio de la procesión y luego se instalaban en cada rincón de la ciudad, luciendo ante nuestros ojos de niños todo tipo de juguetes y golosinas? Mis juguetes preferidos siempre fueron la cámara de fotos que disparaba una cara de dudosa procedencia y el mejor por excelencia, ese pez gordito que levantabas una tapa y hacías pompas de jabón. Y mira que después hemos tenido pomperos, pero como ese pez ninguno. Luego estaban los bastones gigantes rellenos de bolitas de anís, los bolsitos de perlitas pequeñas… Un sinfín de tentaciones que junto con la chupeta y los capirotes de caramelo,  los vasitos de chufas y los tambores y trompetas, llenaban nuestras noches de alegría.

 

 

Y ya sabéis lo que pasaba cuando varios primos estábamos juntos, pues que era más fácil conseguir alguno o algunos de esos increíbles juguetes. Porque mientras nuestros padres disfrutaban de ese chocolate con churros o las típicas porras  después de la procesión, ¿quién se atrevía a decir que no? Alguno, la verdad,  pero siempre estaba el que decía que sí, y al final terminábamos haciendo pompas de jabón con una chupeta de caramelo colgada del cuello en la Plaza del Rey,  en la puerta de Capitanía o donde nos pillara de camino.

Era una gozada, pasábamos una semana inolvidable  arropados por la música que acompañaba a los tronos que lucían preciosos con esos arreglos florales, imágenes con  túnicas de terciopelo bordadas como si fueran la partitura de la mejor composición,  capirotes perfectamente alineados que llevaban el paso pausado y perfecto que  te daban ganas, y algunos lo hemos hecho, de alargar la mano y tocar esas túnicas  majestuosas.  Y cuando veíamos a los nazarenos,  era cuando nuestra ilusión crecía al son de “caramelos, caramelos”. Había de todos, los generosos, los que terminaban la procesión con la bolsa llena y los que llevaban calidad y te dejaban hipnotizado con una moneda de chocolate o un caramelo de los masticables.

 

Y terminábamos esos días  sabiendo que volverían más, llevándose mis tíos de recuerdo esa muñeca vestida de marinera tocando la trompeta que tanto me gustaba, pero parece ser que había una norma no escrita  que decía que sólo tenían ese privilegio los que venían de visita.

Y es que nuestra Semana Santa es muy especial. La ciudad se envuelve de esa esencia que sólo nosotros somos capaces de describir, pero que todos sabéis a qué me refiero.

 

 

Nuestras cuatro cofradías, CRISTO DEL SOCORRO, CALIFORNIA, MARRAJA Y RESUCITADO nos ofrecen el regalo de vivir desde la que dicen es “primera procesión de España”  en la madrugada del  jueves al viernes de Dolores, hasta el domingo de Resurrección: LA PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO.

 

 

El VIERNES DE DOLORES los cartageneros rendimos homenaje a nuestra Patrona con la tradicional ofrenda floral, ofrenda en la que durante años mis dos pequeñas han lucido bien guapas  los trajes  con los  que su abuela casi pierde la vista de tanto coser lentejuelas, y  que  en alguna ocasión han luchado por quedarse con esa cesta de flores que les  encantaba  y que  quizá pensaban que la Virgen ya tenía demasiadas. Tras la ofrenda podemos disfrutar del Vía Crucis  que inicia su recorrido en nuestra Plaza del Lago  con el Cristo de Misericordia como titular, luciendo su melena de pelo natural.   Y si pensabais que el día de la Patrona finalizaba aquí, de eso nada, la procesión de nuestra Cofradía California sigue llenando de música, flores y luz nuestra ciudad. Un día perfecto para todo el que quiera venir a visitarnos y llevarse un  recuerdo inolvidable  de nuestra Cartagena, comerse unas empanadillas, unos crespillos y degustar un  asiático.

 

 

 

El Domingo de Ramos con  la “procesión de la burrita”, Cartagena se inunda de palmas bendecidas. Y como nos decía mi madre: “en Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene ni pies ni manos”

¡Ay Lunes Santo, que especial eres para todos los cartageneros!  A la Virgen de la Piedad  la acompañan miles  de promesas  en esta procesión marraja. Las saetas afloran a su paso, arropando de consuelo  el dolor de los que la acompañan.  Pero quizá lo más anecdótico y a la vez extraordinario es lo que ocurre a las puertas de nuestra Basílica de la  Santísima Virgen de la Caridad, donde el trono se gira para que ambas se miren mientras le hacen la entrega de un ramo de rosas negras a nuestra Patrona. Un bonito recuerdo a Caridad la Negra, que fue madame del mejor burdel que en aquella época había en El Molinete. Devota y extraordinaria persona,  se relacionaba con los hombres más exitosos y poderosos del momento, y consiguió enfrentarse junto con otras prostitutas, para defender a nuestra Patrona y evitar que fuera quemada junto con otras imágenes en 1936. Caridad la Negra llevaba cada Lunes Santo esas rosas  tan rojas que rozaban un negror que las hacía especiales a nuestra Santísima Virgen de la Caridad, motivo por el cual cada año se sigue haciendo en nuestra ciudad este homenaje.

