Y SI NO ES EL DE BARCELONA. ¿DÓNDE ESTÁ EL CRISTO DE LEPANTO?

Y SI NO ES EL DE BARCELONA. ¿DONDE ESTA EL CRISTO DE LEPANTO?
Introducción
Cerrados los ojos, inerte todo el cuerpo, “con el Cristo de los moriscos sobre el pecho”, que le había puesto el Padre Juan Fernández, revelándose en él la vida tan solo por el estertor fatigoso y entrecortado[1].
Así describe el jesuita Luis Coloma los últimos instantes de la vida de Don Juan de Austria, y es precisamente en ese crucifijo (Cristo de los moriscos, para unos y Cristo de las batallas, para otros), donde comienza la investigación iniciada en las conclusiones del artículo “El Cristo de Lepanto” de la Revista General de Marina de Noviembre de 2022.
El crucifijo está actualmente en la Colegiata de San Luis en Villagarcía de Campos (Valladolid).
¿Cómo llegó el crucifijo a España?
El 1 de octubre de 1578 muere Don Juan de Austria en Namur (Flandes, actual Bélgica), y su hermano Felipe II da instrucciones para su traslado y entierro en España.
Los historiadores señalan al tabardillo (tifus) como la causa natural de la muerte, pero esta misma enfermedad también atacó a algunos de sus capitanes, que sin embargo sanaron. Hay quien culpa a unas mal curadas almorranas, que le produjeron una mortal hemorragia, y no faltan quienes alimentan la posibilidad de un envenenamiento, aludiendo que no faltaban autores[2].
El Rey ordena que acompañen el cadáver de su hermano, D. Gabriel Niño de Zúñiga, los capellanes de su Alteza (su confesor Fray Francisco de Orantes y el jesuita Juan Fernández), el Guardajoyas, el Tesorero, el Contador, el Grefier (oficial real encargado de los archivos), y los criados necesarios.
Que la venida sea por Francia, embarcando en Nantes, y desde allí a Bilbao u otro puerto de nuestras costas (El desembarco fue en Santander, no pudiendo ser en Bilbao por error de los marineros)[3].
Unos meses después de su muerte y con el mayor secreto se exhumaron los restos que se encontraban en la catedral de Namur, se descuartizaron y se trajeron a la Abadía de Párraces (Segovia) el 21 de mayo, donde lo recibió el obispo de Ávila, don Busto de Villegas, comprobándose que faltaban restos del cráneo y algunas falanges de los dedos.
Sus entrañas quedaron enterradas en Namur, junto al altar mayor de la catedral.
A partir de la llegada del cuerpo a la Abadía de Párraces ya dejo de ser secreto el traslado (Algunos historiadores explican este cambio de situación a que en la primavera de 1579 Felipe II había leído los archivos de don Juan de Austria y comprueba que su hermano le había sido siempre fiel, pese a las maquinaciones del secretario Antonio Pérez).
Felipe II decidió resarcirse mandando cumplir la última voluntad de don Juan, que era reposar junto a su padre Carlos V, por tanto se trasladó con cortejo real el ataúd hasta su morada actual en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial, el 24 de mayo de 1579[4].
Juan de Austria no hizo testamento.
Don Juan murió sin hacer testamento, dejando “lo que toca a su hacienda S. M. suplicándole recibiese sus trapos y que se encargase de sus deudas y obligaciones que sostiene en tan poquitos criados como aquí quedan, pues él no tenía para satisfacer esos”5.
Felipe II recibía de su hermano una hacienda de unos 55.000 ducados, claramente insuficiente por el endeudamiento que tenía. El Rey decide repartir y vender los bienes de su hermano en varias almonedas (subastas).
Hercules Cañón, criado de Cámara, el mismo día de la muerte de Don Juan de Austria, abrió el escritorio ante la presencia del secretario Andrés de Prada, de Octavio Gonzaga y del padre Dorantes, quienes junto a Alejandro de Farnesio, Príncipe de Parma le asistieron en los últimos momentos de su vida.
