¡YA LLEGÓ LA NAVIDAD!
¡YA LLEGÓ LA NAVIDAD!
Umm, ¿ya amaneció? Oigo llover. Siempre que llueve mi noche es más relajante. Tiene un efecto sedante para mí, increíble. Subo la persiana y sí, está lloviendo. Una lluvia fina, un cielo gris. Lo suficiente para saber que después de lavarme la cara y preparar una infusión, voy directa a mi rincón especial. Ah, y una vela aromática, que no puede faltar.
Me siento frente al ordenador. Hace días que lo tengo algo olvidado, y miro el calendario. 16 de diciembre. Y busco el día en mi calendario de adviento, ese que lleva una sorpresa diaria. ¡Es mi primer calendario de adviento de toda mi vida, y eso que ya voy por los 52!
De pequeña no había, o yo no lo recuerdo. Y de mayor…, se los he comprado siempre a mis niñas. Verlas cada mañana ir a ver qué sorpresa les había tocado, era un regalo. Era y es, que todavía siguen. Total, que hace unos días las vi tan felices que dije, ¡yo nunca he tenido uno! Y sí, lo que imagináis, al ratito lo tuve. Bueno, con seis días de retraso, lo que supuso comerme seis chocolatinas de un golpe.
Me gusta la Navidad, sobre todo en los días previos. Esa Navidad de luces y música. De niños pequeños que desde su carrito observan con los ojos muy abiertos los globos de colores brillantes, que dan sus primeras palmadas con las notas musicales que suenan en el ambiente. La Navidad de pequeños detalles entre amigos. De pasear y observar los escaparates y ver unos guantes o un libro que te recuerdan a alguien especial. Y sin más, entras ilusionada y lo envuelven con un lazo enorme.
Me encantan los puestecitos de los mercadillos en las plazas de las ciudades. Las velas de distintos aromas, los chocolates artesanos, los colgantes de lunas o estrellas. Los carritos de castañas, asadas como si no hubiera prisa. El algodón de azúcar y las palomitas.
Los artesanos haciendo demostraciones, y las degustaciones de turrones, alfajores, suspiros, mantecados.
Los abrazos en los encuentros. Las conversaciones relajadas, las charlas eternas y las risas, con las personas que te hacen sentir en casa, relajada.
Me emocionan los conciertos en las iglesias y el olor a incienso. Los Belenes artesanales, en los que cada figura ha sido tratada con el cariño de unas manos mágicas. Belenes grandes y pequeños, estáticos o los que nos les falta detalle y el movimiento es el protagonista. Me gusta dejarme llevar por la historia, y los guiños que en cada pueblo o ciudad recrean parte de su pasado en ellos. Porque el pasado siempre nos invita a recordar, a la nostalgia.
Hace unos días me encontré sin esperarlo con un Belén en el que habían dado vida a… ¡Casa Garnero! ¡Dentro se podían ver las calculadoras, los bolígrafos, los adornos navideños…! No sé cuánto tiempo estuve allí, mirando cada detalle, pero pude sentir el crujir de la madera con mis pasitos pequeños al entrar a aquel paraíso de ilusión. Me vi reflejada en los cristales de las puertas de aquellos armarios oscuros, que olían a historia. Yo, allí, con una bolsa y los adornos que mis padres habían comprado, con aquella emoción de imaginar cómo quedarían en aquel árbol de ramas rectas con una bolita roja en la punta.
Y volamos, mi niña interior y yo, hacia el aparador de la casa de mi abuela, sobre el que tenía la bandeja de dulces navideños. A los villancicos amenizados con la botella de Anís del mono, la zambomba y las panderetas de piel por las que resbalaba el dedo que previamente habíamos humedecido de la manera más…, eso, que nos chupábamos el dedo e imitábamos a nuestros mayores para que el sonido fuera inolvidable.
Bonitos recuerdos, a los que muchas veces nos aferramos. Y estos días he estado pensando… Lo que hacemos hoy, también serán los recuerdos de nuestros hijos o nietos. Y a veces tendemos a mitificar el pasado y estar a disgusto con el presente. Ya sabéis, esa frase típica de, las navidades de ahora no son las de antes… Claro que no. Porque el tiempo ha pasado. Y llegan cosas nuevas y bonitas, que nos alegran la vista. Árboles que no tienen la punta roja en la rama, pero que son preciosos y decoramos con ilusión. Grandes espectáculos de música y color que dibujan sonrisas a pequeños y mayores.
Al final, la Navidad, es como tú la sientes y cómo la quieres vivir. Eligiendo con quién y dónde te encuentras bien, qué pequeñas cosas te emocionan. Esos pequeños instantes, esa sorpresa de un amigo, ese baile improvisado cuando pones el árbol en familia.
Y yo, os elijo a vosotros. Esos lectores que hace casi cinco años un día decidisteis que íbamos a pasear juntos, a contarnos historias, recuerdos de entonces y sueños futuros. Y a muchos os he conocido, otros han venido después… Y siempre, siempre, os sumáis a mis locuras.
LA SUERTE DE COINCIDIR, LA MAGIA DE CONECTAR
Os deseo a todos que disfrutéis de cada instante, sea Navidad o verano. Vivir, que la vida es un regalo con días de 24 horas. Salud para todos, una pizca de ilusión, y mucho amor.
¡FELIZ NAVIDAD!
Ah, y no pensaríais que no os iba a recordar, que hay un regalo muy especial para estas fechas. Está hecho con el corazón de muchas personas que han puesto el alma, su arte, trabajo y esfuerzo de manera desinteresada, para que los relatos cobren vida y se conviertan en un libro.
OBJETIVO. Si en cada hogar, uno de los regalos que hacéis a un amigo, familiar, es el libro LA VENTANA DE EVA, LUZ DE FARO, vamos a conseguir muchas sonrisas. La tuya, que lo regalas, el de la persona que lo recibe. Y la más importante, la del niño con cáncer que está en el hospital y va a tener material para jugar, crear, inventar, en estos días navideños.
¡Que vuestra familia y amigos están cansados de calcetines, pijamas y perfumes…!
Librería papelería Albaladejo, Cartagena.
Gracias por seguir por aquí. Disfrutad.
LA VENTANA DE EVA
EVA GARCÍA AGUILERA