Montanaro: EL TERCER ESTADO

Andrés Hernández
Andrés Hernández

EL TERCER ESTADO

El Tercer Estado en España, al igual que en otros países como los revolucionarios franceses de la época allá en el siglo XVIII, era el conjunto del pueblo llano que no pertenecía ni a la nobleza ni al clero. Este grupo, que constituía la gran mayoría de la población entre un 90 y 95%, estaba compuesto por campesinosburgueses que a su vez los conformaban los comerciantes, artesanos, profesionales y clases populares urbanas, una clase media en potencia. Se caracterizaban por estar privados de privilegios, allá donde el socialismo los alcanza con sus letales tentáculos como ahora, además, eran las víctimas por sustento responsable de pagar la mayoría de los impuestos y eran el motor, la fuerza de trabajo principal. 

“El progreso NO es progresismo, lo que lo llaman progresismo es la excusa semántica de la izquierda para blanquearse como delincuentes a sí mismo”

A diferencia del Antiguo Régimen, estas clases tienen hoy derecho al voto, como dirían los socialistas leyéndome, hemos avanzado…, hoy hay participación política y acceso a servicios públicos como la sanidad, o la educación, logros que provienen de las luchas históricas que superaron el sistema estamental. Desde una perspectiva socialista, el paralelismo principal no se centra en la estructura legal de "estamentos", sino en la división entre quienes poseen los medios de producción y la mayoría, que sostienen al país con la fuerza del trabajo. Hoy los privilegiados no son la nobleza o el clero como antaño, Hoy por derecho de nacimiento es la alta burguesía o fortunas y la clase política y perdón por lo de clase, que posee grandes capitales y empresas, además de los del poder establecido. Aunque pagan impuestos, su acumulación de riqueza y su influencia en el poder político se perciben como una forma de privilegio sistémico.

La mayoría no privilegiada es la que sustenta a las instituciones y es la clase trabajadora y popular, que, según la teoría socialista, sigue siendo explotada y carece del control real sobre la economía y las decisiones políticas fundamentales, a pesar de la democracia formal, lo curioso es que esta explotada por un gobierno socialista.

“nos someten a sus designios como en pleno feudalismo donde los nuevos nobles son los que gobiernan”

El progreso NO es progresismo, lo que lo llaman progresismo es la excusa semántica de la izquierda para blanquearse como delincuentes a sí mismo. Así las cosas, podemos establecer hoy una controversia entre liberales y socialistas o socialdemócratas como les gusta llamarse, dos visiones contrapuestas de la vida, del trabajo y de la economía. La socialdemocracia es una ideología política y económica que busca combinar una economía de mercado capitalista con la intervención estatal para promover la justicia social y la igualdad, pero enmascarando el negocio. Como tristemente sabemos, en España funciona este régimen económico, Impuestos muy altos con un gasto público cercano al 50% del PIB que nos hunde, muchos empleados públicos, muchos funcionarios que enmascaran las estadísticas siempre manipulables y un intervencionismo cada más vez más evidente del estado en todos los aspectos de nuestra vida, nos someten a sus designios como en pleno feudalismo donde los nuevos nobles son los que gobiernan.

Pero curiosamente y pese a la elevada presión fiscal que sufrimos, el estado no es capaz de adaptar sus ingresos a sus gastos y de forma recurrente incurre en déficit fiscal y aumenta la deuda pública, ojo que ha sobrepasado en más de 400.000 millones desde la llegada de Sánchez. La deuda real de la Seguridad Social hoy es de 600.000 millones de euros. Pedro Sánchez, que tiene que ser el mejor en todo, en siete años y medio ha conseguido que la deuda real suba en 404.700 millones, por otro lado, la inflación que es el mecanismo regulador de estos desequilibrios, perjudica al ciudadano, pero les sanea las cuentas públicas.

Por otro lado, el liberalismo económico, que es una doctrina que defiende la mínima intervención del Estado en la economía, promoviendo el libre mercado y la propiedad privada, tan atacada por el socialismo, atacan el producto del esfuerzo en beneficio de la holgazanería. Así, el liberalismo se basa en la idea de que las fuerzas del mercado se autorregulan a través de la ley de la oferta y la demanda, lo que genera riqueza y progreso para toda la sociedad, lo vivimos en la legislatura de Aznar plenamente, aunque joda. Busca el equilibrio de las cuentas públicas, rechaza el endeudamiento estatal, reniega de los subsidios y defiende un estado reducido a su mínima expresión.

