Juventud hereje

Están ya volviendo desde Roma. Son jóvenes normales, no son una élite, no tienen más mérito, ni más virtudes, ni están ajenos a las mismas pulsiones internas o mociones externas que cualquiera de su edad; están madurando, son adolescentes, o son ya hombres y mujeres jóvenes que ya han experimentado este inamistoso mundo. “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”. Algunos de estos jóvenes viven en mi casa, son mis hijos. Salieron de Cartagena hace ocho días como otros muchos cientos de miles de peregrinos por la llamada de Pedro, antes Francisco, ahora León. Me ayuda haberlos visto ir a este acontecimiento del año jubilar 2025. Decía el viejo Marañón que los jóvenes debían ser rebeldes. Creo que se quedó corto; hoy la juventud debe ser heterodoxa y hereje. El diccionario muestra que se puede ser heterodoxo de dos maneras: en relación con la religión, al apartarse de ella, o relacionado con un sistema filosófico o político, al mostrarse discrepante. Hoy lo veo fusionado política, vida y religión, un mismo pack. Además, todos somos creyentes en el sentido orteguiano: Las ideas se tienen, en las creencias se está, decía el filósofo.
Sí, es emocionante ver una juventud discrepante, disconforme, disidente, renegada y apóstata de esta religión oficial que no cree en nada, que presume de agnóstica y laica, devotos unos solo de las realidades racionalistas científico-matemáticas, con laicismo beligerante, y otros parroquianos de un ateísmo pasota, relativista y laxo.
Juventud heterodoxa, jóvenes disconformes que están buscando como el filósofo Diógenes que caminaba de día por Atenas con un candil en pos de un hombre honesto, es decir, auténtico. Con el paso de la vida si no encuentras nada, solo vienen los años, el sarcasmo, la melancolía descreída; aquello que decía Machado: esta segunda inocencia que da no creer en nada.
¡Viva esta juventud del Papa, apóstata de cultos de moda y otros templos! Decía Steiner que el agnosticismo es la Iglesia real de la modernidad, la religión oficial es que no hay religión ni Dios. ¡Cómo resuenan actuales estas palabras de Pablo de Tarso: “No os dejéis seducir por doctrinas diversas y extrañas”! El mito de la religión atea progresista nos asegura que un día conoceremos todo y nos bastaremos a nosotros mismos, pero ya decía Chesterton que sin estar de acuerdo en la dirección no hay progreso, y que además el progreso es un comparativo cuyo superlativo no hemos determinado.

Me congratulo de esa juventud rebelde, apóstata de su antigua vida desordenada, apóstata de pretender darse la felicidad a sí misma; jóvenes herejes de creer que somos solo producto del azar. Heterodoxos, disidentes, sí. Muy necesaria una juventud que sea mosca cojonera, enfrentada con la doctrina del Estado (de izquierdas o de derechas) que pretende garantizarnos por sí mismo un estado de bienestar. Tururú. Herejes pues de la religión laica de que lograremos una sociedad perfecta y feliz; ese pensamiento no tiene en cuenta la debilidad humana, eso que los cristianos llamamos pecado original. La religión progrelaica se descojona al oír hablar de pecado original y concupiscencia, pero es precisamente ello la causa de la imperfección humana. Yo, a su vez, me despotorro este verano escuchando a los políticos decir que ponen la mano en el fuego por sus compañeros, cuando nadie puede ponerla ni por sí mismo, y a la vez mientras tienen que corregir sus currículos, con sus vanidosas mentirijillas, mentiras flagrantes o embustes variopintos. ¿Por qué pasan esas cosas de manera tan generalizada sino porque estamos congénitamente dañados? El ser humano y su genética vanidad sin respuesta para el sufrimiento existencial y el peso de la vida.

Hoy en día es herético manifestarse cristiano en público, y es arriesgado. Católico hoy es decir sí a la vida, a la dignidad humana de los más pobres, a lo que llamamos solidaridad o sea caridad, o sea amor; es herético creer hoy en la vida desde su inicio embrionario hasta su fin natural; herético es y digno de lapidación proponer la familia cristiana, el amor matrimonial, monógamo, heterosexual y para siempre. Es heterodoxo seguir hoy a Jesucristo y a su Iglesia. Una iglesia que no es un club, ni una élite, sino verdadero lugar donde ser asumido y amado con las taras, frustraciones e imperfecciones; hospital y encuentro en compañía (asamblea y comunidad son sinónimos de iglesia) para una dirección a la vida, y un sentido a la historia, o sea, a lo que me pasa cada día.
Dice el filósofo Ayllón que hay épocas en las que la opinión pública sienta a Dios en el banquillo. Ahora vivimos una de esas etapas. Sin embargo, han peregrinado a Roma en Esperanza, y esa esperanza no defrauda. Ya decía Dostoievski que, si Dios no existe, todo está permitido. No necesitamos pues un Dios filosófico, un Dios concepto para discutir en un debate, sino un Dios personal, un Tú, un hombre como nosotros que se compadezca de nuestras cosas ocultas y vergonzantes: Ese es Jesucristo y es por quien ha peregrinado esta juventud del Papa. Decía Ernesto Sábato – hombre de muchas dudas existenciales- tras la muerte de su hijo Jorge: “En mi imposibilidad de revivir a Jorge, busqué en las religiones, en la parapsicología, en las habladurías esotéricas, pero no buscaba a Dios como una afirmación o una negación, sino como a una persona que me salvara, que me llevara de la mano como a un niño que sufre”.
Están volviendo los muchachos de peregrinación hacia Cartagena. Vuelven todos menos uno, que volverá un poco más tarde; el joven Ignacio súbita y gravemente enfermo tiene aun que esperar en Roma hospitalizado, pasando esta prueba. Nuestras oraciones por él y su familia para que les ayude en este trance y sea fuente de muchos beneficios para tantos.