Efemérides de Juan Manzanares García del 5 de marzo
5 MARZO
La frase de hoy.
Contra la frase "mis amigos son los mejores", prefiero "que los mejores sean mis amigos"
PEDRO LAIN ENTRALGO
PERSONAJE DEL DÍA
Marcos Jiménez de la Espada, nace en Cartagena el 5 de marzo de 1831, falleciendo el 3 de octubre de 1898. Escritor, historiador, geógrafo y naturalista.
Nació en el seno de una familia de clase media. Su padre fue un funcionario que deseaba guiar a su hijo hacia los estudios de Derecho. Pero éste, tras residir en Valladolid, Barcelona y Sevilla, donde concluyó su bachiller en Filosofía en 1850, optó por orientarse hacia el estudio de las Ciencias Naturales que entonces se realizaba en el marco de la Facultad de Filosofía. De esta manera, Jiménez de la Espada se formó como naturalista en la Universidad Central de Madrid en la década de 1850 bajo la dirección de Mariano de la Paz Graells, catedrático de Anatomía Comparada y Zoonomía de los Vertebrados y director del Museo de Ciencias Naturales. El 8 de abril de 1857 fue nombrado ayudante de las clases de Mineralogía y Geología de ese Museo y el 11 de septiembre de ese mismo año profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias de dicha Universidad. Dos años después, en 1859, fue nombrado primer ayudante del Museo y, a petición suya, se hizo cargo de las clases de Zoología y Anatomía Comparada que se impartían en él.
Pero fue en 1862 cuando aconteció el hecho que cambió radicalmente las preocupaciones intelectuales y la mirada de este científico. El 9 de julio de ese año fue designado miembro de la Comisión Científica del Pacífico, nombre que recibió la expedición de seis naturalistas, un taxidermista y un fotógrafo-dibujante que el Gobierno español agregó a una expedición naval con destino a tierras americanas en el marco de una contradictoria política panhispanista.
El objetivo principal que se asignó al grupo de científicos fue el de recoger ejemplares de los tres reinos de la naturaleza para incrementar las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Como miembro de la expedición recorrió tierras de los archipiélagos atlánticos de Canarias y Cabo Verde y exploró zonas de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua y El Salvador.
Durante su periplo hizo interesantes observaciones geológicas, zoológicas, antropológicas, etnológicas, botánicas y geográficas que recogió en un Diario.
Entre las hazañas de su viaje cabe mencionar sus ascensiones a una media docena de volcanes centroamericanos, como el Izalco en la república de El Salvador, considerado “el faro del Pacífico”, y ecuatorianos, como el Chimborazo y el Sumaco. Al descender al Pichincha, que domina la ciudad de Quito, anduvo perdido tres días y estuvo a punto de fallecer, siendo rescatado in extremis. Parte de sus observaciones geológicas sobre el vulcanismo andino las publicó en 1872 en su estudio sobre “El volcán de Ansango”.
Tras regresar a España realizó diversos estudios sobre la fauna sudamericana en el marco de la comisión de estudios sobre las colecciones del Pacífico, y promovió, junto a once compañeros, la constitución de la Sociedad Española de Historia Natural en 1871. En sus trabajos zoológicos dio a conocer nuevas especies de mamíferos del área del alto Amazonas, y estudió en profundidad los setecientos ochenta y seis ejemplares de anfibios que habían recolectado los comisionados, particularmente los reunidos por él mismo.
Su principal obra, publicada en 1875 con el título de Vertebrados del viaje al Pacífico. Batracios, mereció los plácemes de sus coetáneos y fue considerada a lo largo del siglo XX como un texto clásico de la literatura zoológica. De ahí que la Society for the Study of Amphibians and Reptiles decidiese auspiciar una reedición en 1978.
Pero en el cénit de su prestigio como naturalista, cambió su programa de investigaciones biológicas y reorientó su atención hacia el campo de la geografía histórica y de la historia americana. En el entorno de la Sociedad Geográfica de Madrid, de la que fue socio fundador en 1876, y de la Real Academia de la Historia, de la que fue miembro electo en 1883, desarrolló un peculiar viaje por el tiempo para prolongar su propia experiencia viajera. Primero, en el marco de preocupaciones historicistas de la Asociación Española para la exploración del África, en la que se integró desde su constitución en febrero de 1877, se interesó por la edición de libros de viajeros medievales castellanos por la cuenca del Mediterráneo, y por el África subsahariana. Luego se convirtió en uno de los más notables americanistas de su tiempo y en uno de los historiadores de su época más atentos a valorar el impacto que tuvo el conocimiento del Nuevo Mundo en el desarrollo de la ciencia europea en general, e hispana en particular.