“le quita a los que más tienen producto de su trabajo para dárselo a los que menos tienen que, en su mayoría es producto de su NO trabajo”

Básicamente ambas ideologías o sistemas basan sus principios en la confianza que tienen en la sociedad. La social democracia cree que es el estado el que mejor puede decir en que hay que gastar la riqueza del país y, por tanto, ha de recaudar lo máximo posible para redistribuirlo según sus prioridades, volvemos a lo mismo, le quita a los que más tienen producto de su trabajo para dárselo a los que menos tienen que, en su mayoría es producto de su NO trabajo.

Desde una perspectiva analógica, el "Tercer Estado" en la España Actual estaría representado por las clases trabajadoras y medias, la mayoría de la población que sostiene el sistema económico con su trabajo y el pago de impuestos. Abarca a trabajadores asalariados, tanto del sector público como el privado, que constituyen la fuerza laboral principal. Luego los autónomos y pequeños empresarios, quienes, aunque a veces se identifican con la burguesía, a menudo enfrentan cargas y vulnerabilidades similares a los trabajadores y son sostén del tejido productivo del país. Pensionistas y parados, sectores dependientes del sistema de seguridad social sostenido por los trabajadores activos y cada vez más decadente y despreciado por el propio gobierno, solo importan los votos.

El "Tercer Estado" del Antiguo Régimen y la España actual, especialmente en el contexto del socialismo, creo que requiere un examen cuidadoso sobre los cambios estructurales. Hoy la sociedad no es estamental, sino una sociedad de clases con derechos y obligaciones formales, aunque no siempre materiales e iguales ante la ley, un sistema que el socialismo busca, en teoría, superar o reconfigurar pero que ha desvirtuado por ansia de poder y corrupción manifiesta. Así, las clases siguen estableciéndose y con diferencia, la alta burguesía mantiene todos sus privilegios e incluso los socialistas principalmente y los liberales no se alejan quieren ser como esa alta burguesía, pero a costa de este Tercer Estado, la corrupción, la prostitución y el vicio es un hábitat donde se reproducen como alimañas, y como diría Churchill, el socialismo, el sánchismo; "Es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma".

“Hay más personas cobrando del Estado una paga, subsidios, pensiones o funcionarios que personas cobrando un salario privado”

Por el contrario. El liberalismo cree en cambio que es el ciudadano el que ha de decidir qué quiere hacer con su dinero y sus posesiones, eso se llama libertad, y que el Estado ha de suministrar servicios públicos básicos como la seguridad, la Sanidad, la Educación, la Justicia o las Infraestructuras y poco más. ¿Cuál de los dos sistemas es mejor? Los detractores del liberalismo ponen de ejemplo de lo malo del sistema el sistema sanitario norteamericano, o la desigualdad social en EEUU país que se interpreta como "liberal", pero critican la sanidad española pero este lejos de la realidad, cuando en España el liberalismo ha tocado la cima, era un país rico y con oportunidades. Hoy los detractores de los sistemas socialistas o socialdemócratas, hablamos de sociedades subsidiadas que se comportan como ovejas obedientes sacrificando sus libertades, empezando por la económica y penalizando la iniciativa y el mérito en detrimento de la sumisión y el nepotismo o amiguismo impostado. Penas que no glorias…, más de un 70% de lo que genera cada asalariado actualmente se dedica a pagar impuestos, una vergüenza. Hay más personas cobrando del Estado una paga, subsidios, pensiones o funcionarios que personas cobrando un salario privado. Cerca del 40% de los jóvenes menores de 25 años tiene pensado opositar, por verlo más seguro que buscarse la vida en la calle.

Terminamos con el “Estado del Bienestar” donde el socialismo o la socialdemocracia en España ha buscado, históricamente, mitigar las desigualdades a través de políticas sociales, impuestos progresivos y servicios públicos. Sin embargo, los críticos de izquierda o comunistas abyectos, argumentan que el actual PSOE se ha alineado con las políticas neoliberales y no representa un socialismo verdadero, sino una forma de capitalismo reformado. La diferencia fundamental es que en el Antiguo Régimen la desigualdad era legal y por nacimiento. Hoy en día, la igualdad ante la ley es un pilar fundamental del sistema democrático mermado por el socialismo. Existe una mayor, aunque limitada, movilidad social en la actualidad en comparación con la rigidez del sistema estamental. El tercer estado no tenía poder político; las clases trabajadoras actuales tienen el sufragio universal y la capacidad de organizarse en partidos y sindicatos para influir en la política a pesar de no conducirnos a nada bueno.