Quince días más tarde, ante los mismos testigos, el contenido del escritorio fue entregado al guardajoyas Gonzalo Vallejo, que hizo un inventario para la posterior administración del mismo
Primera línea de investigación: El inventario de Juan de Austria
El 7 de Diciembre de 1578, el secretario Antonio Pérez, respondió a dos cartas con fecha 4 y 6 de noviembre del guardajoyas Gonzalo Vallejo, y una carta anterior de fecha 21 de octubre con el inventario de Don Juan de Austria. (Como curiosidad, el secretario se apropia de dos escribanías de marfil y ébano que le habían gustado) Esas cartas están documentadas en la Biblioteca de la Academia de Historia6.
Estas cartas se escribieron hace más de 400 años. Y hablan de un inventario, ¿Existirá actualmente el inventario? Y si existe, ¿Dónde se encuentra?
Tras algunas investigaciones, por fin el Archivo General de Simancas nos confirma (por WhatsApp) que posee el inventario de los bienes de Don Juan de Austria, y que se encuentra entre los fondos de la Contaduría Mayor de Cuentas, 2ª época, en el legajo 135.
La primera línea de investigación nos lleva al Archivo General de Simancas (Valladolid).
El Cristo de las batallas no aparece en el inventario. El personal de Simancas me dice que no es extraño que no aparezca, pues al carecer de valor material, no se pondría en una almoneda (subasta).
El crucifijo de Villagarcía de Campo
En la Colegiata de San Luis de Villagarcía de Campo se guardan varios recuerdos de Lepanto: Algunos de ellos enviados por el mismo Don Juan de Austria a Doña Magdalena de Ulloa.
En una hornacina, está el llamado Cristo de Lepanto. Es una imagen clavada en una cruz de madera de unos 35 cm. de altura. Esta cruz se apoya en una bola de cristal de roca, que descansa sobre una pequeña peana dorada, alrededor de cuya base se lee esta inscripción: «Quemado por los moriscos de Granada; sacado del fuego por Don Luis Quijada». La imagen de Cristo está ennegrecida por el fuego y el lado izquierdo medio carbonizado.[5]
Este Cristo estuvo algún tiempo pendiente de la cabecera de la cama de Luis Quijada en su Palacio-Castillo de Villagarcía. Pasó luego a manos de Don Juan de Austria, que lo conservó como preciosa herencia; le acompañó en todas sus campañas militares, y en él estampó el último beso al morir en Flandes.
En la lista de la capilla de la Colegiata figura en la octava columna “el Santo Cristo sacado del fuego por el Excmo. Señor Don Luis Quijada, echado por los moriscos de Granada”. En 1695, Gerónimo de Cobos, dorador y estofador de casi todas las estatuas de la capilla, escribe en el libro de cuentas de la Colegiata «El Santo Cristo que el Señor Don Luis Quijada dejó sacado del fuego, donde le echaron los moriscos» [6]
El Padre Juan de Villafañe en la biografía de doña Magdalena de Ulloa (1723) escribe «hoy se conserva en el colegio de Villagarcía por monumento perenne de la cristiana piedad de Don Luis Quijada, la santa imagen, entre las preciosas reliquias con que le enriquecieron sus fundadores» [7]
Si alguien estaba interesada en recuperar el Cristo de las batallas, esa es Doña Magdalena de Ulloa. (Ya conocemos la relación entre el vencedor de Lepanto y doña Magdalena de Ulloa) y es que además ese crucifijo pertenecía inicialmente a su marido Don Luis Quijada.
Tras la muerte de su marido Luis de Quijada en la guerra de los moriscos de Granada, en 1570 Magdalena de Ulloa vivió retirada en el Convento Franciscano de “El Abrojo” para profesar como religiosa cisterciense en Las Huelgas Reales de Valladolid, donde su cuñada Ana de Quijada era abadesa.
Pero los constantes pleitos familiares por los bienes de su marido la llevaron a dedicar su vida a hacer efectiva la voluntad testamentaria de Don Luis de Quijada; Levantar una capilla panteón. El testamento establecía la posibilidad de juntar con su viuda ambas haciendas para fundar un monasterio en Villagarcía.
