Rincón Literario de Paco Marín: "La vida mientras luchamos"

Rincón Literario de Paco Marín: "La vida mientras luchamos"

TÍTULO:     La vida mientras luchamos

AUTOR:      Fernando Méndez

EDITA:       RBA (2024, mayo)

Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 14 x 21,3 cm. Número de páginas: 440. PVP: 20,00 €. ISBN: 978-84-9056-936-8

Una vibrante novela de superación y espías basada en unos hechos reales largamente silenciados.

Los que gozamos de unos cuantos años, recordamos que en el final de los 50 y principios de los años 60 vivimos, y fuimos testigos, de envenenamiento, no solo de alcohol, sino también de un tipo de aceite… amen, de vivir el asesinato de JFK.

La ligazón que efectúa Fernando Méndez con el “caso metílico” y el asesinato de Kennedy en “La vida mientras luchamos” es de diez. La historia te arrastra desde la primera página: amor, desencanto, enamoramiento, espías, trabajo bajo mano, época franquista, americanos, alemanes… ¿quieren más?

Pasen y lean pues aprenderán y se enterarán de cuestiones increíbles.

«Invierno de 1962. Iria Meilán, una joven farmacéutica, inicia una nueva vida en Lanzarote junto a su pareja, pero al poco tiempo sufre un aborto y su mundo se derrumba. En paralelo, una sucesión de extrañas muertes y cegueras asolan la isla e Iria descubre que han sido envenenadas con una sustancia letal: el alcohol metílico. Siguiendo el rastro de las bebidas, Iria llega a Madrid y, a partir de ese momento, su apacible vida cambiará por completo. Bajo el telón de fondo de la Guerra Fría, se adentrará en un mundo lleno de traiciones, corrupción y agentes dobles, cuyo objetivo final no es solo detener los envenenamientos sino evitar un magnicidio».

Inspirado en un hecho real silenciado por el franquismo, el conocido como ‘Caso del Metílico’ —el mayor envenenamiento ocurrido en el mundo—, Fernando Méndez teje un apasionante thriller donde los personajes reales y los hechos históricos son la base de una conmovedora trama en la que una mujer corriente lucha contra reloj no solo por salvar su vida, sino también por cambiar el rumbo de la historia.

Fernando Méndez. Periodista y escritor orensano, ha sido director de comunicación en instituciones públicas y privadas, redactor en Faro de Vigo y La Región y colaborador en ABC, Televisión de Galicia, Cuatro TV y Radio Nacional. Máster en Drogodependencias, como periodista de investigación ha recibido galardones como el Premio Reina Sofía de Periodismo (1992 y 1993), el Premio Xunta de Galicia de Periodismo (1990, 1991 y 1995), el Premio Nacional de Periodismo Julio Camba (1991) y el Premio internacional de investigación periodística Ana María Agüero Melnyczuk por su documentado ensayo sobre el Caso Metílico (Argentina, 2013). En el ámbito literario ha recibido el Premio de Novela Ciudad de Almería (2014), el Premio Ramón Puga-Cadena SER Ourense (2014) y el Premio Vicente Risco de creación literaria (2011).

Un placer aprender, charlando, con Fernando Méndez… Gracias…

P.- Por favor presente a Fernando Méndez.

R.- Me apasiona la investigación y “humanizar” el periodismo, es decir, contar historias cercanas de personas desconocidas para el gran público, pero que tienen algo que las hace diferentes, bien por las experiencias que han tenido como por las lecciones de vida que nos dan. Esto es, quizás, lo más gratificante del periodismo: comunicar esa otra realidad que subyace y que tanto quiere decirnos.

P.- ¿Cómo, cuándo y por qué nace "La vida mientras luchamos"?

R.- El “caso Metílico” es el mayor envenenamiento ocurrido en el mundo, pero se ha mantenido en silencio durante décadas. Y con ello, la voz de las personas que lo han sufrido. Con esta novela yo quería analizar el envenenamiento desde una nueva perspectiva: la emocional, social y política, en el que se fraguó esta tragedia, que dejó miles de muertos y ciegos en Europa, América y África, según el fiscal del caso, y que el franquismo intentó tapar.

P.- ¿Cómo se ha documentado?

R.- Los tres libros que he escrito sobre el caso me han servido de base para tejer una trama basada en hechos y personajes reales, ambientada en los años 60, que va más allá del mero proceso judicial. Quería reivindicar el papel de la farmacéutica Elisa Álvarez Obaya, descubridora del envenenamiento, y hacerlo desde la voz de otra joven boticaria que se encuentra, de pronto, con esta tragedia inesperadamente. Es una historia de veneno, poder y muerte, protagonizada por una mujer que se enfrenta al mundo con el arma más poderosa que existe: la dignidad.

P.- ¿Por qué se conoce tan poco el caso "metílico"? ¿Qué interés había en ocultarlo?