El afán por el conocimiento del pasado de Jiménez de la Espada se orientó fundamentalmente a la recopilación y crítica de bibliografía y fuentes, como requisito obligado para el logro de la objetividad y delimitación de los hechos históricos. Una serie de archivos, bibliotecas y museos, principales depósitos de fuentes históricas, se convirtieron durante casi tres décadas en los más importantes y predilectos laboratorios de trabajo de ese naturalista-historiador.
Durante esos años, en los que dedicó gran parte de su tiempo a “enmendar cuartillas, comprobar copias, acicalar textos, etc.” desplegó un programa de trabajo original. En él dio a conocer materiales históricos de gran valor sobre el interés que habían mostrado diversos autores hispanos, y europeos, por el conocimiento de la naturaleza y culturas exóticas, africanas y americanas, particularmente andinas y amazónicas. En cierta medida reconstruyó una tradición de conocimiento de las sociedades americanas que tuvo manifestaciones culturales tan importantes como las Relaciones Geográficas de Indias, las Crónicas de Indias, o el género historiográfico de las Historias Naturales y Morales, inaugurado por la obra homónima del jesuita José de Acosta.
Así, editó libros de viajeros medievales; e informó o editó documentos relacionados con las expediciones científicas que enviaron u organizaron los monarcas de la dinastía Borbón durante el siglo XVIII a diversas regiones de América, como fueron las del médico y botánico José Celestino Mutis en el virreinato de Nueva Granada, la de los botánicos Hipólito Ruiz y José Pavón al virreinato de Perú, o la del marino Alejandro Malaspina de circunnavegación del globo. Buscó materiales históricos relacionados con el área andina y amazónica que ilustrasen sus investigaciones de naturalista. Por otro lado, si bien la Comisión Científica del Pacífico, la empresa científico-militar en la que Jiménez de la Espada se desplazó a América, se vio involucrada en un conflicto bélico que se suscitó entre España y las repúblicas del Pacífico sudamericano como Perú, Chile y Bolivia, que culminaron con el bombardeo de Valparaíso y Callao en 1866, no es menos cierto que Jiménez de la Espada concibió su obra historiográfica como un instrumento que reforzase los lazos culturales entre España y los países andinos. Y de hecho se puede considerar que los reconocimientos que obtuvo de sus lectores peruanos parecieran demostrar que consiguió ese objetivo, como lo prueba la condecoración que recibió del Gobierno peruano en 1892 por “sus importantes trabajos históricos y geográficos relativos al Perú”.
En cierta medida esa recompensa procedente de Perú hizo más gratos los últimos años de la vida de Jiménez de la Espada, quien recibió por entonces otras distinciones y condecoraciones. Fue nombrado socio correspondiente de la Sociedad berlinesa de Antropología, Etnografía y Prehistoria y miembro correspondiente de la Royal Geographical Society de Londres y de la Société des Américanistes de París. La Academia de la Historia le concedió en 1897 el Premio Loubat, dotado con 3.300 pesetas, por su obra Relaciones Geográficas de Indias. Asimismo, ascendió a la cúspide del sistema científico español de la época al ser elegido en 1893 miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, presidir en 1895 la Sociedad Española de Historia Natural y ser nombrado catedrático de Anatomía Comparada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid en 1898, pocos meses antes de fallecer en ese año. A su muerte, sus amigos, entre los que sobresalían destacados miembros de la Institución Libre de Enseñanza, como Francisco Giner, y relevantes integrantes de la Academia de la Historia, como el marino Cesáreo Fernández Duro, con la excusa de promover una campaña de solidaridad económica con su familia, le convirtieron en un símbolo del regeneracionismo científico que se atisbaba en el horizonte de la sociedad española.