Los jesuitas, directores espirituales de Magdalena, la ayudaron, pues la capillapanteón estaba dentro de un colegio de la Compañía de Jesús en su iglesia consagrada en 1580.
Se solucionó un proceso complicado, ante las negativas de los testamentarios, con intervención de teólogos de la Universidad de Salamanca, e incluso de la Santa Sede. El papa Gregorio XIII estableció una bula otorgando la disponibilidad de Magdalena de Ulloa sobre los bienes de su marido.
Las enormes ayudas otorgadas a las obras de la Compañía de Jesús por parte de Magdalena la llevaron a que en 1573 se le otorgase “Carta de Hermandad”. De esta manera, fue fundadora del Colegio de Villagarcía de Campo, de los Colegios de San Matías de Oviedo y el de la Anunciata de Santander.
Los jesuitas no solamente fueron sus herederos universales, con la oposición de los sobrinos de su marido, sino también patronos de las diversas obras pías que fundó, lo que le valió su denominación de la “Limosnera de Dios”.
Su posición en la corte del emperador Carlos V como “tía” de Juan de Austria, además de su estrecha relación con la Compañía de Jesús, le sirvieron para atesorar un sustancioso número de sagradas reliquias, que son ahora fuente de estudio de trabajos universitarios, pero nuestra investigación sobre el Cristo de las batallas es diferente, no se trata de una reliquia, ni siquiera tiene valor material, sino que es algo personal, pues perteneció a su marido Don Luis Quijada y posteriormente a Don Juan de Austria.
Segunda línea de investigación: El testamento de Magdalena de Ulloa
A la muerte de Don Juan de Austria es lógico pensar que el crucifijo pasara otra vez a manos de doña Magdalena de Ulloa, y si en la actualidad está en Villagarcía, tuvo que dejárselo a los jesuitas en su testamento.
Doña Magdalena de Ulloa murió el 11 de junio de 1598 a los 73 años de edad otorgando testamento cerrado de 6 de febrero del mismo año 1598, que se abrió por orden de su sobrina Doña Mariana de Ulloa, marquesa de la Mota. En el testamento deja heredero universal al Colegio de Villagarcía.
Nuestra investigación nos lleva al Portal de Archivos de la Junta de Castilla y León, el pasado 22 de mayo, nos pusimos en contacto con Don Ángel Laso Ballesteros, Director del Archivo Histórico Provincial de Valladolid, que nos confirma (también vía WhatsApp) que poseen el testamento de Doña Magdalena de Ulloa.
El testamento dice “Iten mando que todas las cosas de mi oratorio, ansi imágenes como ornamentos y todo lo demás que en él hay, para ornato y servicio de la sacristía nueva que al presente hago en la dicha iglesia”. [8]
La frase “todas las cosas de mi oratorio” da a entender que si el crucifijo estaba en su oratorio, alguien tuvo que recogerlo a su muerte y llevarlo a Villagarcía. El testamento también decía, “que solo acompañasen su cuerpo hasta Villagarcía sujetos de la Compañía de Jesús”.
Doña Magdalena de Ulloa vivía en el solar que hoy ocupa el Palacio de Justicia de Valladolid Al día siguiente de su muerte, se celebraron solemnes funerales en la iglesia de los jesuitas (hoy parroquia de San Miguel), y por la tarde se trasladó el cadáver a Villagarcía. [9]
No tires la toalla
Con esta frase lapidaria, mi profesor el coronel Cristóbal Gil me anima a continuar. No te preocupes por dónde quieres ir, sino disfruta hasta donde ya has llegado. Después me dice con sorna “Lo poco que haces, por lo menos hazlo bien”.
Cuando me encontré con los dos contratiempos en las dos primeras líneas de investigación (Ni el crucifijo está en el inventario de Simancas, ni tampoco aparece en el testamento de Doña Magdalena de Ulloa), pensé: “Tiene razón, al menos hemos llegado hasta aquí”.
El archivo familiar
Si el crucifijo (que sí existe) no está en el inventario, quiere decir que se trasladó dentro de un ámbito estrictamente personal, no administrativo, y de conservarse, sería en un archivo familiar.
