Opinión

El dúo de los wasap

Juan M. Uriarte
Juan M. Uriarte

Lo mismo que en la evolución filogenética, el ser humano ha ido perdiendo la cola, quedando el pequeño coxis como fin de nuestra columna vertebral, hemos ganado en las últimas décadas un apéndice antes inexistente llamado pantalla, llámese tableta, celular o como decimos en España, el móvil. Si hace años la policía te pediría tu cartera o tu correo postal, ahora te pide el móvil, ahí están tus verdaderos pensamientos.

Aun no está en el diccionario, pero el Observatorio de palabras de la RAE dice que podemos decir wasap o guasap, así sin tilde, acentuando la última sílaba. Los wasap tienen muchos riesgos, permiten decir cosas que no se dirían en persona, se emiten desde la intimidad de los dedos y mi móvil introduciéndose en otra intimidad; permiten comentarios en el límite, a horas límite, hablar en festivos, o en momentos en que la oficialidad de los horarios laborales, o la formalidad del correo electrónico, no lo permitirían. Los guasap, no llevan encabezamientos formales, ni membrete de presentaciones. En los wasap hay tuteo, y puede comenzar diciendo solamente Hola. El guasap permite licencias inimaginables en el texto formal o verbal, puede finalizar con un muñequito que sonríe y que da besitos exhalando microcorazones a perfectos desconocidos, permite abrazos virtuales, o incluso, viniéndose arriba, añadir GIFs o efectos más sofisticados. Ese del perro de ojos abiertos, rictus serio y mirada a ambos lados es uno de mis favoritos. El guasap, una manera nueva de comunicarse, también de poder perder el tiempo, y de poder hacer(se) daño.

 

Esta última semana me he acordado del naturalista y divulgador burgalés Félix Rodríguez de la Fuente, leyendo los wasaps entre Sánchez y Ábalos desvelados por el diario El Mundo. Se referían a sus compañeros ministros y presidentes de autonomías, como si fueran ejemplares ornitológicos: La pájara Margarita Robles, el tocapelotas de Page, el petardo impresentable de Vara. Edificante, lleno de risas y confidencias nocturnas. Sánchez y su amigo íntimo, con sendas copas de whisky Johnnie Walker con hielo; imagino a Ábalos junto a un cenicero con muchas colillas de Ducados, con risas y halitosis…, hablando de pájaras y de los tocapelotas mientras él le mira.  Sánchez se pega una carcajada estruendosa, metálica, desinhibida, tras darle un sorbo al güisqui, y dice: “¡sí, qué pájara uniformada!” Risotadas nocturnas, whisky, mentiras y cintas de vídeos. ¡Qué chistes a la madrugada!  Wasaps, virtualidad, pero certeza en la compañía confidente. Mmm, otro sorbo al whisky, donde resiste un poco de hielo. Y después otro cigarrillo, esta vez de celtas cortos: “¿Recuerdas aquellas noche? Las risas que nos hacíamos antes todos juntos. Hoy no queda casi nadie de los de antes. Y los que hay, han cambiado”.

- ¡En la canción pasa como en el PSOE, joder José Luis!, dice Narciso.

Viendo sus guasap, vemos la confianza íntima y nocturna de este dúo indeseable y sus planteamientos: nos gobierna gente peligrosa, andamos a lomos de políticos infantilizados, celosos, y caprichosos; se hacen la pelota, desprecian y se ríen (sus risotadas nocturnas) machistamente de pájaras y marisús. Imagino sí, a Sánchez y Ábalos cual dos adolescentes onanistas con acné metiéndose con los compañeros del Consejo, haciéndoles bullying; burlones y rijosos, cómplices cachondos en todos los sentidos del término. Cínicos, con esa fortaleza inmune que da el anonimato: Puesto que nadie va a leer nunca esos guasap nos podemos cachondear de toda esta pandilla de pagafantas, nadie nos ve ¿quién te va a ver en tu hogar, en tu despacho o dormitorio, dándole a la techa, poniendo a parir a íntimos compañeros, dando rienda suelta a maldades y motes? La Fauna Ibérica se llamaba el programa televisivo de Rodríguez de la Fuente: El lobo, el zorro, el quebrantahuesos y… la pájara. El problema es que ahora esta fauna de los wassap tiene más peligro que un mono con dos pistolas.

Si un periódico ha logrado esos wasaps, qué no tendrá el gobierno marroquí que interceptó hace muchos meses el móvil de Sánchez asustándolo tanto. ¿Qué más tendrá su móvil escondido?

-¡Camarero, pónganos otra ronda, que quedan muchos wasap que recuperar…!