 

 

 

¿Tenemos o no historias anecdóticas interesantes en esta nuestra Semana Santa?

Hay otra que especialmente me encanta y es la de Pedro Marina Cartagena, que cada martes Santo necesita un permiso especial para salir de nuestro Arsenal Militar. Un acto muy curioso, que si no lo conocéis no deberíais dejar pasar la oportunidad de presenciarlo.

Y es que la tarde y la  noche del martes Santo  desprenden  una alegría especial. La procesión más castrense inunda cada rincón de  Cartagena, donde nos gusta asomarnos y disfrutar de los preparativos para la salida de  San Pedro en el Arsenal Militar, San Juan en el Parque de Artillería, Santiago del Gobierno Militar  y un encuentro final y multitudinario en la Puerta de Capitanía. Derroche de fervor, alegría, aplausos y emoción.

¿Y qué me decís del jueves Santo? Ese silencio absoluto en la más completa oscuridad recorre las arterias de la ciudad. ¡Cuánto respeto fluye por todos  los poros de cartageneros y visitantes!

Y aunque en Cartagena el respeto por nuestras procesiones es premisa de obligado cumplimiento  y  la mayoría lo llevamos en los genes, eso no nos impide disfrutar  de la Noche del Encuentro. El acto en sí es precioso, durante toda la noche nos recorremos la ciudad para ver qué tal va el arreglo floral de Jesús Nazareno en la Pescadería de Santa Lucía y disfrutar del espectáculo más emotivo en la Plaza del Lago entre “Madre  e Hijo”, aderezado  con la Salve Cartagenera, el Himno Nacional  y un baile de los dos tronos encontrados que te eriza la piel de arriba abajo.  Emociones, manos entrelazadas, ojos cerrados y un orgullo que es imposible evitar sentir por todos los que estamos allí.

 

Pero hay que ser sinceros, y no por ello menos respetuosos. En Cartagena el respeto y las ganas de celebración van unidos sin problema alguno. Porque todos los de mi generación hemos luchado por una hora más para disfrutar con nuestros amigos cada sábado, pero esa noche se nos concedía la libertad absoluta. Y cuando digo absoluta, era así. Toda la noche para disfrutar de nuestras procesiones pero también de poder estar con tus amigos al son de la música, interminables charlas, risas y acompañados de esos  cruasanes de jamón de york y queso que tanto nos gustaban cuando ya  empezaba a amanecer.

Cartagena y sus procesiones, orden, música, devoción y belleza. Da igual que seas “cali o marra”, que la música vaya marcada por la alegría o la pena. Todas se viven con orgullo, intensidad y emoción.

Y hay una que es especial, la única que celebramos por la mañana. Y es que  estamos de celebración, la Resurrección de Cristo viste el domingo  de blanco, de alegría, de aplausos inagotables, de música festiva. Todos bien guapos vamos asomándonos por cada bonito rincón de la ciudad para disfrutar de esa emoción compartida. Compramos nuestras monas cartageneras de rollo  y huevo duro, y ahora los más prácticos  que no quieren quedarse repletos de huevos duros en casa, de bollo y huevo de chocolate. La calle del Cañón es protagonista del extraordinario espectáculo que se crea  con la Virgen del Amor Hermoso a hombros. La gente aplaude, llora de emoción, gritan “viva La Virgen” y cantamos por última vez la Salve Cartagenera que nos llena de orgullo  y emoción hasta el próximo año.

 

 

 

 

 

Y volver a formar parte de las dos procesiones que el miércoles y  viernes Santo nos dejan sin adjetivos para describirlas. Porque hay que presenciarlas para poder sentirlas, para poder vivirlas. Miércoles y viernes inundados de pasión, de música, de alegría y dolor, de fervor, de aplausos.

 

 

 

 

Cartagena quiere que la ciudad huela a  Semana Santa, que vistamos nuestros balcones. La ciudad está bonita para que la disfrutemos. Para recibir a los turistas, abrirles las puertas de nuestra ciudad trimilenaria y que se deleiten de la historia y la tradición. Para que crucen las puertas  de las iglesias  y capillas  de Santa María y Santo Domingo y quedarse en silencio ante el Cristo del Socorro, Cristo de la Misericordia, Jesús Nazareno, Virgen del Primer Dolor, La Piedad, Cristo resucitado, “La Pequeñica”…

Dejar que  las lágrimas de emoción broten al cantar nuestra Salve que hoy ya no  se esconden bajo la mascarilla. Disfrutar de los porta pasos  cuando nos bailen los tronos, todos bien juntos para aunar sus fuerzas. Y que los nazarenos llenen las manos de los niños de caramelos  endulzando sus vidas. Y que cuando recibamos con alegría a aquellos tíos y primos de la infancia que vuelvan para recordar viejos tiempos, nuestra sonrisa ilumine nuestros  corazones. Así que hoy os dejo un pedacito  de nuestra  Semana Santa con la intención de   evocar una sonrisa llena de vuestros propios recuerdos.

 

FELIZ DOMINGO DE SEMANA SANTA

EVA GARCÍA AGUILERA