Magdalena de Ulloa era hermana del Marqués de la Mota, título que actualmente está dentro de la Casa Ducal de Alba. Ya tengo una tercera línea de investigación: Los archivos de la Casa de Alba. ¿Estuvo Doña Magdalena en Párraces?
El encargo
El crucifijo no figura en el testamento de Doña Magdalena de Ulloa, y al salir del Archivo Histórico de Valladolid, la encargada me dijo en voz baja si había encontrado lo que buscaba. Le dije que no, pero que sabía cuál era el siguiente paso que tenía que dar. Me sonrió y me dijo “Eso suele pasar”.
Si se cumplieron las últimas voluntades de Doña Magdalena de Ulloa, uno de los jesuitas tuvo que encargarse de recoger las pertenencias del oratorio.
¿Existirá ese listado? Seguramente sí. Y el documento debe estar en el archivo de Villagarcía. (Ya tenemos la cuarta línea de investigación)
Seguimos investigando
Gema Puertas (vecina de Villarejo de Salvanes), entusiasta de la Historia, y buena amiga, nos ayuda en la investigación. Se puso en contacto con la Real Biblioteca de El Escorial y con el Archivo General del Palacio Real, buscando pistas que demuestren que Magdalena de Ulloa estuvo en Párraces cuando trajeron el cadáver de Don Juan de Austria.
Nosotros (Cristóbal y yo) fuimos al Archivo de Villagarcía de Campos y tras un breve resumen de la investigación, pedimos el listado de las cosas del oratorio de Doña Magdalena. Ese listado tuvo que hacerse en junio/julio de 1598. Si estamos en lo cierto, el crucifijo debe figurar en él. Tras intercambiar los correos electrónicos, regresamos a Madrid.
Dudas y Miedos
Toda la investigación está basada en la afirmación del Padre Coloma de que el Cristo estaba sobre el pecho de Don Juan de Austria en el momento de morir, y que además fue el Padre Juan Fernández el que se lo había puesto.
¿Era ese Cristo de los moriscos el que estuvo en el estanterol de la galera Real?
Y es que el Padre Coloma en su “Jeromin” supone que era éste, el Cristo de los moriscos, salvado por Luis Quijada, el que estaba en una caja en el estanterol. . Pero este Cristo es de madera y las señas que da Van der Hammen en su crónica, nos describen un Cristo de bronce.
Algunos investigadores[10] asumen, sin probarlo, que el Cristo de los moriscos presidió la Galera Real, dando la razón al Padre Coloma.
El ultimo biógrafo, Jose Antonio Vaca de Osma se refiere al crucifijo de madera como parte de una leyenda[11], aunque en su relato sobre la estancia de Juan de Austria en la Galera Real en Cartagena en 1568 como Capitán General del Mar, escribe “….se arrodilló ante el crucifijo chamuscado de su infancia”.[12].
El Cristo de las batallas estuvo en el Museo Naval de Madrid.
En el año 1947, el Presidente del IV Centenario del nacimiento de Cervantes, Don Luis Ortiz Muñoz, organizó en Madrid una serie de actos que motivaron que se autorizase el traslado a la capital de la venerada imagen del Cristo de Lepanto desde la Catedral de Barcelona.
Aquella tarde del 7 de octubre de 1947, la procesión salió de la Iglesia de San
Isidro recorriendo la calle Mayor, Puerta del Sol, Atocha y plaza de Santa Cruz.
Unas semanas antes se había presentado en Villagarcía de Campo un teniente de Navío, delegado del Ministerio de Marina, para llevarse el Cristo de las batallas a una exposición[13], pero tal fue la oposición en el pueblo que tuvo que volverse a Madrid con las manos vacías hasta que volvió con una petición oficial; y sólo entonces se hizo la entrega, con Acta notarial, el 5 de octubre de 1947.
De esta forma el Museo Naval se unía a este IV centenario del nacimiento de Cervantes, soldado de Lepanto, con una exposición. Se exhibía un regalo de Pio V a Don Juan, un Lignum Crucis (que también participó en la procesión).
