UNA PEQUEÑA PARADA MUNDIAL

UNA PEQUEÑA PARADA MUNDIAL

¡Hola lectores! Gracias por leerme un jueves más.

¡Buaaaa!, no puedo ni pensar que hace ya más de dos años que empezó a expandirse ese virus mundial que de manera repentina y sin avisar aterrizó en nuestras vidas.  Y yo no sé a vosotros, pero si dejamos a un lado todo el sufrimiento, las personas que se marcharon, lo que fue  el confinamiento con mi familia se puede decir que lo pasamos de manera divertida.

Porque a mí me encanta recordar aquel tiempo en casa, donde no había prisas, ni horarios.

Es cierto que el ambiente de agobio, incertidumbre y miedo que se respiraba no era muy sano, pero recordar todos aquellos momentillos me sacan una tímida sonrisa en mi cara.

Aquellos meses  me hicieron aprender muchas cosas,  la más importante fue valorar lo que tenemos.

Al ser algo tan rápido no nos dio tiempo a prepararnos una reserva con todo aquello que íbamos a necesitar por los siguientes dos meses. JAJAJAJAJ todavía recuerdo cuando en el colegio nos mandaban hacer trabajos, y claro como solo podíamos salir a comprar comida nos las ingeniábamos con un trozo de cartón y papel de colores.

O cuando al inicio de ese confinamiento se me rompió el lado derecho de los auriculares y estuve dos meses con un único auricular para escuchar. Ya sé, ya sé, me preguntaréis, Paula, ¿y por qué no pedíais las cosas por internet?

La respuesta es un poco ridícula, y es que nos daba miedo que el covid estuviese metido en uno de esos paquetes, y todo esto causado por la falta de saber de este virus.

Yo este periodo lo aproveché para hacer todo lo que las rutinas diarias hasta ese momento me impedían ,como estar todo el día escuchando música , jugar con aquellos juegos de mesa que hacía años que no sacaba del estante, incluso hice deporte y adelgacé unos cinco kilos.

Además estuve mucho tiempo en familia.  Y como en casa  somos una familia súper creativa, en los momentos de bajón no las ingeniábamos para hacer cosas guays.

Recuerdo uno de los mejores,  “el juego de las pistas”, en el que mis padres escondían pistas en casa hasta llegar a un pequeño regalo que nos hacía una ilusión increíble. Y es que gracias a que a mi madre le pirran los chollos y siempre los compra y los guarda por si alguna vez…., no sé donde tendría esas pequeñas cosas, pero en ese momento nos hicieron  tan felices.

O cuando una vez hicimos nuestras propias tapas con nuestra propia carta…. Mi madre se levantaba y decía, ¿dónde vamos hoy? Era ironía claro, pero en un segundo hacíamos un tapeo.

Sin duda uno de mis momentos favoritos del día era cuando a las ocho de la tarde salíamos a aplaudir a todos los sanitarios por su labor, para mí era un momento muy especial en el que podía asomar la cabeza y ver a otras personas.

Y cuando ya nos acostumbramos, poco a poco nos dijeron que íbamos a  volver a la normalidad.

Lo primero que hice en ese primer paseo de familia, fue tomar un helado en la gelatería de Walter y Rafaella y ver a mis abuelos.

Como no sabíamos cómo nos atacaría el virus nos dio miedo abrazarnos, y nos tuvimos que quedar separados sin tocarnos, aunque no faltaron las lágrimas.

Todo era como empezar de nuevo, mis ojos llenos de emoción parecían que era la primera vez que visitaban esas calles.

Y también llegó la vuelta al cole, todos con mascarillas y sin poder tocarnos, pero súper ilusionados por vernos otra vez y por relacionarnos con personas de nuevo.

Gracias a éste parón mundial la Tierra descansó, los animales salían de sus escondites porque ya no habían humanos que los molestasen, la contaminación se redujo, la flora creció y este periodo nos dejó a todos una reflexión:

Que hay que valorar lo que tienes, disfrutar cada momento, porque no sabes lo que va a ocurrir mañana.

Espero que os hayáis sentido identificados, seguro que sí.

Hasta el jueves que viene, os espero aquí, en mi portal.

Besos.

Paula H.G

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