LA VENTANA DE EVA, DONDE SUS ILUSIONES COBRAN VIDA.

LA VENTANA DE EVA, DONDE SUS ILUSIONES COBRAN VIDA.

LA VENTANA DE EVA, DONDE SUS ILUSIONES COBRAN VIDA.

Era martes por la tarde, caminaba tranquila, ya anochecía. Hacía días que por mi cabeza se asomaban pizcas de ideas revoloteando, fugaces, no parecían atreverse a instalarse y que mi ilusión despertara de repente. Lo hacían flojito, disimuladas, hasta que mis ojos se abrieron mucho, mucho, y mi sonrisa terminó con ese gesto, ese cuando me muerdo el labio ante una oportunidad que me tira con su hilo invisible.

Y entré a un paraíso donde las paredes se vestían de verde esperanza, donde el viejo piano se escuchaba en mi imaginación y los micros parecían estar preparados para que yo contara a gritos mi sueño y hacerlo realidad. Allí, junto a las estanterías de libros, el crujir de las sillas de madera y frente a las cortinas rojas, rojas como la fuerza que te impulsa a darle forma a tus ganas de mostrar al mundo que has encontrado a alguien especial, que cuenta las cosas de esa manera que no puedes parar de pasar y pasar las páginas de su libro,con el que sueñas, viajas, sientes, vives, descubres, esperas y amas.

Acababa de construir un sueño y lo iba a hacer realidad.

Y sería justo aquí, en este lugar emblemático de nuestra ciudad cartagenera, aquí donde se dan oportunidades a todo el que quiere expresar su arte, aquí donde amigos y desconocidos comparten cosas que los unen.

Entonces lo tuve claro, dejaría atrás mi miedo y me atrevería a preguntar a ese chico madrileño que un día se cruzó en mi camino con sus poemas y su prosa si quizás él………

¿Sabéis qué he aprendido estos últimos tiempos? Pues que hay que arriesgar, que el miedo al “no” es sólo una excusa para no luchar por lo que quieres.

Él se cruzó en mi camino, con una voz más cercana al susurro que la nana de una madre a un recién nacido. A veces es  inexplicable, pero hay personas que tienen un don especial, un don para transmitir emociones, y que a veces si se cruzan con personas como yo, que en estos últimos tiempos me despojé de todo lo que no me hacía bien y me dejé llevar por mi sensibilidad, sentir y dejarme arrastrar por todo lo que me emociona sin el miedo al qué dirán….

Primero fueron sus poemas con música e historia, y luego sus novelas. ¡Se había convertido sin darme cuenta, en una constante diaria, pues cada día me asomaba a su lugar, allí donde él dejaba sus versos, y después viajé con sus novelas!

¿Y sabéis qué ocurrió?, pues que él cada domingo se asomaba a mi ventana, sí, a LA VENTANA DE EVA, y viajaba por nuestra ciudad mientras yo volaba con su poesía.

“¿Crees que desde Madrid va a venir a Cartagena porque tú te hayas imaginado un cuento en tu cabeza?”

Pues sí, dijo SÍ QUIERO, y en menos de cinco minutos pusimos la fecha. Bueno, para quitarme responsabilidades, tengo que decir que la fecha la eligió él. Sí, Fernando Portolés, así fue. Y no tuviste más puntería para hacerlo que en  la semana que más ha llovido en nuestra ciudad, que hay quien me cuenta que se levanta hablando gallego, o que se pone un bombín londinense porque ya no sabe en qué ciudad se encuentra con tanta lluvia.

Eso y que hechizaste la ciudad de Cartagena, pues esa semana por aquí sólo se hablaba de tus novelas, Los dedos en Tokio Y Nuestro cielo amarillo en la televisión local, en redes sociales, y vaya que sí. Menudo influjo, que teñiste nuestro cielo de mi color favorito dando lugar a comentarios en mi teléfono constantes como….

“¿No tendrá nada que ver tu poeta?”, “¿ha sido cosa del Portolés?”, y así todos tus futuros lectores revolucionados ante tal espectáculo de color amarillo en nuestra ciudad.

Y ya casi lo tenía, Mr. Witt abierto de par en par con el cariño de Celia y Esteban, la fecha, el escritor preparando la maleta en Madrid dirección a este torbellino que le había incluido en un segundo en sus sueños locos…

No sé si os habréis dado cuenta, pero los pequeños detalles que regalan tanto y hacen que las cosas sean más especiales, a mí me encantan. Así que imaginé aquel escenario, con Fernando leyendo sus textos, nosotros hablando….

¡Qué bonita quedaría la música en directo, que instantes repletos de notas musicales flotando sobre el escenario!

Y todavía no sé muy bien cómo, quizás se trata de tirar de un hilo que sabes que siempre buscará a otra persona que te cuente que hay alguien que….

Y aquí lo de menos es contaros que conseguí música para este evento de ilusiones, sino quién se entregó en alma y por qué yo hoy sólo tengo ganas de darle mil abrazos energéticos. Bueno, en realidad la energía me la envía él a mí.

Jesús Sivianes, alguien para mí desconocido, y que desde el minuto uno que escuchamos nuestras voces, supimos que estábamos predestinados.

