Opinión

Una de romanos y cristianos

Juan M. Uriarte
Juan M. Uriarte
Una de romanos y cristianos

Los que vivimos en Cartagena tenemos más motivos para admirarlos. Nuestra ciudad fue testigo privilegiado del deseo de Roma por obtenerla. Publio Cornelio Escipión conquista esta ciudad a Asdrúbal en el 209 AC durante la segunda guerra púnica. Así pues, en Cartagena nos molan los romanos y a finales de septiembre celebramos las Fiestas de Cartagineses y Romanos.

Ahora que es Semana Santa se hace patente en las representaciones, dramas bíblicos y procesiones en casi toda España la Roma imperial con su prestigio. De niño pensaba que la inscripción SPQR de los estandartes romanos significaba “San Pedro Quiere Rosquillas”.

En 2023 un comentario de una tiktoker se hizo viral al sostener que los hombres piensan en la antigua Roma semanalmente, incluso a diario. El asunto no fue anecdótico, revolucionó las redes y hasta The Guardian o The Washington Post reflexionaron al respecto. Los hombres pensamos mucho en la Roma antigua.

 

Hoy en cualquier librería abundan libros de autoayuda basados en el estoicismo. La filosofía estoica comenzó en Grecia, en la Stoa de Zenón pero encontró siglos después en los romanos Séneca y Marco Aurelio a sus exponentes más exitosos. Los romanos conquistaron Grecia, sin embargo, filosóficamente fueron helenizados, y el pujante estoicismo tardío es romano. Las Meditaciones de Marco Aurelio es uno de los libros más exitosos jamás escritos y durante la crisis COVID fue uno de los libros más consumidos. Tiempos de crisis, tiempos de espiritualidad.

Desde hace un lustro está de moda el estoicismo, gusta esa mercancía, los editores y libreros lo han detectado. La tecnología, la oferta sexual, el dinero aportan disfrute, pero hay hambre de ideales y sabiduría espiritual, hambre de felicidad y paz interior, en suma. Vivimos hastiados por la orgía materialista y la basurilla intrascendente. El auge neoestoico representa un retorno a sus clásicos: la contemplación impertérrita, el deseo de ser ese sabio que no se inmuta ante el mal o la adversidad. Lo estoico es una mezcla virtuosa de autocontrol corporal, ascetismo espiritual y resignación naturista. La Naturaleza estoica se identifica con la Divinidad y su ética busca vivir según la naturaleza. Ser ciudadano del mundo. “Nada es prematuro ni tardío para mí si es oportuno para ti (…) ¡oh Naturaleza!, todo viene de ti, todo está en ti, todo vuelve a ti”, exclamaba Marco Aurelio Antonino.

El estoico, en supuesta unión con la naturaleza, pretende que nada le afecte. Sustine et abstine, soporta y renuncia. Aguanta mecha. Ajo, agua y resina. Solo me importa mi razón, la virtud y tener serenidad, imperturbabilidad, eso que llamaban ataraxia. A los estoicos no les interesa la verdad ni la sabiduría de las cosas, sino una praxis para poder vivir tranquilo, sin perturbaciones ni miedos, una vida autosuficiente.

 

 II. El hombre de hoy, en esta segunda década del siglo XXI se encuentra muy atraído por ese estoicismo. Proliferan los canales youtube estoicos y neo-estoicos, hay multitud de libros con citas de Epícteto, Seneca y Marco Aurelio: Cómo educar a tus hijos, cómo tener éxito en el trabajo o en el amor y finalmente la gran cuestión: Cómo afrontar el sufrimiento y la inevitabilidad de la muerte.

No nos equivoquemos amigos esta Semana Santa: El cristianismo no es superado por ese estoicismo y sus parecidos son sólo superficiales. El estoicismo no da respuesta al sufrimiento, solo pretende educarte en aguantar y en tener resignación, que al revés de lo que se pueda pensar, no es una virtud genuinamente cristiana.

Además, pretender que las adversidades no me afecten, me deshumaniza, porque yo soy yo más mis pecados. Si estoy triste, o tengo miedo, o estoy preocupado, o la realidad me supera; si me veo imperfecto, o no doy la talla, o tengo heridas y pasiones, lo que necesito no es que me digas que resista y sea un autosuficiente y resignado estoico. Es incompatible con la naturaleza humana, frágil y menesterosa. No necesito una ascesis que me haga un hombre perfecto, sino saberme amado por Alguien, salvado de mis fracasos y contradicciones. No es cuestión de que contemple mis adversidades y limitaciones como incidentes inevitables. Como estoico es una frivolidad estar triste; como cristiano puedo llorar. Como estoico solo puedo intentar ser un gélido perfecto y reprimido; como cristiano puedo dejarme amar y salvar en mis pecados, no necesito ser un cumplidor intachable. Mi dios no es la Naturaleza, mi Dios es Cristo, que se abajó a mi naturaleza y la tomó.

 

Jesús de Nazaret vivió en tiempos de Tiberio emperador y siendo Poncio Pilato gobernador. Pilato, estoico y escéptico relativista (“¿Qué es la verdad?”) eligió mal, y quiso escabullir la solución en una dinámica democrática (¿qué pensáis que es la verdad? ¿qué es lo correcto? ¿a quién queréis que suelte, a Jesús o a Barrabás?)

Así pues, hoy frente al sufrimiento el ser humano tiene una triple salida: Se puede huir negándolo, alienándose en los placeres a la manera del carpe diem, también es posible resignarse como estoico, o bien se puede entrar en la cruz, para poder así recibir vida (el misterio pascual). Como en aquel anuncio de detergente hay que elegir: busca, compara y si encuentras algo mejor, cómpralo.