Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA: IA (2)

Paco Marín
Paco Marín
PENSANDO EN VOZ ALTA: IA (2)

PENSANDO EN VOZ ALTA

IA (2)

Tal y como comenté el pasado lunes, día 17, hoy completamos el repaso a la IA que expuso el tertuliano Antonio Lois en su momento.

Aquí tienen una defensa sólida, argumentada y convincente desde la perspectiva de George R.R. Martin (y por extensión, de cualquier autor cuya obra haya sido usada sin permiso por modelos de IA).

Desde el punto de vista de Martin, la controversia no trata sobre oponerse al progreso tecnológico, sino de defender el derecho fundamental del creador sobre su obra, un pilar del que dependen toda la literatura, el arte, la industria cultural y la propia economía del conocimiento.

La IA no es un lector inocente: es una herramienta industrial entrenada con millones de obras sin permiso. El argumento principal es que ChatGPT no “se inspira” en Martin como un lector, sino que su entrenamiento utiliza masivamente obras completas, incluidas novelas protegidas por derechos de autor, sin pedir autorización ni ofrecer compensación. Un ser humano puede leer Juego de Tronos, pero: · No memoriza millones de párrafos. · No genera contenido para millones de usuarios. · No comercializa el conocimiento adquirido. ChatGPT sí lo hace. Y lo hace desde una infraestructura industrial multimillonaria que obtiene beneficios gracias a ese entrenamiento masivo. Martin defiende que, si su obra sirve como materia prima, debe haber un contrato, una licencia o una compensación.

La IA puede erosionar, para Martín, el valor económico del creador, generando: · secuelas, · alternativas, · versiones, · extensiones del lore… es un riesgo directo a su negocio y al de cualquier escritor profesional. Si una IA puede producir fanfics “de calidad profesional”, esquemas argumentales o incluso novelas enteras en su estilo: · ¿quién va a pagar por las obras oficiales? · ¿cómo se protege la identidad literaria? · ¿qué pasa con el valor artístico y económico que un autor ha construido durante décadas? La creatividad no es sólo arte; es un trabajo, y su resultado es propiedad intelectual. La IA no puede ser una “máquina de competir gratuitamente” contra el creador original usando su propio estilo y universo.

Los autores no están en contra de la IA, sino de la explotación no regulada. La postura de Martin no es “quiero prohibir la IA”. Lo que quiere es: · transparencia: saber qué obras se utilizan en el entrenamiento. · consentimiento: poder decidir si su obra se usa o no. · compensación: recibir parte del beneficio generado. · control: evitar que productos derivados compitan contra sus propios libros. Esto no limita el progreso: lo encauza de manera ética y legal, como ya ocurre en música, cine, televisión, videojuegos o cualquier otra industria cultural.

El uso de obras sin permiso marca un precedente muy peligroso. Si se permite que: · empresas privadas recopilen contenido protegido, · lo procesen, · y lo utilicen para generar productos alternativos, sin ninguna obligación legal, entonces: · la propiedad intelectual deja de tener sentido, · los autores pierden control sobre su obra, · y la industria cultural se desestabiliza. Hoy es Martin. Mañana podrían ser: · músicos, · fotógrafos, · guionistas, · ilustradores, · creadores independientes, · e incluso científicos cuyos artículos se utilicen para generar resúmenes comerciales. La defensa de Martin es, en cierto sentido, la defensa de todos los creadores.

Conclusión: La IA debe respetar la propiedad intelectual tanto como cualquier otro agente del mercado. Desde la perspectiva del autor: La IA es bienvenida, pero no a costa de apropiarse del fruto del trabajo creativo de millones de escritores sin permiso ni compensación. El progreso no justifica saltarse las leyes de propiedad intelectual. La IA puede y debe avanzar, pero con reglas claras, protegiendo a quienes producen aquello sobre lo que se construye gran parte de ese conocimiento.

A partir de aquí, cada cual llegue a una conclusión.

 

 

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