Vicio en Ferraz 70
Hemos vivido una semana en la que el PSOE se muestra literalmente como un partido despendolado, desmadrado, que en oportunísima definición del DRAE resulta: “Conducirse sin respeto ni medida, hasta el punto de perder la mesura y la dignidad”. Despendolado, desmadrado, desbraguetado. Esos son los hechos.
En el tardofranquismo José Luis López Vázquez y Alfredo Landa, aparecían en el cine como españoles pagafantas persiguiendo suecas en bikini por la Costa del Sol. Algunos años después, iniciada la transición, en aquel llamado cine de destape Pajares, Esteso y Ozores, lamentables prototipos de salidorros hispánicos, iban corriendo en calzoncillos a ver si pillaban cacho. Ahora este fin de semana se ha estrenado en los cines españoles una película que bien pudiera llamarse Despelote en Ferraz. Sus wasap, esa maravillosa caja negra donde están todas las entretelas y secretos, nos muestran a diputados, senadores, presidentes de diputación y alcaldes socialistas como acosadores sexuales. El decoro me impide reproducir sus textos. Podríamos hacer una serie televisiva de título Corrupción en el PSOE, Vicio en Ferraz 70, pero sin el glamour ochentero de aquella memorable serie televisiva Corrupción en Miami, Miami Vice. En nuestro remake en vez los policías Sonny y Rico, el protagonismo lo tendrían la UCO y la UDEF, las dos patas policiales que están desarbolando el vicio.
Lo del dinero, la verdad, nos lo veíamos venir, aunque no sé si en tamaña magnitud, y desde tan pronto; desde la misma semana de la moción de censura contra Rajoy, Santos Cerdán ya hablaba con directivos de Acciona para ir engrasando el trinque. El ‘ansia viva’ por trincar de esta gente. Robar cuanto antes y cuanto más mejor. Realmente la filosofía de Ferraz 70 parece ser la máxima ‘No dejes para mañana lo que puedas robar hoy’.
No es solo dinero. Esta semana han brotado por doquier como champiñones comportamientos de socialistas con bragueta suelta y acoso femenino. La frase estrella en los 8-M, Día de la Internacional de la Mujer: ‘Soy feminista porque soy socialista’. Han creído en la frase como en una fórmula de eficacia sacramental. Solo por pronunciarla, el militante veíase incoado de plenitud en el respeto y decoro a las mujeres, una especie de caballero progre que lucha enardecido frente a las huestes maliciosas del resto de partidos, siempre todos machistas. Llegaron ellos. Hicieron protocolos súper rígidos, y exhaustivos..., pero cuando alguna de sus militantes o funcionarias les reporta acoso sexual, se pierden los expedientes, se disuelven las reclamaciones, se evaporan las investigaciones. No hay norte, no hay dirección, no creen en nada, no hay valores, ni religiosos ni laicos; es la pura nada. Una sexualidad adolescente en tipos muy talluditos en puestos institucionales; acoso sexual zafio, puro instinto rijoso y eyaculación de wasaps guarros. No ha sido un caso aislado, ha resultado ser un patrón, un modo de actuar.
Y frente a este pavor, ¿podemos balbucear alguna propuesta positiva, o nos quedamos en ese marasmo, en la depresión de contemplar que así son muchos de nuestros podridos dirigentes? El vicio no es un error, es repetición; el vicio consiste en la mala configuración de deseos, juicios y hábitos que nos hace fallar repetidamente en elegir bien. Existe un bien, y hay que elegir bien, la búsqueda de la verdad frente al error. Mi propuesta simple de hoy ante este desazón es buscar las virtudes, y combatir personalmente contra el error, que repetido es vicio.
Un grandísimo problema de nuestros políticos y de nuestra democracia reside su autosuficiencia moral. Creen en su bondad innata y en que no son necesarias barreras y contrapesos en lo político, en lo personal, en lo económico y en lo sexual. Les parece innecesario hablar de virtudes, incluso les resulta sospechoso de moralina conservadora y rollo de sacristía y sotanas; hay un prejuicio anticlerical, y desprecio a lo conservador detrás. Las virtudes clásicas les son innecesarias para estos hijos ilustrados, racionalistas devotos del Progresismo, que ya vienen de serie “bautizados” por una innata tendencia al bien progresista. Hasta que se pegan de bruces con sus instintos sin freno, con su yo sin bridas. ¿Cultivar las virtudes, para qué? Huyen de las virtudes, y de su formulación, huyendo así de la mejor tradición (otra palabra tabú) occidental. Las virtudes se formularon por vez primera en Grecia y Roma. Sócrates, Aristóteles… ¿virtuosos sin ser progresistas? No lo ven posible.
Entre las cuatro virtudes cardinales clásicas la más necesaria hoy es la templanza (sophrosyne). Los protagonistas públicos de esta semana, y sus mentores y encubridores la desconocen, por eso ni la buscan ni la cultivan. Cicerón llamó templanza (temperantia) a la moderación de los deseos y placeres, por la cual el ánimo se mantiene dentro de los límites que marca la honestidad. Honestidad, ¡qué, palabra! ¡qué cosas tan raras decían estos antiguos! Honestidad y templanza, para no ser esclavo de las pasiones, cosas del viejo Platón.