R.- Fíjese si es importante, que sesenta años después, esta tragedia sigue generando más preguntas que respuestas en una sociedad en la que el alcohol nocivo causa cada año 3 millones de muertos en el mundo, según la OMS. La vergüenza y los intereses políticos hicieron que el “caso Metílico” se tapara por completo. Por un lado, a las familias de las víctimas les resultaba oneroso que se relacionase la muerte de su ser querido con el hecho de haber tomado bebidas alcohólicas y, por otra parte, desde el punto de vista político España comenzaba a abrirse al mundo con campañas como el “Spain in different” y lo que menos necesitaba era un escándalo de esta magnitud.

P.- ¿Hubo juicios relacionados con las muertes producidas?

R.- Sí, fue el sumario más importante del siglo XX en España después de la Causa General de la Guerra Civil. Cuatro años de investigación y 10 bodegueros condenados, los cuales, por designios del destino o de otra índole… no cumplieron las penas impuestas ni tampoco indemnizaron a las víctimas. Es decir, fue un proceso donde hubo sentencia, pero no justicia.

P.- Por favor, comente la frase "voy a pillar un ciego".

R.- Viene, precisamente, del metílico. Y aunque se toma con cierta ligereza, lo cierto es que eso es exactamente lo que provoca una bebida elaborada con metanol: primero te quema el nervio óptico, como si te pusieran un mechero encendido en el ojo, y luego da lugar a transformaciones metabólicas en el hígado y otros órganos, que llevan a un envenenamiento masivo del organismo; en la mayor parte de los casos, todo ello acaba con el fallecimiento de la víctima.

P.- Otros libros suyos también tratan el caso "metílico". ¿Qué aporta éste, que sea diferente?

R.- El hecho de que el “caso Metílico” y el asesinato de Kennedy ocurran el mismo año (1963) me ha servido de elemento diferenciador y de base para la trama principal y las subtramas. Estos elementos, unidos a la situación política que atravesaba España; a la Guerra Fría; la carrera espacial y a la situación de la mujer en los años sesenta, me han permitido combinar la realidad y la ficción con un trasfondo de espionaje y empoderamiento que espero lo resulte entretenido al lector.

P.- ¿Cómo está recibiendo el libro, en general, el público?

R.- Lo que más me llama la atención es la cantidad de mensajes que estoy recibiendo en estas primeras semanas de personas que no conocían las historia del metílico y que se quedan sorprendidas al saber que esto ocurrió en España y que luego se extendió por muchos países y continentes. Hay incluso lectores que me preguntan si se podría reabrir el caso, ante la sospecha de que algún familiar pudiera haber muerto entonces envenenado por las bebidas adulteradas. Si esta novela sirve de reivindicación y de homenaje social para las víctimas me doy por satisfecho. A veces, las cosas hay que recordarlas, precisamente, para que nunca más sucedan.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

R.- Depende del momento. Creo que la lectura es un proceso en continua evolución: leemos lo que nos apetece en función del momento en el que nos encontremos, y así debe ser. Y en cuanto a autores me quedo sobre todo con los que me han hecho reflexionar con sus frases, algunas de las cuales son verdaderas lecciones de vida que te remueven por dentro. Borges, Flaubert, Juan José Millás, John Irving… hay muchos.

P.- Como lector, prefiere ¿libro electrónico, papel o audio libro?

R.- Palpar cada página, acariciarla, es algo que de momento solo te permite el papel. Eso para mí es una ventaja que se suma a la experiencia de leer. No obstante, también es bueno pensar en la comodidad, la economía y la tecnología como aliados. Lo importante siempre es leer. El canal que utilicemos va en función de las preferencias.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo? Recomiende, por favor, un par de títulos.

R.- En este momento estoy enfrascado en mucha documentación, visitando bibliotecas y archivos para recabar información para la próxima novela, un thriller histórico. Es lo que estoy leyendo ahora mismo. Y en cuanto a títulos, la última de Pérez Gellida, “Bajo tierra seca”, y una novela que siempre vuelve: “Los renglones torcidos de Dios”, de Torcuato Luca de Tena.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- Diría que solo una, aunque más que una manía diría que es un método de inspiración: antes de empezar cualquier obra primero tengo que tener el título. Me tiene que llenar plenamente.

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora... si la hubiere.

R.- La serie de casualidades (o “causalidades”) personales y profesionales que me llevaron a idear el desenlace de “La vida mientras luchamos”. Pero, por razones obvias, no se las puedo decir.

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer "La vida mientras luchamos"?

R.- Por el leitmotiv de su protagonista: ser siempre ella misma. Acierte o se equivoque, nunca dejará que decidan por ella, y mucho menos, que le marquen el camino hacia su felicidad. Creo que a todas las personas nos pasa algo parecido. Y luego está la gran pregunta que plantea la novela: ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar por proteger lo que más queremos? ¿Cuál es el límite? Son dos aspectos que me ilusionaron a la hora de escribir la novela y espero que al público le resulten atrayentes.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

R.- Ahora mismo estoy en la fase de documentación de mi nueva novela. La dificultad es recabar información sobre el contexto histórico, pero esto es lo bonito de investigar: nunca sabes con cuantas sorpresas te vas a encontrar y eso resulta muy motivante. Vuelves a ser niño descubriendo el mundo.