PENSANDO EN VOZ ALTA: UN MINUTO DE SILENCIO

PENSANDO EN VOZ ALTA
UN MINUTO DE SILENCIO
Un minuto de silencio es una expresión de luto y condolencia realizada con un silencio, rezo, reflexión o meditación durante un tiempo determinado. El minuto de silencio está considerado como un gesto de respeto en homenaje a una persona recientemente fallecida o como conmemoración de un acontecimiento trágico, del mismo modo que lo es el izado de una bandera a media asta.
Su origen se remonta a 1919. El soldado australiano Edward George Honey, que combatió por el ejército británico en la Primera Guerra Mundial y residía en Londres, propuso el 8 de mayo de ese año que los ingleses guardaran dos minutos de silencio a las 11:00 horas del 11 de noviembre como conmemoración del primer aniversario del tratado de armisticio, firmado un año antes. De este modo, consideró que se rendía un homenaje respetuoso a los fallecidos durante el conflicto. La idea llegó hasta el rey Jorge V, que apoyó la medida.
Aunque la duración habitual de este gesto es de un minuto, puede considerarse acortar o aumentar la duración dependiendo de lo que se esté conmemorando. En el momento que éste se hace la gente se mantiene en silencio, y en ocasiones realiza otros gestos como ponerse de pie, bajar la cabeza, quitarse sus sombreros y/o rezar. Habrá una persona que se encargue de dar comienzo y término al tiempo de duelo, y muchas veces la gente concluye el momento con un aplauso general. Aunque lo más frecuente es permanecer simplemente en silencio, puede haber otros actos simbólicos, como acompañarlo con música.
Me cuesta trabajo, hoy día, más allá del respeto que lleva implícito, entender que cada vez que ocurre algún hecho luctuoso se lleve a cabo dicho “minuto de silencio”; me cuesta trabajo entenderlo porque no sé para que sirve. No veo que consiga poner remedio a hechos similares (parece más un conformarse con rabia) y una y otra vez…, cada vez más, el minuto. Esta falta de entendimiento y el no sumarme a ninguno de ellos pienso que se debe a mi (de) formación científica, en la que todo planteamiento va dirigido a obtener una solución. Lo que no se hacen son planteamientos reiterados para no llegar a ningún puerto.
¿Somos elementos raros, o sin sentimientos, los que no acudimos a los minutos de silencio? Los que acuden, no dudo, lo hacen de corazón y me imagino que al finalizar se cuestionarán si con eso han conseguido frenar “el motivo” para el cual han sido requeridos. Me produce tristeza la multiplicación de minutos por los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas… asesinatos de género le llaman (yo, perdónenme, les llamo simplemente asesinatos). Tristeza, porque ninguno de ellos, los minutos, ha conseguido disminuir o parar estos crímenes. Lo siento en el alma, pero no me uno a ellos; prefiero educar de verdad a los jóvenes para que no lleguen a esas situaciones. Más de una vez he pensado que se hace un uso político de los mismos, siempre viene bien la foto, pero… después de la foto ¿qué? Mejor sería, cuestión ilusoria, más vida y menos “minutos”.
La reacción en el momento en que algo desagradable ocurre es muy efectiva, muy llamativa, muy, por desgracia, televisiva… y al cabo de los días ¿qué?, ¿prepararse para la próxima concentración? Me rebela y me da mucha rabia la impotencia y el no poder hacer más. Mi corazón está con las familias sufrientes, no un minuto, sino las 24 horas del día.
Volquemos nuestros esfuerzos, no uno sino todos los minutos que sean necesarios, en exigir a los poderes públicos que arbitren medidas eficaces contra todo aquello que nos hace daño y puede llevarnos a situaciones irreversibles. Me imagino que el daño es igual en todos los signos ideológicos.