¿Sabéis que Jesús hace unos años fue parte importante de un estudio que demuestra que la musicoterapia llega a personas en coma, ayuda a enfermos de cáncer…? Sólo alguien como él puede ser tan sensible y generoso.

Con Jesús he aprendido que cada color es una nota musical, y que la música da el ritmo a nuestras emociones. Profesor en el colegio Narval y en el Conservatorio de Música, siempre abierto a probar nuevas sensaciones y vivir momentos de esos que te llenan de vida. Jesús, que con ganas de ayudarme a hacer realidad mi sueño, también dijo, “ ADELANTE”. Cada vez tengo más claro que soy una mujer muy afortunada.

Y sólo pasaron tres días hasta ese primer abrazo que nos dimos, porque Jesús, junto a su banda CELTIC SEAS, esa noche ponía banda sonora a una obra teatral a cargo de la gran Carmen Monís y David Parrón, que por cierto no os debéis perder, Salem la venganza de un pueblo.

Allí fue donde viví y sentí la magia de su música, las notas estudiadas para cada sentimiento que allí fluía, la complicidad con su compañero del violín.

Nos despedimos con esa mirada que no hace falta decir más, porque sabíamos que habíamos conectado. Y después de dos o tres abrazos más, me fui a casa tarareando una melodía que ya no he podido sacar de mi cabeza.

Ya lo tenía todo, los ingredientes perfectos. El lugar, Mr. Witt, la fecha del evento, mi escritor favorito, la música y la nueva ilusión que Jesús me creó con la presencia de otro músico de excepción, Jaime Villamor que también pondría sus gotas de magia ese día.

¡Eva, ya podías relajarte, en quince días todo ocurriría, así que ahora, la mente en blanco!

Ja, ja, eso creía yo, pero me quedaban quince días para que mi cabeza no parara, así que tuve tiempo de ponerle a Fernando la cabeza loca, de que una librería de las de toda la vida de Cartagena viniera con nosotros para acercaros las novelas del autor sin moveros del lugar. Ains, qué buenas personas todos los que forman Librería Albaladejo.

Tuve tiempo de ilusionarme, de que la inseguridad llamara a mi puerta con el temor de que no viniera nadie, que la lluvia frenara a la gente, de no congeniar con el poeta, de que no funcionara el proyector y poner a Celia a comprobarlo el día de antes, de pensar hacer un guión y luego apostar por la improvisación, de que llegara a la gente aquello que ocurriría el 23 de marzo e inundar las redes sociales para contagiar mi ilusión.

Porque a mí, lo que me llenaba de emoción, era trasladar esa noche LA VENTANA DE EVA en “vivo”. Sacarla por un día de las páginas del periódico,llevarla con vosotros, a ella y al personaje protagonista de esta semana. Contaros el porqué estaba él allí, conoceros a muchos , mis queridos lectores, reencontrarme con otros, pasar un rato de esos que nos hacen tanta falta, de unión, despojados de miedos, abiertos a recibir sensaciones agradables como la música, la sonrisa del reencuentro, el calor de un abrazo, el compartir, esa es la clave.

Esa era mi gran ilusión, crear un ambiente cálido, emotivo, diferente, con gente bonita, viviendo los instantes de la vida. Esa era mi ilusión, que me hizo olvidar que yo nunca había hecho nada así, que no tenía experiencia pero que creía en mí, en la poesía, en las novelas, en vosotros.

Esas eran mis ganas aquella noche, donde desde los músicos, al escritor, y yo misma, aunamos nuestras ganas de manera desinteresada, sólo por crear algo.

Y hoy sólo quiero contar, que justo como lo soñé, ocurrió. Porque al fijar la vista desde el escenario, vi que no había sillas vacías, y que en un solo parpadeo viajé por toda mi vida, viendo realmente a todas las personas importantes que han formado parte de ella, porque estaban allí.

Mis padres, mis hijas y mi marido, mi amiga inseparable de la infancia, sí esa con la que monté el  lío del club de fans de los Hombres G, mi amiga Carmen.

Amigas del colegio, de esa E.G.B que te devuelve a esta edad a esas personas maravillosas, ex compañeros del trabajo, que prefiero llamar amigos, había pero que muchos, amigos que en la madurez se han cruzado en tu vida y tienes ese no sé qué, que de inmediato sabes que se quedarán contigo.

Lectores de mi ventana, algunos los conocía y otros tuve la suerte de conocerlos personalmente ese día, y protagonistas de mis artículos, vaya que sí. Manuel Llamas y José Salguero, qué sorpresa, qué grandes actores, Pedro Conesa...

A lo que voy, que al levantar la vista me sentí en el comedor de mi casa, con mis amigos, y pude disfrutar de cada instante, sin guión, con ilusión y naturalidad.

Y así fue como nuestro poeta y novelista conquistó corazones, como el de Juan Cayuela, que siempre repite que “EL AMOR ES LA SOLUCIÓN A TODOS LOS PROBLEMAS”.

Recitó, vimos los traílers de sus libros, disfrutamos de la música e interactuamos.

Nos leyó algunos fragmentos de sus libros, esos que firmó ante la sonrisa ilusionada de sus “nuevos lectores”. Y no quiero decir nada, pero escuché frases como, “yo me lo quiero llevar a mi casa”.