“¿Y aquí, en España, en las mismas circunstancias y en pleno siglo XXI, la revolución para cuándo?”

El paralelismo es una analogía conceptual basada en la división entre una élite poderosa y una mayoría trabajadora que sostiene el sistema, pero no una equivalencia estructural directa. El tercer estado era el pilar de la economía entonces, ya que con su trabajo y el pago de impuestos sostenía a la monarquía, la nobleza y el clero y ahora, a lo que Moncloa dicte. Entonces estaban excluidos del poder político y de los altos cargos de la administración, que estaban reservados para los estamentos privilegiados, ¿y ahora?, o eres un discípulo y gregario del sistema de partidos o te quedas fuera del sistema político, te ningunean y te estafan con una democracia insultante, y aquí o hay excepciones. A pesar de las diferencias internas, todos los miembros del tercer estado compartían la falta de privilegios y la obligación de contribuir fiscalmente, lo que generaba un descontento creciente que, especialmente en Francia, fue un factor clave para la Revolución. ¿Y aquí, en España, en las mismas circunstancias y en pleno siglo XXI, la revolución para cuándo?

“late un riesgo que no conviene ignorar, que el poder Judicial sometido al Ejecutivo acabe con la propia Justicia, de forma sutil pero eficaz, bajo la influencia de quien nombra a los protagonistas de impartir, investigarla y ejecutarlo, es decir, el propio Gobierno, por si hay dudas.”

"Temo a los griegos, incluso cuando traen regalos", escribió Virgilio en la Eneida. A los troyanos, aquel enorme caballo de madera les pareció un obsequio, un gesto de reconciliación tras años de guerra. Solo después comprendieron que el regalo escondía en su interior la semilla de su ruina. Algo parecido ocurre con los proyectos políticos de reforma que pretende entregar a los dirigentes el poder total acotando la separación de poderes para delinquir abiertamente. Se nos presenta como un avance, como un paso hacia la modernización y la convergencia con los países de nuestro entorno, nada más lejos de la verdad. Pero bajo ese envoltorio de progreso que ya he dicho que es un blanqueamiento de la delincuencia institucional, late un riesgo que no conviene ignorar, que el poder Judicial sometido al Ejecutivo acabe con la propia Justicia, de forma sutil pero eficaz, bajo la influencia de quien nombra a los protagonistas de impartir, investigarla y ejecutarlo, es decir, el propio Gobierno, por si hay dudas.

La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, sino el derecho de los ciudadanos a que nadie interfiera en la búsqueda de la verdad. Es la muralla que separa el poder de la justicia. Convertir esa muralla en un trampantojo admitiendo el pretexto de la modernización es repetir la vieja ingenuidad de Troya: celebramos el regalo sin advertir que dentro viajan quienes acabarán abriendo las puertas de la defensa.

“Y de ahí sacamos una conclusión franca del socialismo y del mayor error de la historia que ha sido juzgar el “socialismo” por sus intenciones y nunca por sus resultados, nefastos, tóxicos y decadentes.”

"Cualquiera que tenga el poder de hacerte creer idioteces, tiene el poder de hacerte cometer injusticias". Voltaire

La idea es especialmente relevante en un mundo donde la desinformación y la manipulación de la opinión pública pueden tener graves consecuencias sociales emanadas de la putrefacción política. El poder de manipulación donde esta sentencia advierte sobre el peligro de la credulidad y la manipulación ideológica. Sugiere que, si una persona o entidad puede persuadir de aceptar creencias irracionales, falsas o absurdas, está minando tu capacidad de razonamiento crítico, de ahí en psicología se desarrolla la ventana de Overton. El mensaje central es que una vez que se acepta lo absurdo sin cuestionar, el sentido moral y la capacidad de juicio se vuelven vulnerables a modo de vínculo entre la creencia y acción. Esto puede llevar a que la manipulación desencadene actos inmorales, perjudiciales o injustos, a menudo en nombre de esas creencias infundadas. Es un poderoso recordatorio de la importancia del pensamiento crítico llamado a la razón, la conciencia y la entereza, valores fundamentales promovidos por Voltaire y la Ilustración hoy manipulados. Subraya la idea de que una creencia sin control puede ser peligrosa. Y de ahí sacamos una conclusión franca del socialismo y del mayor error de la historia que ha sido juzgar el “socialismo” por sus intenciones y nunca por sus resultados, nefastos, tóxicos y decadentes.

Decía Thomas Sowel que; "No hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, con el dinero de aquellos a los que se califica de opresores”

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