PENSANDO EN VOZ ALTA: HOY HABLAMOS ¿EN…?

PENSANDO EN VOZ ALTA
HOY HABLAMOS ¿EN…?
Ya está conformada la mesa del Congreso de los Diputados. Y lo primero que sugiere la nueva presidenta, Francina Armengol, es que se use el catalán, el euskera y el gallego en las sesiones correspondientes. Amén de otras cuestiones, esto supondría establecer cabinas de traducción simultánea, personal para dichas traducciones, servicios técnicos variados; o lo que es lo mismo gasto, gasto y más gasto que pagamos entre todos los ciudadanos para dar satisfacción a un grupo de personas que con todo esto se separan más del resto de la población. Es un auténtico disparate cuando tenemos un idioma común “EL ESPAÑOL” que todos conocen.
Puestos a introducir “idiomas” en las sesiones congresuales, a la presidenta se le ha olvidado: el bable, el castúo, el aranés, el valenciano, el panocho, por ejemplo. Y ¿por qué no? el silbo canario. Sería genial, unos hablando otros silbando. Menudo espectáculo. Pregunto: En la cafetería, en los pasillos, fuera del hemiciclo ¿se iría acompañado de un traductor?
Que conste que no estoy en contra de qué en cada lugar, comarca, provincia, territorio, comunidad, se enseñe la lengua propia y ancestral pero no en detrimento de alejar el español, ¡NO! Seamos serios y no nos dejemos arrastrar por mentes cerradas y pobres.
Siempre me gusta contar con otras opiniones. Opiniones serias y fundamentadas. Hoy para, sin duda, explicar mejor que yo el beneficio del uso de una lengua común me acompaña el Sr. Guillermo Gómez-Ferrer (Doctor en filosofía Moral y Política) cuyo razonamiento es:
Quizá ahora mucha gente descubra que todos los países europeos tienen igual número de idiomas regionales que nosotros o más, pero que entienden que el progreso es justamente la defensa del idioma común porque garantiza el entendimiento (base esencial de una comunidad política), la libertad (de no ser tratado como "menos ciudadano" en una parte de tu país por no hablar en la "lengua propia" de la región) la justicia (de no ver privilegiados a unos frente a otros en puestos de trabajo de la administración, por ejemplo, entre otras cosas) y la igualdad (en el trato y en el juicio social); advirtiendo con ello que la supuesta defensa de una riqueza histórica no encierra sino el mecanismo de exclusión propio de todo nacionalismo que ya no puede hacerse por la raza sino por la cultura. (Además del entramado político-económico que se deriva de su expansión artificial).
La defensa de lo que nos une ha sido siempre y será el gran principio que crea puentes y no barreras entre los ciudadanos. Y trabajar en lo contrario es obviar la justicia social en favor de un modelo de sociedad fundamentado en la lucha entre regiones para conseguir lo máximo cada una como éxito político y no en el proyecto común de dotar a los ciudadanos de lo más adecuado en función de sus necesidades.
Por todo ello: Hoy hablamos ¿en…?