Opinión

INMACULADA LIBERTAD

Ana Belén Nicolás
Ana Belén Nicolás

INMACULADA LIBERTAD

En la tradición cristiana, la mujer nace con una gracia única que es personificada en la Virgen María que se concibe pura desde el mismo momento de su concepción. Este es un misterio bendito de gracia divina que destaca a María como madre de Jesús Cristo, liberada del pecado original que pesa sobre la humanidad.

La corona de doce estrellas que adorna a la Virgen evoca el símbolo conocido como  corona de la Inmaculada Concepción. Reconoce a María como Reina y une la luz divina del universo con la gracia que la hace mujer excepcional entre todos los mortales. Las estrellas que coronan la cabeza de María son joyas celestiales y también destellos de luz y verdad de la libertad espiritual. Son un reflejo de la luz divina que se desprende de su unión con Cristo, maestro y portador del amor absoluto. Por otro lado, la Estrella de Belén brilla para guiar a los Reyes Magos hacia el niño Jesús. Esta estrella se convierte en un símbolo celestial del nacimiento divino y representa la luz que guía a la humanidad hacia Dios. Siguiendo la tradición cristiana, esta estrella en el firmamento marca el camino hacia la presencia de Dios en la Tierra encarnado en maestro. Y es así como permanece por siempre en todos los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios Todopoderoso, por los siglos de los siglos.

En la fe cristiana, la verdad nos hace libres. A través de la figura de María contemplamos la manifestación de esa verdad redentora. Como madre amorosa, refleja el amor en su pureza y devoción. Cristo es la personificación del amor supremo. Nos muestra el camino hacia la redención y la gracia divina. Así, en la simplicidad de la fe, encontramos la conexión sagrada entre la importancia de la mujer como portal libertador, la luz celestial de las estrellas y el amor redentor. En todo este tejido espiritual, la verdad se manifiesta y la presencia divina guía nuestro camino hacia la libertad y la búsqueda interior del ser. Así sea.

Que con la gracia en nuestros corazones germine la chispa divina que llevamos dentro. Amén.

Ana Belén Nicolás