Durante el siglo XX su legado científico e historiográfico ha sufrido diversas vicisitudes. Su colección de mamíferos fue estudiada a principios de la centuria por su discípulo Ángel Cabrera Latorre, considerado el mastozoólogo más importante del ámbito cultural iberoamericano. Su obra y sus aventuras americanas suscitaron interés en la década de 1920 gracias a los trabajos del agustino Agustín Barreiro, e inspiraron el proyecto de expedición del capitán Iglesias, héroe de la aviación española, al alto Amazonas. Sus trabajos historiográficos alentaron, en cierta medida, el desarrollo de la etnohistoria andina en el último tercio del siglo XX.
Finalmente cabe señalar que la informatización del catálogo de su archivo fue una tarea que se inició en 1998 al cumplirse el centenario de su fallecimiento, después de hallarse el fondo iconográfico de ese repositorio documental, oculto durante sesenta años.
Esa labor ha permitido elaborar un trabajo más ambicioso y pionero en la preservación y revalorización del patrimonio documental que se custodia en los archivos y bibliotecas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): el portal en Internet sobre la Comisión Científica del Pacífico, accesible en www.pacifico.csic.es. En él, el internauta tiene acceso a una parte significativa de las colecciones científicas y documentales de esa expedición, y en particular a documentos importantes del archivo de Jiménez de la Espada, como diez cuadernos de su Diario de viaje, su correspondencia y su fondo iconográfico.
EFEMÉRIDES DE CARTAGENA DEL 5 DE MARZO
©Juan Manzanares García
-1619. Como era de esperar, en Fuente Álamo se genera la discusión entre los representantes de Cartagena y los encargados de establecer la aduana. Santiago de Medina y sus gentes exhiben una provisión por la que se les autoriza a establecer aduana y los regidores de Cartagena presentan otras, entre ellas una de Carlos I, que declara exenta a Cartagena y su término de toda clase de aduanas y almojarifazgos. No se llega a ningún acuerdo y el comisionado Medina ordena a su gente que coloquen la tabla de la aduana. El pueblo se alborota y quitan la tabla, saliendo a relucir las armas, y la cosa hubiese ido a mayores a no haber mandado el regidor de Cartagena prender al comisionado y los suyos. Ante esta situación, el Ayuntamiento acuerda que, sin dilación se comunique al agente de la ciudad en la corte para presentar la protesta pertinente.
-1669. Es bautizado, pocos días después de haber nacido en Cartagena, José Domas y Gris. Fue cónsul de de Francia y del Consejo de Su Majestad Cristianísima.
-1785. Se bota en el Arsenal la fragata Santa Brígida, de 34 cañones.
-1788. Estando en completa ruina la Casa Capitular, se desocupa para proceder a su reedificación.
-1831. Nace en Cartagena D. Marcos Jiménez de la Espada, célebre y famoso escritor, historiador, geógrafo y naturalista.
-1848. Toma posesión del gobierno militar de la plaza de Cartagena, el mariscal de campo Don Miguel Senosiain.
-1939. Algunos cuarteles y baterías de artillería se alzaron en contra de la República mientras que otros centros militares mantenían izada la bandera tricolor, produciéndose una situación dantesca con fuego cruzado entre las propias baterías. Desde las bases aéreas de San Javier y los Alcázares salían oleadas de aviones que bombardeaban objetivos militares que habían renegado de la República.
Desde el Albujón, Los Dolores y San Antón penetró en Cartagena la 206 Brigada Mixta con su batallón de carros de combate, resolviéndose la situación con un baño de sangre. La guerra acabó 20 días después.
-1946. Nace en el seno del Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares, la Masa Coral Tomás Luís de Victoria.
-1952. Es elegido Hermano Mayor de la Cofradía California don Francisco Celdrán Conesa. En el discurso de bienvenida, pronunciado por Francisco Linares, se dijo que nada se le pedía al señor Celdrán y que, si en la antigüedad aquellos españoles que vinieron de California derramaron sus pepitas de oro, éste, al tener minas de plomo, podía usarlas para el engrandecimiento de la Cofradía.
-1990. Se estrena en Cartagena la Suite Folclórica del cartagenero Benito Lauret.
-1998. El Pleno Municipal aprueba, por unanimidad, una moción para iniciar los trámites y estudios necesarios que lleven a la provincialidad.
-1999. Se bota el cazaminas Tambre, de la clase "Segura" con una dotación de 41 marinos, desplazando 585 toneladas con 54 metros de eslora.
-2009. El obispo de la diócesis, Reig Pla erige como capilla el oratorio del Cristo de la Misericordia, ubicado en la plaza de la Merced.