En la Guía catálogo de la exposición de 1947 que se entregó a los visitantes, rezaba lo siguiente “San Pio V regaló a Don Juan un Lignum Crucis, que este a su vez donó a su entrañable doña Magdalena de Ulloa, quien lo legó a la iglesia de la Compañía de su fundación en Villagarcía de Campos; de esta misma procedencia figura un pequeño Cristo de talla un tanto quemado”.
Mientras miles de madrileños veían desfilar por sus calles un Cristo de Lepanto traído desde Barcelona. El Cristo de las batallas, se exponía en una pequeña vitrina de nuestro entrañable Museo Naval.
Eso sí, un tanto quemado.
A modo de cierre………….
He disfrutado mucho llegando hasta aquí. Después de leer tantas biografias (por recomendación del que considero mi mentor, Enrique Martínez Ruiz) he visto cómo ha evolucionado la imagen del hijo natural de Carlos V desde sus contemporáneos hasta los autores más recientes.
Por desgracia, los archivos personales de don Juan fueron destruidos por orden de Felipe II. A falta de fuentes primarias, están sus contemporáneos: La Relación del progreso de la Armada de la Santa Liga de Marco Antonio Arroyo, fechada en 1576, la Crónica de varios sucesos de guerra, de Jerónimo Torres Aguilera, de 1579 y por supuesto la crónica de la Batalla de Lepanto del Padre Miguel Serviá, confesor de Juan de Austria, fechada en 1571.
Todas las fuentes primarias hablan de que los soldados se arrodillaron ante el Crucifijo de la Flámula de la Santa Liga que actualmente está en Toledo.
Es el padre Lorenzo Van der Hammen, quien en su biografía de Don Juan de
Austria, de 1627, nos describe que “Don Juan llevaba en el estanterol de su galera real, una caja con un cristo salvado de un incendio en Madrid, y que siempre llevaba consigo”.[14]
Las biografías de Don Juan del siglo XIX son en general más literarias que científicas. La “Colección de documentos inéditos relativos a la célebre batalla de Lepanto, sacados del Archivo General de Simancas” (1847), nos hizo avanzar en la investigación.
Y es que en las biografías de las últimas décadas hay escasa innovación histórica, pues los conocimientos que aportan son de las relecturas de autores anteriores.
“Hemos llegado hasta aquí”, y he disfrutado de esta microhistoria de la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros.
José Cánovas García
Coronel IM (Ret)
Consejero colaborador del IHCN[1] Jeromin. Estudios Históricos sobre el siglo XVI, 1907. P. Luis Coloma, pag.583.
[2] El estudio más completo sobre su muerte lo hace el doctor Marañón en su biografía de Antonio Pérez, 1948. Tomo I pág. 249.
[3] Biografía de Don Juan de Austria. Baltasar Porreño 1899. (p.536).
[4] Colección de Documentos Inéditos de la Historia de España. CODOIN Tomo VII pág. 264 5 Van der Hammen, Lorenzo: Don Juan de Austria. Historia. 1627. Libro sexto, p.324 6 Biblioteca de la Academia de Historia. Colección Salazar, D-63, folio 99.
[5] Villagarcía de Campos. Estudio Histórico Artístico. Conrado Pérez Picón (p.216).
[6] Museo Archivo Histórico Nacional de Madrid Libro 492, fol. 115.
[7] P. J. DE VILLAFAÑE, La limosnera de Dios. Relación histórica de la vida y virtudes de Doña Magdalena de Ulloa, p 78, Salamanca 1723.
[8] Archivo Histórico de Valladolid. Folio 375 del protocolo 445.
[9] Villagarcía de Campos. Estudio Histórico Artístico. Conrado Pérez Picón (p.46).
[10] Don Juan de Austria. Margaret Yeo (p.264)
Doña Magdalena de Ulloa. Camilo María Abad. Lamina del Cristo de las Batallas (Entre p.24 y 25)
[11] Don Juan de Austria. Jose Antonio Vaca de Osma (p.61)
[12] Don Juan de Austria. Jose Antonio Vaca de Osma (p.139)
[13] Exposición del 5 de octubre de 1947 en el Museo Naval, y procesión en la catedral de San Isidro.
[14] Don Juan de Austria. Historia por Lorenzo Van der Hammen. Libro tercero página 179.
